Borrar
El puente medieval de Salinas, visto desde el parque del río. / FOTOS DE GONZALO ALCALDE CRESPO
Refugio de pescadores
PALENCIA

Refugio de pescadores

Salinas de Pisuerga es hoy un vivo núcleo residencial que guarda recuerdos de lo que fue la villa junto al río

GONZALO ALCALDE CRESPO

Viernes, 10 de abril 2009, 02:58

Sería inconcebible que a Salinas lo separásemos de su río Pisuerga: primero porque su nombre se nos quedaría reducido a la mitad, y después porque ese torrente de aguas vivificadoras fue el origen de que esta villa esté allí desde tiempos prehistóricos. Es más, el propio salinar que allí existió y dio nombre al lugar surgiría al utilizarse las aguas canalizadas del río con el fin de depositarlas en terrenos saturados de cloruro sódico, donde por evaporación se extraería la salmuera. Así, todos los pueblos de la comarca se veían obligados a acudir a él si querían disponer de este preciado sazonante, tan necesario para conservar carnes y pescados en aquellos tiempos, pues también ha quedado constancia documental de que en Salinas había un buen numero de pescadores profesionales que vivían de lo que conseguían distraer a las aguas de este río castellano.

Al hablar de Salinas, a mediados del siglo XIX, el becerrileño Sebastián de Miñano y Madoz decía que su terreno era «salitroso y que se localizaba en una vega deliciosa con cielo claro y despejado, donde se produce trigo, cebada, centeno, avena, legumbres y buen lino; se cría ganado lanar y vacuno; caza de perdices, codornices y liebres; pesca de truchas muy delicadas, barbos, bogas, cangrejos y nutrias. Tiene industria de lino y dos molinos harineros».

De todo aquello por la villa queda algún recuerdo. El nombre de sus calles, las viviendas que adosadas al cauce del río conservan sus embarcaderos, la represa, el puente, los molinos -uno de ellos hasta ha sido reconvertido en un centro hostelero-, y de las truchas y barbos, no hace falta más que preguntar al pintor Simal, muy amigo de tirar la caña en este coto de pesca. De lo duro que era cultivar y manufacturar el lino, cualquier persona mayor del lugar nos dará referencias.

Por muchos siglos, Salinas y las tres poblaciones más que hoy forman su término (Monasterio, Renedo de Zalima y San Mamés de Zalima) fueron vasallos y renteros del Monasterio de Santa María la Real de Aguilar de Campoo, que seguramente también sacó buen partido de todo lo que con tanto afán se producía en esta feraz vega del río Pisuerga, para cuyo embalse algunos de estos pueblos tuvieron que sacrificar sus más fértiles tierras.

Pero hoy Salinas de Pisuerga se ha convertido en uno de los mayores núcleos residenciales de esta parte de la Montaña Palentina, pues su benigna meteorología, ligada al entorno que proporciona la cuenca y cola del embalse de Aguilar, hacen que muchos lo hayan escogido para ubicar su segunda vivienda, sobre todo si les gusta disfrutar de la serenidad y de las comodidades de estos acogedores, bien servidos y mejor atendidos núcleos rurales.

Su alcalde, Julián Aguilar Macho, me explica que con los Fondos Estatales se va a mejorar, más si cabe, la urbanización del pueblo, además de iniciarse dentro de poco la construcción de ocho viviendas de protección oficial. También desde el Ayuntamiento se ha promovido la realización de dos cursos de 600 horas para formar auxiliares de geriatría y profesionales de la hostelería. Esto, unido a los servicios que presta la guardería -que ya acoge a diez niños- y la atención que se da a los mayores -tanto en el centro cívico como en la residencia de ancianos, que ha rebajado su precio en un 30%-, hacen que Salinas cuente con un especial atractivo para muchos residentes de la zona.

Pero Salinas y sus pedanías anejas tienen muchas más cosas que mostrarnos. La iglesia parroquial está dedicada a San Pelayo, patrón del pueblo, que es un elegante edificio gótico construido en buena cantería en el siglo XVI, con reformas del XVIII. Su planta se reparte en tres naves, y a los pies del templo veremos una torre-pórtico de tres cuerpos con portada renacentista, adornada con una hornacina donde se aloja una escultura del mencionado patrón.

Y ya dentro del templo podremos contemplar varios retablos de los siglos XVII y XVIII, una buena talla de Cristo Crucificado del XIV y una mejor cruz procesional de plata del siglo XVII, que formó parte de la exposición de Las Edades del Hombre de Palencia en 1999.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla Refugio de pescadores