JULIÁN ALONSO
Lunes, 15 de diciembre 2008, 02:49
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A los cien años, tras -como ella decía- haberse bebido un siglo sin quitarse la sed, ha fallecido Cres Sanz Ruipérez.
La poeta palentina de escritura más sencilla y más sincera, la que escribía sus versos para combatir el dolor que le marcara para siempre la vida por culpa de una guerra fratricida y absurda, la maestra de escuela que amaba a los niños, la mujer que sobrellevó con dignidad todos los reveses que le dio la vida sin una sola gota de rencor, nos ha dejado, pero -triste consuelo- nos queda su memoria y el regalo impagable de sus versos.
Conocí a Cres con motivo de la exposición 'Ars Poética' en 1992, y desde entonces no he podido menos que apreciarla. Por eso, cuando en 1998 se planteó hacerle un merecidísimo homenaje en Dueñas, la ciudad donde más tiempo ejerció como maestra, le escribí un poema que aquí reproduzco. Vaya aquí como recuerdo y memoria de una poeta humilde y con un coraje a prueba de todas las adversidades:
Evocación de Cres Sanz
'Tristes guerras
tristes, tristes.'
(Miguel Hernández)
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