Savia nueva para un arte viejo

En tiempos de crisis, ciertas parcelas del entretenimiento cotizan al alza. Si el día previo al III Salón del Cómic de Castilla y León, que se abrió ayer, los dibujantes y diseñadores destacaron su buena salud, ayer la apertura de puertas permitió certificarlo.

En apenas unos minutos, más de doscientas personas luchaban por hacerse un hueco en los salones del hotel Juan de Austria. La mayoría no llegaban a los veinte años, lo que augura una larga temporada de bonanza alimentada por las hordas de jóvenes amantes de esta forma de literatura a la que nadie niega ya la mayoría de edad. En todo caso, jóvenes y algunos no tan jóvenes, recorrían los 12 expositores llegados de Asturias, Madrid, Palencia y Valladolid.

Antes, un grupo de seguidores de la cultura del tebeo se mezclaron con los caminantes del Paseo Zorrilla vestidos de templarios o armados con el pistola de combate contra marcianos de la película 'X-Men'. Fue el desfile de 'cosplay', una creciente afición llegada de Japón que consiste en caracterizarse como héroes de papel.

Dentro la oferta cubría todas las expectativas de los que les gusta evadirse con historias de personajes biónicos, salvamundos intergalácticos o propuestas más realistas, como la celebrada historia reciente de Irán en cómic 'Persépolis', de Marjane Satrapi. No muy lejos, varios volúmenes en pasta dura de 'Watchmen', el último impacto de la cartelera cinematográfica, mostraban la buena sintonía entre las distintas especialidades del 'entertainment' gráfico y audiovisual. Y prueba de ello, era también la incorporación entre los expositores (han pasado de 10 a 12) de una tienda de cintas de DVD con un enorme surtido y precios más que exigentes (algunos superaban los 60 euros).

La preponderancia de portadas con aire de manga japonés y caracteres orientales invitaba a pasarse por el estand de tatuajes. «¿Qué te parece un tatuaje con un rosetón en el pie?», sugiere Marta, una quinceañera a su acompañante. ¡Ni de broma, mis padres me matan!», responde su amiga.

Afluencia

No muy lejos, Pablo y Luis, dos adolescentes ojeaban manuales para iniciarse en el dibujo, aunque con esquemas exigentes: variaban entre 'pintar como Frida Khalo' o acercarse a Modigliani. «Esto me parece muy difícil, yo prefiero algo para hacer viñetas, sin más», se recomendaban el uno al otro. Aunque podría resultarles más atractivo aprender del maestro vallisoletano Jesús Redondo (el último ilustrador de 'El Capitán Trueno'), que un año más, tenía colas de aficionados deseando que le firmaran la camiseta oficial o les hiciera algún dibujo.

Y, si el cómic ha dado el salto a la gran pantalla, la música también es un elemento cercano, en especial los sonidos 'heavys' de un distribuidor asturiano que se ha incorporado este año a la gran familia de feriantes del sector.

El director del Salón del Cómic, Carlos Ramírez, se mostraba satisfecho con las primeras sensaciones de un certamen que trata de consolidarse, aunque con escaso apoyo institucional (este año ha echado un cable Caja Burgos) entre las citas anuales de Valladolid. «El pasado año logramos que nos visitaran unas 1.800 personas. Esperamos acercarnos a las 2.000», vaticinó ayer.