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DOLORES ALONSO
Viernes, 3 de julio 2009, 04:01
Uno de los placeres de leer es experimentar la telepatía entre el libro que llevo en la mochila y la vida que me encuentro. Nunca sabré si fue la 'Carta Esférica' la que me llamó a un congreso del trabajo en Cádiz, donde me rodeaba la trama de la novela; si fue la experiencia de un curso en Exeter la que puso en mi mesilla 'Sentido y Sensibilidad', con las ciudades y paisajes que acababa de conocer. O si fue casual leer 'El hereje' cuando mi ruta de bici era camino de Ciguñuela; casi me parecía ver las huellas del caballo de Cipriano Salcedo.
Estos días, influida por el parque de las Norias, mientras espero impaciente la edición de 'El Pozo Artesiano' de Rosa Chacel y disfruto leyendo 'Agua de Noria' de Jiménez Lozano, una imprevista expedición me lleva al pozo artesiano de La Pedraja, y, pocos kilómetros después, doy con mis pedales en Alcazarén. Recuerdo una charla de Jiménez Lozano de cómo nació la idea de Las Edades del Hombre una tarde que los dos Josés -Velicia y él- asaban patatas en su chimenea. Y me pregunto cómo acabará lo del monasterio de Valbuena; pero, sobre todo, si, entre el tráfago de la polémica y los vapores del balneario, los obispos sabrán conservar el fuego de aquella idea que dio vida y ha mantenido pujante más de veinte años a la empresa cultural más importante de esta tierra.
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