Confesionalidad, laicidad y laicismo
ALFONSO MARÍA FRECHEL MERINO, CANCILLER DEL OBISPADO
Domingo, 14 de septiembre 2008, 04:12
R EITERADAMENTE, ya hace tiempo, me han pedido muchos laicos, o sea seglares, que les explique lo más claramente posible qué es eso del Estado laico o no laico, porque la mayoría de la gente no se aclara con el tema y no acaban de entender por qué surgen polémicas entre los dirigentes políticos y los religiosos sin que puedan entenderse entre ellos. Me decido, por fin, a hacerlo y quisiera que fuera en el lenguaje más llano y lo más nítidamente posible para que lo entendieran todos bien.
Por eso, antes de entrar en el asunto concreto, estará bien recordar que 'laico' en el lenguaje católico es sinónimo de 'seglar'. Es decir, los laicos son todos aquellos que no han recibido órdenes sagradas, y por lo mismo no son obispos, presbíteros ni diáconos. Los laicos son todos los demás fieles que componen la mayoría del pueblo cristiano.
También es sinónimo de 'lego', como se decía antes de aquellas personas que vivían en los conventos pero no habían recibido las órdenes sagradas.
Y es que laico o lego etimológicamente provienen del griego 'laos' que significa 'pueblo' y así el laico sería sencillamente el componente del pueblo, con lo que todos ellos vivirían su laicidad y juntos constituirían su Estado Laico. Simplemente quiero añadir que en siglos pasados también se ha hablado de la laicidad como exclusión de la religión, perdiendo su acepción de origen, y coincidiendo con lo que hoy es el laicismo. Hechas estas premisas, procuraré sintetizar.
El Estado Confesional es aquel que tiene una religión concreta como oficial del mismo, e incluso sus leyes civiles se tienen que ajustar a los preceptos religiosos. Así son la mayoría o totalidad de los Estados Musulmanes. También el Reino Unido tiene el Anglicanismo como religión oficial y la propia reina de Inglaterra es su jefa.
El Estado Laico o Aconfesional es, en cambio, ese que no tiene ninguna religión como oficial, pero admite y respeta todas las razonables y tiene en cuenta sus mayorías para colaborar con ellas en el bien común de los ciudadanos, dentro de los principios de libertad religiosa y neutralidad del Estado. Benedicto XVI lo llama 'sana laicidad' y es lo propio en democracias.
El Estado Laicista o Anticonfesional es el que prácticamente no admite ninguna religión, o incluso las persigue, queriéndolas reducir, en el mejor de los casos, al ámbito de lo privado y no cuentan para nada. Así lo han hecho siempre los regímenes comunistas.
¿Cuál es el ideal? Naturalmente el Estado Aconfesional o Laico donde el pueblo es el que se gobierna y propone sus leyes, pero no es indiferente al sentir religioso mayoritario y colabora con esa confesión religiosa mayoritaria -sin rechazar a priori a otras posibles- en todo lo que sea mejor para el bien común de la Sociedad. Ignorar a esa mayoría, o ir en su contra, significaría convertirse en anti-confesional y laicista, cosa hoy no hacen los Estados más importantes de la democracia mundial.
La Iglesia católica lo tiene muy claro y su Derecho Canónico no admite que ningún miembro de la jerarquía eclesiástica pueda intervenir en asuntos civiles o pueda ser miembro de parlamentos o ayuntamientos.
Otra cosa es que pueda opinar y que los 'laicos' católicos tengan todo el derecho a intervenir en el gobierno de su nación y deban hacerlo conforme a su recta conciencia. Lo deseable es una 'sana colaboración' entre Estado e Iglesia.
Y lo que ciertamente no es admisible es que el Estado se convierta en 'religión' y quiera adoctrinar a todos con el mayor absolutismo imponiendo, por ejemplo, sus ideas a los padres de familia en la educación de sus hijos, cuyo derecho es inalienable. Saque cada uno sus propias consecuencias.
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