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Juan Diego Botto posa ante algunas de las imágenes usadas en la película. / TONI ALBIR-EFE
El Greco frente al Gran Inquisidor
CULTURA

El Greco frente al Gran Inquisidor

Juan Diego Botto disfruta del «malo más malo» de su carrera en un duelo interpretativo con el debutante Nick Asdon sobre la vida del pintor de Creta

MIGUEL LORENCI

Jueves, 20 de noviembre 2008, 02:20

Juan Diego Botto sale airoso del intenso duelo interpretativo que mantiene con el británico Nick Ashdon en 'El Greco. El último desafío a Dios', una gran producción sobre la vida del pintor cretense que dirige el también cretense Iannis Smaragdis. Con Laia Marull y Dimitra Matsouka en papeles protagónistas y una deliciosa banda sonora de Vangelis, la cinta llega mañana a cien pantallas españolas. El debutante Ashdon, que salta al cine desde los escenarios británicos, encarna al genial pintor enfrentado al que fuera su valedor y látigo, el cardenal Fernando Niño de Guevara (Botto) que llegaría a ser Gran Inquisidor. La tensión entre ambos personajes es el espinazo de esta coproducción greco-española, rodada en escenarios originales y en la que Juan Diego Botto admite haber disfrutado del reto de interpretar «al malo más malísimo de toda mi carrera».

«Cuando te ofrecen un malo, malo, tan malo no te puedes negar. Es un placer para cualquier actor. Este es el personaje más perverso de mi carrera; un malo de libro» explica Juan Diego Botto, que aceptó con gusto el reto que le planteó Smargadis. Niño de Guevara conocerá al Greco en Venecia, cuando el pintor ha huido de su Creta natal sometida por el férreo dominio de la Serenísima, y se abre camino en el taller de Tiziano. Será el religioso quien antes reconozca el gran talento del Greco y le ofrezca una salida y un lugar bajo el sol en la terrible y ultracatólica España de Felipe II.

Ambos acabarán enfrentados en una guerra sin cuartel en esa España intransigente y oscurantista del siglo XVI en la que el inquisidor tratará de condenar a la hoguera al pintor por sus libérrimos principios y su defensa de un arte a veces blasfemo.

Amancebado con Jerónima de las Cuevas (Laia Marull), padre de un bastardo y dueño de un genio sin par capaz de convertir sobre el lienzo en santos y apóstoles a los mismos pecadores que la Inquisición condenaba a la hoguera, el luminoso y orgulloso pintor desafiará con sus ideales al siniestro inquisidor.

«El gran desafío era expresar la fragilidad y las contradicciones de un tipo tan retorcido que cambia en odio su admiración por el Greco. Averiguar qué ocurre en la mente de un hombre que pasa de amar el arte a quemar vivos a inocentes en la hoguera», explica Juan Diego Botto. Admite el actor que apenas sabía «algo» del Greco y que lo desconocía «todo» del cardenal. Un Fernando Niño de Guevara pintado por el Greco en uno de los retratos más apreciados de la historia del arte, lienzo que está en Washington y que es a su vez leitmotiv de la película.

«He crecido como actor y me he divertido, aunque no esté plenamente satisfecho de un resultado siempre mejorable» dice Juan Diego Botto. Se ha inspirado «en lo más oscuro y lo más frágil del Gran Inquisidor, ansioso por ver cómo le pinta alguien capaz de transformar a pecadores en santos». Botto ha estudiado a fondo la pintura del cardenal «que cree que puede salvarse por un retrato que acaba reflejando su crueldad, sus manos como garras, su rigidez y su mirada despiadada»

En una interpretación que va de menos a más, Botto le gana el duelo a un competente Nick Ashdon.

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