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JAVIER RAMOS
Sábado, 25 de julio 2009, 03:17
El académico y catedrático emérito de Historia del Arte en la Universidad de Valladolid Juan José Martín González murió ayer en Valladolid a los 86 años de edad, después de haber sufrido en los últimos meses algunas dolencias que agravaron su delicado estado de salud. El funeral se celebrará hoy, a las 16.30 horas, en la capilla del cementerio de Las Contiendas y posteriormente se procederá a su inhumación en el cementerio del Carmen.
Martín González fue un gran defensor del patrimonio artístico de Valladolid y su provincia, como lo demuestran las numerosas publicaciones de las que fue autor a lo largo de su vida. Ha sido destacable su dedicación a la escultura del Renacimiento y el Barroco, recuerda su compañera de departamento María Antonia Fernández del Hoyo. De esta especialización surgió la publicación de varios libros sobre Juan de Juni y Gregorio Fernández, así como otras sobre la forma de aprender y trabajar de los artistas.
Extensa labor docente
En su faceta docente, Martín González ejerció durante más de medio siglo en las universidades de Valladolid, La Laguna (Tenerife), Santiago de Compostela y Coimbra. Por este último centro fue investido Doctor Honoris Causa en el año 2003, en un acto que tuvo que celebrarse en el Aula Triste del Palacio de Santa Cruz porque los problemas de salud impideron que el académico se desplazara a la ciudad universitaria lusa.
«Le gustaba dar clase en los primeros cursos, para poder abarcar todo el conjunto de la materia», recuerda con cariño Fernández del Hoyo.
Además, fue miembro de la Academia de Bellas Artes de Lisboa, de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y de la Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción. También en el 2003 ofreció a la Universidad de Valladolid su biblioteca particular, compuesta por miles de volúmenes especializados en arte. Sobre esta donación, fue el propio Martín González quien se dirigió a al rector de la institución académica, por aquel entonces Jesús María Sanz Serna, para pedirle que la transacción se realizara en vida, en lugar de a título póstumo como inicialmente había manifestado.
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