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El público abarrotó el Auditorio Miguel Delibes./ H. S.
CULTURA

Candeal toca el cielo

El dúo vallisoletano y la Orquesta de Castilla y León lograron llenar el Auditorio de un público diferente

EMILIANO ALLENDE

Sábado, 13 de diciembre 2008, 02:40

Que el dúo Candeal es una referencia en nuestra ciudad no es una novedad. Treinta años cantando y un montón de incondicionales lo demuestran. Pero tal vez sea la noche de ayer la que ha supuesto para Félix y Toño el mayor éxito de su carrera. Lo que podríamos llamar 'efecto Candeal' hizo que el Auditorio se llenara de un público diferente. Y es aquí donde cabe apuntar al dúo el primer tanto. Estas personas descubrieron ayer que el magnífico templo que posee Valladolid para la gran música sirve también para ésta, de la que los grandes compositores tantas veces se han nutrido.

Este aprovechamiento de la música popular, procedente principalmente de su gran riqueza melódica, es el que viene proporcionando a Candeal una mágica conexión con el pueblo. Decía un viejo profesor que con la música tradicional sólo se pueden hacer dos cosas: dejarla tal cual es o desarrollarla utilizando al máximo las posibilidades orquestales, tal como hicieron Brahms o Dvorak entre otros. Candeal ha basado su prestigio en mantenerla casi intacta.

El concierto de ayer se sitúa en medio de estas dos vertientes, cosechando evidentes aciertos y sembrando a la vez algunas dudas. Entre los primeros, está la elección de las canciones, muchas de ellas de indudable valor. Candeal, además, ha logrado conectar también con el público, utilizando sabiamente las letras. Los comentarios de las mismas fueron ayer tan aplaudidos como las propias canciones. Hay otra virtud en Candeal, el equilibrio de sus dos componentes: Félix demostró durante todo el concierto que lo suyo no es la medida, sino la espontaneidad, la inspiración y la emotividad con que ataca cada frase. Toño, al contrario, es recio y seguro. Su melisma es tan rígido como cercano a la esencia del propio canto.

Las quince canciones que componían el concierto dieron juego para la expresión más íntima o el canto llano y la jota. Los músicos acompañantes lucieron sólo esporádicamente: el laúd de Alfonso Gato en la 'Ronda del majito' y el acordeón de Nicolás Falagán y las percusiones de José Antonio Fernández-Campomanes en el vallenato. Su presencia pide un poco más de protagonismo. El momento más emotivo se vivió con 'Levántate morenita' cuyo arreglo fue el más lucido para la orquesta. Alejandro Posada sacó todo el provecho posible de ella y concertó bien en un día nada fácil.

Y entre las dudas, citaremos los arreglos de Peter Hope, que, aunque correctos, no sacaron todo el provecho que algunos de los temas poseen, principalmente por el desconocimiento de las raíces rítmicas de la mayoría de ellos. Sin duda, músicos más cercanos lo hubieran hecho mucho mejor.

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