Santiago Mainar, el 'liberador' de Fago
El presunto asesino de Miguel Grima alegó al confesar el crimen que se sentía responsable de haber llevado al alcalde hasta localidad oscense
PABLO MUÑOZ
Domingo, 11 de enero 2009, 03:05
Pasadas las 21.30 del 12 de enero del 2007 Miguel Grima encontró la muerte en una curva cerrada camino a Fago, el pequeño pueblo oscense de una treintena de habitantes del que era alcalde. Unas piedras en la carretera le obligaron a bajar de su Mercedes y fue ese el momento elegido por su asesino para arrancarle la vida de un disparo de escopeta que le destrozó el pecho. Tres semanas más tarde, el 2 de febrero, después de una rigurosa investigación dirigida por la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, era detenido el sospechoso del asesinato, el guarda forestal Santiago Mainar, principal enemigo de Grima.
Las investigaciones sobre este caso sacaron a la luz los odios y las tensiones de un pueblo en el que había dos grupos de vecinos abiertamente enfrentados. El primero, el liderado por el alcalde, quien ganó las elecciones presentándose con las listas del PP; el segundo, alentado por el guarda forestal, su antiguo amigo y ahora enemigo irreconciliable, quien encabezó la candidatura del PSOE. Pero no eran las ideas políticas las que les separaban, e incluso no hubiese sido extraño que si Grima se hubiese presentado finalmente en las filas socialistas Mainar lo hubiese hecho en las populares.
Por eso, cuando los agentes de la UCO llegaron a Fago pocas horas después de descubrirse el crimen -el cadáver de Grima fue hallado al día siguiente de su desaparición, en el fondo de un terraplén junto a la curva maldita-, tuvieron pronto claro que el autor del crimen era vecino de Fago o estaba relacionado con el pueblo.
La investigación se centró en dos líneas. Por una parte, los interrogatorios a los vecinos para averiguar si había alguien que sentía tal odio por el alcalde que pudiera haberle llevado a cometer un crimen. La segunda prioridad era localizar el coche de la víctima, en el que había huido el asesino. Y como punto de partida, además, la declaración de un neurólogo vasco, Íñigo Bidegain, de su mujer y de una niña que el matrimonio tiene en acogida. La noche del crimen los tres vieron el Mercedes de la víctima en la cuneta, en dirección contraria a Fago y con las luces largas puestas. Pararon para intentar ayudar pero un desconocido les ordenó que continuaran porque no pasaba nada, a pesar de que la ventanilla del conductor estaba rota. La descripción física del misterioso personaje, que llevaba una linterna frontal para que no se le viera la cara, coincidía con la de Mainar, pero en ningún momento le reconocieron.
Encuentran el coche
El coche de Grima fue encontrado a las 11 de la mañana del 14 de enero en un paraje próximo al lugar del asesinato. Ese fue otro de los hitos de la investigación, protagonizado por los agentes del Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil que durante larguísimas horas trabajaron sobre el automóvil en busca de pruebas.
Para entonces Mainar ya estaba entre el principal círculo de sospechosos. Se le tomaron dos veces declaración antes de su detención. En la primera se trató de una simple toma de contacto. Ya en ese momento hubo cosas que mosquearon a los investigadores. En la segunda, tras detectarse inexactitudes y contradicciones con el primer testimonio, se entró un poco más a fondo en la cuestión. No obstante, en esa ocasión lo más interesante para los agentes de la UCO era ver cómo se defendía el guarda forestal al sentirse acorralado por los datos. Volvió a la calle, aunque siempre con la sombra invisible de un tricornio detrás de él.
El 1 de febrero se terminó de cerrar el círculo. Un informe del Laboratorio de Criminalística implicaba a Santiago Mainar en el crimen, ya que su ADN fue encontrado entre los restos de sangre hallados en la zona del conductor del vehículo; en restos de sangre hallados en el exterior del cristal de un automóvil del guarda forestal, y en la zona del conductor, del volante, de la palanca de cambios y del freno de mano del Mercedes, aunque mezclado con otros perfiles genéticos. Y en las manos del sospechoso se detectaron residuos de disparo.
A la mañana siguiente Mainar fue detenido cuando salía de su casa en Fago. «Ya sé a lo que venís», les dijo a los guardias civiles, que le hicieron ver que si colaboraba podía ser todo mucho más rápido. Quería declarar incluso antes de que el equipo judicial estuviese formado y confesó el crimen antes de que eso se produjera. Luego lo ratificó.
Confesión
Según los presentes, para Santiago Mainar la confesión supuso una liberación. Por fin iba a explicar por qué había actuado así: «En otros tiempos quien derrocaba al monarca era el nuevo rey», había dicho en ocasiones anteriores. Su declaración, en la que dibujó a un alcalde déspota que actuaba deliberadamente contra sus intereses, fue un tanto atropellada.
Los investigadores no se conformaron con la confesión y decidieron comprobar cada uno de sus extremos. Fueron con él hasta el lugar donde dijo que encontró la escopeta que utilizó el crimen. Y lo más importante: en su declaración ofreció detalles del asesinato que no habían salido en los medios de comunicación y que por tanto sólo conocía el asesino, como el lugar desde el que se hizo el disparo.
En cualquier caso, la detención de Mainar estaba ya prevista antes de los informes de ADN: «Iba a ser arrestado un par de semanas después y probablemente hubiera confesado igual. En el fondo, quería contar lo que hizo y sobre todo por qué lo hizo», dicen las fuentes consultadas. «Mainar se sentía el liberador de Fago -añaden-. Se consideraba responsable por haber llevado allí a Grima y por tanto era él quien debía corregir ese error. Es un tipo de ideas claras, no duda en divulgarlas aunque eso tenga consecuencias para él. Tiene un concepto estricto de la rectitud y lo lleva hasta sus últimas consecuencias».
Ante el juez, Mainar se declaró inocente. «Confesé cosas absurdas para quitar presión al pueblo», se justificó, volviendo a aparecer con su perfil de salvador. Sin embargo, en prisión ha admitido ser el autor del crimen. Nunca ha implicado a nadie más en los hechos, aunque hay investigadores convencidos de que algún amigo le prestó la escopeta. Será el juicio, que se celebrará antes de verano, el que ponga cada cosa en su sitio.
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