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Da Silva conduce el esférico durante un partido.
«Para mí todo era un sueño, y le tengo un gran afecto al Real Valladolid»
JORGE 'POLILLA' DA SILVA EX JUGADOR DEL REAL VALLADOLID

«Para mí todo era un sueño, y le tengo un gran afecto al Real Valladolid»

El uruguayo llegó como un crío sin experiencia en Europa, casi por azar y cedido por seis meses, y al año siguiente acabó pichichi junto al madridista Juanito

A. G. ENCINAS

Martes, 30 de junio 2009, 03:12

-Han pasado 25 años, ¿qué recuerdos tiene de aquella Copa de la Liga?

-Uno se acuerda de tener la posibilidad en el caso del club y en lo personal también, de tener la 'chance' de jugar por primera vez una competición internacional, un campeonato europeo. Me acuerdo de cómo se fue dando la Copa, partido a partido el equipo iba creciendo, se iba sintiendo más sólido. Y creo que lo ganamos de forma muy merecida. Había un equipo al que si bien en la Liga le había costado y se había salvado del descenso en unas fechas anteriores, se compenetró mucho en ese campeonato y rindió a un gran nivel. Tuvimos partidos realmente muy buenos, como fue el último ante el Atlético de Madrid. Lo mismo los partidos que nos tocó jugar ante Betis y Sevilla, que fueron muy duros pero el equipo estaba muy fuerte y confiado. Fueron momentos en que el equipo rindió en la mejor forma pero aparte estaba convencido de que se podía lograr. Recuerdo que habíamos jugado primero en Sevilla y habíamos perdido y después en la revancha en Valladolid había el convencimiento de que podíamos remontar. Pasó con Betis, con Sevilla. Se hizo un gran partido en Madrid ante el Atlético en la final y se acabó consolidando aquella noche en Valladolid, que fue realmente muy linda porque se vivió una fiesta en la ciudad, era el primer título para el club y nos dio la posibilidad de jugar competición europea.

-Una competición efímera que solo ganaron Barcelona, Real Madrid y Real Valladolid.

-En la historia hoy queda que esos tres equipos fueron los únicos que la ganaron, más allá de que se hicieran pocas ediciones, pero era una competencia muy importante, porque la jugaban solo los equipos de Primera División, ya al final de la temporada, y para nosotros significaba algo muy importante. Era el primer título, también consolidar un buen año en el que se había permanecido en Primera División después de un año con altibajos.

-Llegó usted de Defensor, de Uruguay, y de una manera peculiar.

-Cuando Ramón Martínez y yo nos vemos recordamos cómo fue mi llegada al club, en un semestre en el que yo tenía la necesidad y la obligación de demostrar mis condiciones, porque yo fui a préstamo muy jovencito, recién me había casado, en un momento en que no era fácil llegar al fútbol español porque solo había dos extranjeros por equipo. Y llegué en un momento muy difícil del club y del equipo. Estaba muy comprometido en el descenso y se realizó una muy buena campaña en la segunda vuelta, se logró la permanencia y yo tuve la suerte de convertir goles importantes. Al siguiente año se renueva el préstamo, tengo la primera oportunidad de jugar toda una Liga entera y logro quedar 'pichichi'. Entonces la verdad es que yo el recuerdo y el agradecimiento que tengo hacia ese club es muy grande porque me abrió las puertas para poder jugar en el fútbol europeo, por darme a conocer en el fútbol internacional y haber vivido cosas muy lindas.

-Llegó muy joven a un vestuario con mucho carácter.

-Era un equipo con personalidad, un equipo que se fue formando de a poco, que mantenía siempre una base de jugadores que estaban muy identificados con el club, como Moré, Minguela, Gail, estaba Fenoy, que te daba mucha experiencia y personalidad también en el arco, y arriba eran las caras jóvenes y nuevas, que éramos los extranjeros, caso del Pato y mío, pero era un grupo muy unido, que trataba de salir adelante en base al esfuerzo, a la dedicación.

-Y apenas conocía nada de su nuevo equipo.

