La guía de todos los santos
José María Montes recoge en 'Los Santos en la Historia', a modo de diccionario, las hagiografías de todos los siervos de Dios de la era cristiana
CHEMA CARRASCO
Domingo, 18 de enero 2009, 01:41
¿Quién no ha querido saber alguna vez y, a modo de curiosidad, cual fue la vida del patrón o patrona de su pueblo? Alguno más de los que creemos se habrá parado a pensar, los días previos a la fiestas patronales, porqué le cantamos vivas y canciones populares a ese santo. Pues estas preguntas ya tienen respuesta en el libro 'Los Santos en la Historia. Tradición, leyenda y devoción', que escrito a modo de diccionario -lo cual ayuda en la búsqueda-, permite saciar la curiosidad por las personas beatificadas, canonizadas, e incluso, de aquellas que todavía no han completado su ascensión a los altares.
Escrito por José María Montes, y editado por Alianza Editorial, esta obra recoge más de 4.500 hagiografías de santos, santas, venerables y siervos de Dios, que se completan con la descripción de los atributos y patronazgos adscritos a cada uno. Además, en ella se incluyen cerca de 1.800 ilustraciones procedentes del archivo personal del autor, en las que se pueden apreciar los planteamientos que han seguido los artistas de distintas épocas a la hora de representar el santoral.
De esta forma no sólo satisfaremos nuestra curiosidad por la historia del patrón de nuestra localidad, sino que además veremos las diferentes formas que existen de representarlo y porqué se le representa así. Ya que, además de la vida y obra de nuestro santo, aparece la iconografía que se le adjudica y las ramas o profesiones de las que es patrón.
Fiestas y refranes
A algunos los conocemos -aparte de ser el patrón del municipio de turno- por fechas más que señaladas, a otros porque gracias a ellos nos libramos de asistir un día al trabajo o los estudiantes de ir a clase, uno es el patrón de nuestra profesión y el resto está presente en los refranes, o se les reza para que desaparezca un mal concreto o venga un bien particular.
Para todo lo dicho con anterioridad existe un santo o una santa. Como ejemplo de fecha señalada está San Valentín, patrón de los enamorados. Un sacerdote romano del siglo III que hizo recobrar la vista a la hija de un juez romano, que se convirtió al cristianismo, y que al enterarse el emperador lo mandó ejecutar junto a toda su familia reservándole a Valentín un tremendo martirio. Poco que ver la vida del santo con el motivo de su patronazgo.
En cuanto a los días de fiesta, todos los subrayamos en el calendario a principios de año para hacer planes de cara a las vacaciones o simplemente para ver las fechas en las que nos libramos de madrugar. Pero, como en todos los ámbitos, siempre hay dudas y si no que se lo pregunten a San José, día del padre, que, dependiendo de cómo esté el calendario, ese día será fiesta o no. Por cierto, ¿este año sabe si ese día es festivo?
A diferencia de San Valentín, la vida de Santo Tomás de Aquino, tiene bastante más que ver con su patronazgo, el de los estudiantes. Más intelectual que místico, estudió en las universidades de Bolonia, Colonia y París -posteriormente impartiría clases de Filosofía y Teología en esta última-, allá por el siglo XIII, para convertirse con los años en el teólogo del Concilio de Lyon. Murió en una abadía cercana a Roma.
En la profesión de cada uno también están presentes estas figuras benditas. Haciendo un homenaje al campo castellano, fijamos la mirada en San Isidro Labrador. Madrileño, trabajador del campo y devoto. Su dueño observó, mientras éste rezaba, cómo dos jóvenes tiraban de los bueyes delante del arado por el barbecho. Al acercarse éste, los muchachos desaparecieron. A partir de aquel momento se hizo famoso el refrán: «por oír misa y dar cebada nunca se perdió jornada».
Y si de refranes se ha de hablar, los santos son famosos por estos derroteros. ¿Quién no ha escuchado ese que dice: «por San Blas la cigüeña verás»? Refrán que tiene que ver más con la festividad del venerable, el 3 de febrero, que con su obra en vida.
Imploración bendita
Pero no sólo en el santoral, festividades y en refranes aparecen las personas beatificadas o canonizadas, ya que, para que éstos dos hechos se den, hace falta que existan fieles que les rindan culto. Y es que las figuras santorales son imploradas para que traigan tanto la buena ventura, como para que alejen los problemas.
Santa Zoé, mujer que fue martirizada colgada de un árbol por sus propios cabellos, es invocada contra la caída de cabello. Si lo que se pide es librarse del dolor de cabeza o acabar con los momentos de duda, nada como rezar a San Acacio de Bizancio, que fue flagelado casi hasta la muerte. Ésta le llegaría al ser decapitado en las afueras de Constantinopla.
Como reza parte del título del libro, existe una 'tradición, leyenda y devoción' hacia unas imágenes veneradas que sustituyeron a los personajes mitológicos y a las leyendas fantásticas de la era precristiana. Y es que, por aquel entonces, el desconocimiento o los problemas por entender las cosas que sucedían en la naturaleza, desviaron, desde tiempos remotos, la atención hacia lo espiritual, idealizando figuras todopoderosas, en definitiva, lo que hoy día conocemos como ritos religiosos.
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