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DOLORES ALONSO
Viernes, 7 de noviembre 2008, 01:49
Apagué el ordenador (media tarde buscando obras del Renacimiento para ayudar a los hijos con los deberes) y salí a la calle. Mientras cruzaba el Puente de la Hispanidad, sorteando baches de un carril bici algo decrépito, no se me iba de la cabeza ese cuadro de Rafael, 'La Escuela de Atenas'. En el centro, Diógenes, sentado en las escaleras como un mendigo, parece burlarse de las disquisiciones de filósofos y científicos. Junto al cruce de la Avenida de Salamanca con Puente Colgante, me llamó la atención un auténtico gentío (padres, hijos, nietos, amigos y vecinos), pasándolo pipa en el nuevo parque de Villa de Prado. Me recordó la película 'Love Actually ': «Dicen que en el mundo no hay amor, pero yo lo veo por todas partes».
Quizás la mecha del candil de Diógenes estaba chunga, porque él no encontraba un hombre y resulta que se ven por todas las esquinas. Personas cabales, a veces un poco cutres, otras veces excelentes, como los dos chavales que el viernes 31 se llevaron a un acogorzado semiinconsciente de la Plaza de la Universidad a su casa, mientras los de la ambulancia peroraban sobre decretos.
Al llegar al bar, tuve un lapsus; queriendo pedir ginebra con limón, dije: «una de cinismo con buen rollo». Para parecerme a Concha Chamorro ¡y olé!
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