-Siempre me hicieron sentir muy bien, me apoyaron en los momentos para mí más complicados, que es cuando uno recién llega a un país que no conocía, a un fútbol que no le es familiar. Eran otros años, no es como ahora, cuando uno tiene la posibilidad de ver, de conocer, de informarse. Yo llegaba a un país que desconocía, a un fútbol que no tenía posibilidad de ver ni de conocer a sus jugadores, y sin embargo me sentí siempre muy arropado por los dirigentes, caso de Ramón Martínez, por los mismos compañeros, aquellos de más experiencia, que a uno lo hacían sentir muy bien, se sentía protegido afuera y dentro de la cancha, siempre al servicio de uno en lo que pudiera necesitar, respaldándolo en todo. Para mí fue una suerte poder llegar a un grupo que era de carácter, de gente grande, y que nos sirvió a nosotros para tener esa tranquilidad para poder jugar al fútbol y mostrar nuestras condiciones.

-Y de la final, ¿con qué momento se queda?

-Era un partido que nosotros estábamos esperando, que queríamos disfrutarlo, con el estadio lleno, íbamos a poder definir en casa... El resultado de Madrid fue importante, porque el 0-0 hizo que la gente se entusiasmara más, el estadio estaba abarrotado, se vivió una fiesta enorme. Era un premio muy lindo que teníamos que brindarle a la gente y uno recuerda Zorrilla a reventar y la alegría de la gente después de haber culminado el partido, habiendo logrado una victoria contundente, jugando bien, siendo superiores, y lograr la primera estrella para la institución. Son partidos que a uno no se le van a olvidar jamás.

-Llegar y besar el santo, y además en un equipo modesto. Le parecería todo demasiado fácil.

-Para mí todo era un sueño. En una época en la que no era fácil llegar a Europa, al fútbol español, saliendo de un equipo chico de aquí, de Uruguay, que tampoco era un fútbol de los que más trascienden, como puede ser el argentino, el brasileño. Tengo la posibilidad de ir a Valladolid, primero con un préstamo de seis meses. Tuve la suerte y el apoyo de todos, me fue muy bien, tuvimos tres años muy buenos con el equipo, con los compañeros, después vino la posibilidad de cambiar de equipo, ir a un equipo como el Atlético de Madrid... Fueron cinco años en el fútbol español realmente muy importantes y siempre digo que tengo que etar muy agradecido y le tengo un cariño enorme al Real Valladolid. Siemre estoy muy pendiente de cómo le va al club, de cómo están las cosas... Hablo con gente amiga, de cómo va, porque para mí Valladolid, tanto lo que es el club como lo que fue la ciudad, que me recibió tres años y la gente me trató de maravilla, tengo una hija nacida allí... Para mí es algo que no se me va a olvidar jamás.

-¿De quién conserva mejores recuerdos? ¿Guarda relación con alguno de sus compañeros?

-Con Pepín tenía muy buena amistad, con García Navajas, y qué hablar con el Pato, que éramos los dos extranjeros y aparte jugábamos en una zona en la que estábamos muy cerca. Pero con Moré, con Antonio Santos, gente que uno recuerda con mucho cariño, por nombrarte algunos. Algo inédito que se me dio fue que en el año 2003 me fui con mi señora y mis hijos a Europa y una de las escalas fue en España. Y un día estando en la playa, en Benidorm, estaba jugando con los niños al borde del agua y me quedo mirando a una persona que estaba allí en la orilla, estaba lleno de gente, y me encuentro con Jorge. Nos dimos un abrazo, hablando de cómo le iba a uno y al otro, pero fueron esas casualidades que se dan, en una playa llena de gente, después de casi veinte años, encontrarme con un ex compañero y nos reconocimos los dos, más allá de que estábamos los dos mucho más viejos y mucho más cambiados.

-Y sigue vinculado al fútbol en el otro club de su vida, Defensor.

-Siempre tuve como meta el día que dejara de jugar hacer el curso de técnico porque es algo que me apasiona, lo llevo dentro. Hace cuatro años que estoy trabajando en el mismo club, el Defensor, que es el club en el que jugaba antes de ir a Valladolid. No me puedo quejar, me ha ido muy bien.

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