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FERNANDO ARCONADA
Martes, 30 de junio 2009, 03:18
Si la del domingo fue una etapa espectacular, de esas que crean afición -otro motivo más a tener en cuenta para pensar que la Vuelta a Segovia no puede desaparecer así como así-, la de ayer, ( y cuesta creer que sea la última), fue una lección táctica del Lokomotiv. El equipo ruso ya lo había intentado en varias ediciones anteriores, y por fin se llevó el premio. Y no uno, sino varios, porque su acertado planteamiento de carrera le llevó a ganar la general (con Alexander Ryabkin); la última etapa (con Egor Korolev) y otras clasificaciones, como la del mejor equipo (y eso que llegó con cinco corredores); la del mejor sub-23, la regularidad, las metas volantes... y porque no había montaña. Aunque algo saben de castellano, no es que sean muy habladores, pero no perdieron la sonrisa ni después de la paliza acumulada en sus piernas.
Los corredores salieron sobre las 10.30 de la mañana de la localidad segoviana de Valverde del Majano. Por delante, poco más de 123 kilómetros, con Gustavo Rodríguez, del Ciudad de Lugo, vestido con el jersey de líder de la Vuelta a Segovia. Sabía que no iba a ser fácil mantenerlo. Y no lo fue.
Las hostilidades comenzaron bien pronto, con la escapada protagonizada por Egor Korolev (Lokomotiv); Sebastián Mora (Terra y Mar) y el segoviano Marcos Martínez Gañán (Camargo Ferroat.), al que un posterior pinchazo le privó quizá de haber intentando algo más en esta última etapa.
Poco a poco fueron incrementando las diferencias, a medida sobre todo que se iban desarrollando los pasos por meta en el circuito de La Piedad. Y es que los rusos corrieron mucho y muy rápido. Como un tiro, como un cohete, más del límite establecido en las señales de tráfico en la Cuesta de los Hoyos.
Exhibición
Korolev hizo una exhibición de fuerza, de potencia y de velocidad. No perdió el ritmo en su pedaleo. Incluso llegó a liderar provisionalmente la prueba en esas primeras vueltas. Y si rápido fue Korolev todavía más si cabe lo fue su compañero de equipo, Alexander Ryabkin. Fue segundo en la etapa, pero porque fue generoso y le dejó la etapa a su compañero, sabiendo de antemano que el triunfo en la general no se le iba a escapar, puesto que Gustavo Rodríguez no tuvo fuerzas para defender su primera plaza en la general. Y aunque las hubiera tenido, hubiera tenido que subirse al coche de alguno de los organizadores para superar a los rusos. Su planteamiento le dio la victoria y supo leer el desarrollo de la carrera. Lo tenían muy bien estudiado y además, acompañaron las fuerzas.
El Lokomotiv triunfó en la llegada. Egor Korolev entró en solitario en la línea de meta con un tiempo de dos horas, 53 minutos y seis segundos, mientras que a sólo cinco entró su compañero de equipo Ryabkin. La tercera plaza fue para Unai Marín (Camargo), a 56 segundos, los mismos que el corredor australiano del CAI, Jhonnie Walker (curioso el nombre). Gustavo Rodríguez entró en la décima posición, a un minuto y 25 segundos del ganador. La Vuelta a Segovia ha vuelvo a destacar por la lucha planteada hasta el final de carrera.
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