Más leyenda por la mañana que por tarde
BARQUERITO
Lunes, 13 de julio 2009, 02:51
Hacía más de veinte años que el encierro de los 'miuras' no resultaba tan encizañado y problemático. Y tan sangriento. El toro que sembró el pánico se llamaba Ermitaño y casi deja fuera de combate a Jesús Millán en el tercer lance de recibo. Este 'miura' pensaba. Y ni Domingo Ortega ni el padre de Domingo Ortega. Cuando veía al torero descubierto, se le iba al bulto en oleada y cerrándole el paso y la salida.
De los seis 'miuras' restantes, uno salió de buena ley: el quinto, que embistió con codicia y franqueza, repitió y quiso en los medios por las dos manos. Se torció el remate de faena con la espada. Rafaelillo estuvo competente, fácil, dispuesto y seguro. De rodillas y en la vertical, en la distancia y en el agobio inmediato. Midió la faena por tramos, y los tramos por tandas, y las tandas por pases, y no más de tres en la suerte natural pero siempre dos en los remates cosidos. Algunos de los cambiados por alto, con el toro convencido por delante, fueron espléndidos.
Padilla resolvió con seguridad impecable. Les puso a los dos toros de lote seis pares de banderillas y, salvo uno de ellos, todos fueron de traca. Porque el primer 'miura' tenía más de un metro de cuerda y resultó dificilísimo embrocarse y colgarse en el balcón sin red. Y porque el cuarto pegó trallazos ya antes de banderillas. El sexto 'miura' se estiró de pronto y hubo que hacer un hueco para que cupiera en la plaza y en el horizonte. No dejó a Millán pasar con la espada. Siete pinchazos, un espadazo, un aviso, se echó en tablas en toro. No fue gloriosa la cosa.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.