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MÓNICA BERGÓS
Miércoles, 8 de octubre 2008, 02:37
Millón y medio de euros es la colosal suma por la que cinco vigas califales de la Mezquita de Córdoba, datadas en el siglo X, han acabado en manos del mejor postor. Decoradas con coloridos motivos florales, las milenarias piezas de madera se vendieron como lotes independientes en precios que oscilaron los 186.937 y los 403.153 euros, en una subasta de arte islámico realizada ayer en Londres.
La casa Christie's no reveló la identidad de los compradores, por lo que se desconoce si se trata de instituciones públicas, coleccionistas privados, y si algunas de las pieza volverá a España.
En cualquier caso, la venta ha puesto fin a un largo culebrón iniciado en el 2006, cuando se anunció una primera subasta. Entonces el Ministerio de Cultura y el Cabildo de la Catedral de Córdoba, institución religiosa responsable de la mezquita, pusieron el grito en el cielo y denunciaron una posible ilegalidad. La controversia paralizó el proceso, pero dos años más tarde, el Cabildo ha renunciado definitivamente a reclamar por la vía judicial la propiedad de los históricos tablones.
Los detalles de cómo salieron las vigas de la Mezquita de Córdoba -probablemente entre finales del siglo XIX y principios del XX- continúa siendo un misterio, y esta incógnita parece ser la clave por la que la institución cordobesa dejó de reclamar. Al parecer, en un juicio no podría demostrar que éstas fueron extraídas de España de manera ilícita. Se ha rumoreado que habrían sido vendidas, algo que el Cabildo niega.
Olvidado
El arcediano y vicario general de la Catedral de Córdoba, Fernando Cruz Conde, aclaró además que la renuncia a continuar con el litigio se debía a que era «altamente improbable» que los tribunales británicos admitieran el Real Decreto de 1926, por el que se atribuye al Cabildo la titularidad y que había servido previamente para recuperar otros siete tablones que iban a subastarse en Madrid.
Uno de los últimos propietarios de las vigas es un ciudadano suizo, cuyo suegro las adquirió en el sur de Francia, en los años cincuenta. Durante décadas permanecieron olvidadas en el suelo de un granero, hasta que en el 2003 se las vendió a un amigo, quien supuestamente habría intentado sacarlas a subasta en 2006.
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