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J. SANZ
Domingo, 7 de junio 2009, 12:09
¿Quién mató al hostelero de Tordesillas Óscar Gómez Incio el 25 de mayo del 2007? La respuesta va camino de quedarse en blanco después de que el titular del Juzgado de Instrucción número 2 haya denegado a la novia de la víctima, y único testigo del crimen, la posibilidad de participar en una rueda de reconocimiento en la que estaría presente el principal sospechoso, un trabajador portugués que continúa en libertad con cargos desde el 16 de agosto del 2008.
El caso parecía resuelto cuando la joven, que aquella madrugada acompañaba a su pareja a la hora de cerrar el local que regentaba en el número 35 de la avenida de León, reconoció al presunto autor material en una rueda fotográfica llevaba a cabo en las dependencias de la Guardia Civil. Los agentes localizaron al individuo en el país vecino y éste se presentó ante el juez con unos justificantes «un tanto dudosos», según indicaron fuentes jurídicas, de que aquel día se encontraba trabajando precisamente en Portugal.
Su versión parecen darla por buena tanto el magistrado como el fiscal con la oposición frontal del abogado que ejerce la acusación particular en nombre de los padres de la víctima. Eso después de que la testigo compareciera la semana pasada, por vez primera desde el inicio del procedimiento hace ahora más de dos años, y volviera a reconocer «sin ningún género de dudas» al supuesto autor cuando le mostraron su foto.
Pruebas inconcluyentes
Pero esta prueba no sirve de nada sino se acompaña con una rueda de reconocimiento físico que el titular del juzgado parece no estar dispuesto a conceder. El caso se encuentra así en una vía muerta de la que puede no llegar a salir nunca dado que el testimonio de la joven es lo único que puede arrojar luz sobre lo ocurrido.
El resto de indicios recogidos por los agentes en el escenario, unas colillas, tampoco ofrecen resultados concluyentes y en la autopsia del cuerpo no se hallaron restos de ADN de los agresores.
¿Caso archivado? La familia confía en poder sacarlo adelante por la vía de la citada rueda de reconocimiento, aunque sin ella puede que la muerte de Óscar Gómez Incio, de 29 años, pase a engrosar la abultada lista de trece crímenes sin resolver, algunos a punto de superar el plazo legal de treinta años de prescripción, de las últimas tres décadas que duermen el sueño de los justos en dependencias de la Policía Nacional y de la Comandancia de la Benemérita.
Lo que sí está clara es la relación de los hechos registrados a las 2.15 horas de aquel fatídico 25 de mayo de hace dos años a las puertas del bar La Bodeguilla, un negocio abierto por el padre de la víctima en el 2005 y en que solía trabajar Óscar Gómez Incio. Esa madrugada acababa de cerrar el local y se dirigía hacia su coche en compañía de su novia cuando vio a cuatro hombres, en principio de nacionalidad portuguesa, arremeter a patadas contra el mobiliario de su terraza apilado en un lateral del establecimiento.
El hijo del dueño les recriminó su actitud y la respuesta que recibió fue un empujón que le hizo caer de espaldas sobre el bordillo de la acera y golpearse en la nuca. El impacto le costó la vida y los cuatro agresores -al menos uno de los acompañantes también llegó a golpear a la novia- emprendieron una huida demasiado exitosa a la vista de la ausencia de pruebas para indentificarles.
Eran las 2.24 horas cuando el 112 recibió la primera llamada solicitando ayuda, realizada por la compañera de la víctima, pero para cuando llegaron los sanitarios, Óscar Gómez Incio había perdido la vida fruto de la contusión.
Había tres personas más
Los agentes que investigaron el crimen llegaron a asegurar que habían cerrado el círculo sobre los posibles autores, integrantes de una cuadrilla de obreros de la construcción, pero nunca les identificaron hasta que la testigo reconoció a uno de ellos en fotografías. Su testimonio permitió realizar un retrato robot y la joven aportó, incluso, que el autor tenía una mancha en la piel que coincidía con la del joven que luego señaló.
Aún tardarían quince meses los guardias en localizar al sospechoso, cuya identidad responde a las iniciales J. M. B. D. C., y en enviarle una citación para que compareciera voluntariamente ante el juez. Así lo hizo el 16 de agosto y el propio titular del juzgado decidió dejarle libre. Se enfrentaría, como mínimo, a ocho años de prisión.
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