J. SANZ
Jueves, 23 de abril 2009, 03:05
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Corrían los albores del siglo XX cuando los primeros vallisoletanos eligieron las riberas del recién creado Canal del Duero (1883), en la parte alta del Páramo de San Isidro, para asentarse en uno de los barrios más antiguos y, a la vez, más desconocidos de la capital: Buenos Aires. Un camino de tierra sirvió de arteria principal del poblado -entre Pajarillos (calle Tórtola) y el cruce de la avenida de Soria con la ronda- durante décadas y, aún hoy, quedan resquicios de aquel viejo vial pegado a las tapias del cuartel de Caballería, que ahora cuenta con una fina capa de asfalto, con ramificaciones en tierra entre la hilera de casas molineras y el veterano canal.
Sus 2.024 vecinos, según el último censo, llevan décadas, casi tantas como tiene la barriada, reclamando la reforma de la calle, denominada Páramo de San Isidro, y algunas, como Pilar Galindo (nacida en el barrio hace 67 años y cuya familia lleva allí asentada desde 1913) pensaban que no vivirían para ver «aceras a la puerta de casa y una calle en condiciones». Se equivocaron. Las primeras máquinas llegaron el martes por la mañana al casco histórico de Buenos Aires para iniciar los trabajos de urbanización tanto del último tramo del Páramo de San Isidro -entre la curva de la garita y la avenida de Soria- como de los viales adyacentes, aún de tierra, hasta el borde del canal del Duero.
El asfalto llegará por fin al barrio un siglo después de su creación para cumplir un proyecto iniciado sobre el papel por el alcalde socialista Tomás Rodríguez Bolaños y culminado ahora, tres décadas después, gracias a una inyección económica de 851.068 euros procedente del plan anticrisis (Plan E) del Gobierno de Zapatero.
«Llevamos muchos años pidiendo que nos hicieran la calle, desde que entró Bolaños, y parece mentira que por fin lo vayan a hacer», explica Pilar en resumen del sentir general de unos vecinos cansados de «limpiar el polvo veinte veces cada día por la tierra que levantan los coches cada vez que pasan por la puerta», añade Elvira Luis, otra residente con solera.
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Dos filas de árboles
Los operarios de la empresa Pavimentos Asfálticos Salamanca (PAS) llegaron con los primeros rayos del sol del martes al Páramo de San Isidro para instalar sus casetas, hacer acopio de «zahorra» y tomar medidas. «La semana que viene tendremos aquí la maquinaria y comenzaremos con los trabajos de urbanización», anticipa el jefe de equipo de la obra, José Miguel Fernández, quien aclara que los trabajos consistirán en «asfaltar la calle manteniendo el doble sentido, renovar el alumbrado y las redes de abastecimiento y saneamiento, pavimentar las vías adyacentes hasta el canal, hacer aceras y colocar una nueva fila de árboles junto a la tapia del cuartel, además de mantener los árboles que ya hay junto a las casas».
Ocho meses de lavado de cara de un barrio «dejado de la mano de Dios» durante cien años y que tuvo sus orígenes, al menos en lo que al nombre oficial se refiere, como aeródromo militar -campo de instrucción Buenos Aires- en los terrenos que después ocupó el acuartelamiento de 'San Quintín'.
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«Ya era hora de que se acordaran de nosotros porque este proyecto lleva por ahí dormido desde que Bolaños -la referencia es recurrente entre todos los vecinos consultados- le dio carpetazo hace veinte años y aquí nos han tenido medio abandonados desde entonces», lamenta Carlos Pablos Álvarez, quien lleva 40 años afincado en un barrio que, en su parte vieja, carece de los servicios más elementales. «Aquí no hay nada, ni tiendas ni bares ni nada de nada», señala antes de matizar que la solución -a 400 metros- les llegó con la construcción de los pisos de nueva planta de la calle Santa María de la Cabeza, al borde del antiguo poblado de La Esperanza, e incluida dentro del término del barrio.
El que no verá más que de pasada las reformas, después de décadas luchando por conseguirla, será el presidente de la asociación de vecinos de Buenos Aires, Emilio Fernández Chicote, ex dueño del restaurante Rancho Grande. Lo vendió hace cinco años y en su lugar hay un bloque de viviendas.
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