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JOSÉ MANUEL CUÉLLAR
Sábado, 20 de septiembre 2008, 03:33
Aparece Sam Querrey por el patio de cuadrillas y es el Joker de Batman. Clavado, comisuras en las orejas como si se riera del mundo. Pero no tiene ni pizca de gracia, ni pizca. Desde su 1,98 y sus golpes planos amenazaba tormenta de la gorda. La altura del escenario tampoco tiene gracia ni el discurrir del sol hasta ponerse en lo alto que hace la bola más viva y el saque más acelerado. Todo eso es americano, bazas de ellos, munición contra los españoles. Pero aún así, con el aceite hirviendo que derramaba Querrey desde sus almenas, los analistas miraban con displicencia hacia la pista. «¡Paquetón, filete, maletilla!». No les gusta Querrey a los puristas. Demasiado grande, torpón en los movimientos, errático cuando dispara en marcha. El asunto era Rafa, al que sólo había que esperar: «Ya llegará». No lo hizo en el primer set porque Querrey lanzó su saque plano a tal velocidad que no se veía, y luego una derecha sólida. Sam leyó el guión que le dio el tío Sam y el Morenito de Manacor se vio en problemas. Saque abierto y derecha de ventilador. Y aún así, jugando al tran tran, Rafa se mantenía en la pelea. Perdió la muerte súbita porque hizo una doble falta en el momento más inoportuno.
Así que tocó levantar el partido a puro músculo. Entró en juego pronto, subía él y vio que en el camino de bajada se cruzaba con Querrey, que se iba desmoronando. Fue un asunto físico. Una tarea de demolición trazada con paciencia y perseverancia. En la segunda hora de partido el sol le derretía la gorra, el cuero cabelludo y los sesos. A Rafa esas cosas -el sudor, el calor asfixiante, el polvo reinante, el juego de minero- le eleva enteros. Aunque perdió su primer servicio remontó en el cuarto, recuperó el 'break' y comenzó a ahogar al gigantón. Cuando rompió de nuevo en el momento oportuno, en el décimo juego para igualar el choque, el aire olía a norteamericano fiambre.
Ferrer de granito
El segundo partido discurrió entre el primer servicio de Roddick y el entrar y salir del encuentro de Ferrer. Con servicios de 239 kilómetros por hora, ni siquiera David era capaz de ver la bola. Cuando Andy atinó (segundo y tercer set), todo parecía perdido para Ferrer.
Pero David es de granito, dedos de acero para aferrarse a la pista. Al alicantino hay que sacarle de la pista con los pies por delante para ganarle. Con una sola rotura de servicio sobre el saque del rival se mantuvo en juego, alargando los puntos, cargando sobre el revés de Andy, aprovechando los pocos segundos saques del rival.
Con trabajo de hormiga, Ferrer fue andando pasito a pasito, sin desmayo, hasta que en el decimotercer juego Andy falló una volea de revés y se fue al mismo cementerio que Sam.
España gana 2-0, una ventaja que, visto lo visto, jugado lo jugado, colocará a los hombres de Emilio Sánchez Vicario a la final de la Ensaladera. Incluso con Pedro Muñoz en la grada haciendo la ola al compás del Príncipe de Asturias. España puede con USA.
La altura de Nadal
No dijo «ya os lo dije», pero lo insinuó hasta casi decirlo. Nadal ya había advertido sobre la dificultad de acometer a los norteamericanos a 600 metros de altitud, y nada más acabar el partido lo volvió a refrendar: «Espero que la gente se haya dado cuenta de que no eran excusas. La altitud lo ha hecho mucho más complicado porque ya han visto que Querrey restaba tres metros detrás de la raya y aún así golpeaba la bola por encima de la cabeza».
El español aseguró que había sido tan difícil como había parecido desde fuera: «Sam es muy buen jugador, sirvió muy bien y a mi la altura me dificultó restar. Estaba intentando entrar de continuo dos metros más arriba y al final lo conseguí. Eso me dio el triunfo». Volvió a insistir en su falta de frescura, pero «a medida que he ido compitiendo y con la ayuda del público, que ha estado fantástico, he podido ir sintiéndome mejor».
David Ferrer estaba pletórico: «Nunca lo vi perdido. Es lo bueno de jugar a cinco sets, que siempre puedes volver y yo lo he conseguido. El problema del segundo y el tercer set ha sido simplemente que Roddick ha servido muy bien».
Emilio Sánchez Vicario elogió el trabajo de los suyos porque «son excelentes jugadores, muy duros mentalmente y hoy lo han demostrado». Sobre las quejas de Roddick comentó que «no ha sido nada. Había mucha tensión en la pista en esos últimos puntos y se ha quejado del público, pero ha sido más por los nervios que por otra cosa».
Andy Roddick apareció con una cara que le llegaba al suelo. Fue parco en palabras, pero estuvo correcto: «Creo que jugué bien todo el encuentro, lo que pasó es que Ferrer subió su nivel y acabó restando muy bien. Ha sido un partido duro. Ya sabíamos que los españoles, tanto física como mentalmente, estarían a tope».
Por el contrario, Querrey estaba contento porque pensaba que no lo había hecho mal: «Jugué bien, pero Rafa es duro, demasiado duro para mí».
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