Carol Brown, delante de uno de sus cuadros./ HENAR SASTRE
CULTURA

Orden musical

El Museo Gabarrón de Valladolid muestra las últimas pinturas de la estadounidense Carol Brown Goldberg

MARÍA AURORA VILORIA

Miércoles, 8 de octubre 2008, 02:39

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Las altas paredes grises de las salas de exposiciones del Museo Fundación Cristóbal Gabarrón de Valladolid son el mejor fondo para acoger las pinturas de Carol Brown Goldberg, porque desaparecen ante la explosión de color de los cuadros de gran formato de la artista estadounidense. Pinturas que atraen inmediatamente la atención del espectador, abrumado por el equilibrio, el movimiento, el brillo y las composiciones cromáticas que atrapan la mirada. Y surge enseguida un nombre, Kandinsky, al que su autora dice admirar profundamente, aunque prefiere sus obras de los años treinta a las primeras abstractas.

La exposición está formada por 42 acrílicos sobre lienzo realizados entre el 2005 y el 2008, su última serie, de los que algunos se muestran por primera vez. Sin embargo, hay en ellos dos etapas. En la primera surgen los círculos que servirán de base a toda la colección y en la segunda aparece el juego de líneas y trazos encerrados en una figura geómétrica, un cuadrado o un rectángulo. Luego, las dos se funden y dan lugar a infinitas composiciones, al tiempo que las tonalidades se van poco a poco aclarando.

Cálido y matérico

Organizada por la Fundación Cristóbal Gabarrón, la muestra ha iniciado en Valladolid un recorrido que la llevará el año próximo a la Casa Pintada de Murcia y a Madrid. Su comisario es Donald Kuspit, quien destacó en la presentación la belleza de la obra abstracta de Carol Brown.

En realidad, la artista representauna nueva abstracción basada conceptualmente en las ideas de David Bohm, quien ha integrado la física cuántica y la teoría de la relatividad para llegar a una distinta fórmula. De igual modo, las abstracciones de la pintora proponen una conjunción que tiene como resultado una estética en la que se mezcla lo cálido con lo matérico, Según explica Kuspit en el extraordinario catálogo -en español y en inglés- que acompaña la muestra.

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Él insiste en la belleza de lo no objetivo, pero al espectador no le hacen falta teorías para sentirse atrapado por los lienzos, creados a través de largos procesos de superposición de capas que no se anulan unas a otras, sino que las de abajo salen en algún momento a la superficie, y a las que Carol Brown da el movimiento de la música, porque su objetivo es expresarse a través de ella. Luego termina el cuadro con fragmentos de cristal pulverizado, ya que su obra -dice- está «inspirada en la naturaleza» y quiere lograr con ellos «reflejos en el agua».

Algunos de estos cuadros forman lo que ella llama «la etapa de Nueva York» y están inspirados en el atentado a las torres gemelas. Les ha llamado '9-11' pero no hay en ellos nada que los identifique con la realidad, ya que ha buscado mostrar la reflexión del Sol sobre los escombros, porque también en medio del horror se puede encontrar belleza.

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Pintura gestual, la artista utiliza los círculos como vehículo para el color -que tiene infinitas composiciones, a veces sobre fondos monocromáticos- y también para establecer un orden dentro del aparente caos de la composición.

Logra así esas pinturas que para ella son pura música -a veces, incluso, escribe la palabra en los títulos de los cuadros- y que, según el comisario, conectan otra vez con Kandinsky y sus disonancias.

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Es también la forma que la pintora tiene de mostrar sus sentimientos, su universo espiritual e íntimo, pero siempre a través de la búsqueda de un resultado estético con la máxima libertad. Porque, explica Carol Brown, en la superficie del lienzo se puede hacer todo lo que uno desee, «sin más limitación que el espacio».

En Nueva York, donde estudió, ha colgado su última exposición individual y también ha participado en varias colectivas.

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