¿Capilla palatina?
JOAQUÍN MARTÍN DE UÑA
Lunes, 10 de agosto 2009, 02:52
N o deja de ser extraño que el exhaustivo estudio que sobre nuestra iglesia de Santa María la Antigua, elaborado por Miguel A. García Guinea y Federico Watemberg, -publicado como Cuaderno de Trabajos en el Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, de la Universidad de Valladolid- no recoja, junto a otros datos aportados por Matías Sangrador en su Historia de Valladolid la afirmación de que el templo reconstruido por el conde Ansúrez sirvió de capilla de su palacio y de parroquia.
Dicha manifestación, al contrario del gran número de aseveraciones vertidas en su historia, no se encuentra documentada ni probada por cualquier otro medio. El ascendiente del reconocido historiador hizo que varios escritores de la historia de nuestra ciudad la aceptaran sin reservas y la incluyeran en sus obras.
A falta de documentación que justifique la repetida manifestación, su certeza o no debe probarse por indicios racionales que la confirmen o rechacen.
En primer lugar, no parece descartado pensar que en la probada religiosidad del matrimonio Ansúrez, así como la gran superficie edificada de su palacio, en la que estuvieron establecidos tres hospitales, (con capillas u oratorios destinados a atender las necesidades espirituales de los enfermos), les hiciera desistir de la posibilidad de disponer en su domicilio de una capilla.
Si a ello añadimos lo extremado del clima vallisoletano, así como el trayecto que debía recorrerse desde el palacio a la iglesia, que incluía el cruce del Esgueva, en cualquier época del año, y cuyo traslado debía producirse con las exigencias de acompañamiento marcadas por el protocolo, hace improbable que en todos los momentos de recogimiento y oración de los condes tuvieran lugar en el templo de la Solanilla. Lo que parece probado es que los actos oficiales que tenían lugar tanto en la iglesia de La Antigua como en la colegiata de Santa María la Mayor se celebraron en la mayoría de los casos con la presencia de los condes y su séquito.
0Incluso alguno de estos actos, como la inauguración de la colegiata, supusieron la expedición de documentos que posteriormente fueron base para conocer la historia de los primeros señores de Valladolid.
El posible lapsus de Matías Sangrador es explicable en la época en que escribieron los dos tomos de su 'Historia de la muy noble y leal ciudad de Valladolid, desde la más remota antigüedad hasta la muerte de Fernando VII', pues en 1854 los medios y técnicas de investigación se encontraban en sus comienzos, no suponiendo menoscabo alguno para la gran labor realizada por el conciso historiador.
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