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ARTÍCULOS

El elefante rosa

EDUARDO ROLDÁN

Miércoles, 29 de abril 2009, 02:56

C on el nombre simple y bastante impersonal de Niño han bautizado en el zoo de la ciudad polaca de Poznan lo que parece ser un ejemplar, hasta ahora inédito, de elefante gay. Parece ser y es. El elefante demuestra un apetito sexual desbocado, frotándose y refrotándose con los machos de la misma jaula y mostrándose de lo más beligerante con el sexo opuesto, con las elefantas que también quieren pillar cacho macho, pues mejor malo, conocido y enjaulado que bueno por enjaular; la oferta en la jaula es escasa y no anda el panorama como para compartirla con el primer elemento subversivo que se le ocurra meter al cuidador de guardia. El Partido Conservador del lugar ya se ha apresurado a enarbolar la bandera incorruptible de las buenas costumbres y exigido que saquen a Niño de allí, argumentando que el animal es un mal bicho, un peligro para la especie, un sátiro, y que a la jaula se va a procrear y no a tener sexo recreativo, elefantiásico o del normalito; además Polonia se está aplicando intensamente en reducir el paro, y con éxito, pero queda aún mucha lana de desempleo por cardar como para que ahora venga un despiste aberrante de la Naturaleza, por muy estrella mediática que sea, y mande con su lujuria exhibicionista el plan gubernamental al infierno de los cuatro millones de parados de Zapatero, que siempre se copia lo peor. Por su parte, la comunidad gay polaca ha sacado del armario la bandera arcoíris y hecho de Niño su particular mascota rosa, símbolo de la libertad sexual y, de paso, hucha con la que financiar un festival de cantes y danzas que están ultimando. La libertad sexual es una demanda muy noble, pero más necesaria es la libertad de darse un paseo por donde nos plazca, balanceando la trompa o el bolso o haciendo visera con ellos si el sol nos da de cara; la libertad que primero desea Niño es la de que le quiten los barrotes de la jaula y le devuelvan a su hábitat natural. Por otro lado, tampoco la recién celebridad warholiana de Niño habrá sido recibida precisamente con barritos de euforia por el resto de inquilinos de la jaula, que dentro de los límites carcelarios de su confinamiento se acabarían apañando natural, sabiamente, pues la Naturaleza, como buena madre, guía siempre a sus hijos, con su verbo silencioso, para que traten de alcanzar el más óptimo equilibrio. Nosotros no sólo les privamos de la sabana a cambio de una solución habitacional de hierro claustrofóbico sino que además vamos a tocarles la trompa con el flas del teléfono móvil.

Vemos pues cómo un animal de inocencia rosa (todos los animales son inocentes) vuelve a ser explotado interesadamente por el hombre, sin importar la orientación política o sexual de éste. No bastaba con explotarlo una vez al cobrar las entradas, ahora lo explotan políticos y activistas en pos de réditos electorales o lucrativos, negándole entre unos y otros lo único que pide el animal, un poco de cariño. El hombre no es sólo lobo para el hombre sino lobo para el animal, elefante, oso de Cervera de Pisuerga o el que sea. Se comprende que Orwell tuviera que atribuir caracteres humanos a los animales de su granja para dar a la fábula fuste dramático; si no, se hubiera quedado sin cerdos, sin rebelión y sin libro.

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