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Mª DOLORES ALONSO
Viernes, 21 de noviembre 2008, 01:42
El escudo floral de Valladolid que dará la bienvenida a los visitantes desde la ladera de Parquesol va viento en popa. Anteayer, miércoles, terminaron la alfombrilla de mortero fino granulado sobre el que asentarán las flores de colores correspondientes al fondo rojo, a las llamas doradas, a los castillos y a las espadas.
Aparqué un momento la bici y vi cómo remataban los picos de oro y plata de la corona real de nuestro escudo -lo que informa al turista de que la ciudad dependía del Rey y no de un noble-, y empezaban a rellenar con arbustillos o ramitas las treinta y dos hojas de la Laureada de San Fernando.
Me alegró comprobar que el relleno no era de laurel, porque, aunque los romanos creían que era la planta preferida de Apolo y que confería poderes proféticos al que dormía en sus ramas, a ningún Ayuntamiento -y menos en su cuarto mandato- le conviene dormirse en los laureles. Mejor emular aquella campaña televisiva, y a la voz de 'una hoja, una causa', abordar algunos de los problemas pendientes de la ciudad: calles sin asfaltar, atascos de tráfico que se prometen gloriosos a partir de enero, contaminación del aire, vertidos al Pisuerga, pisos que no se venden, creciente número de parados (a algunos empieza a faltarles lo más básico). Así hasta 32.
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