«La mentira es necesaria para evitar en ocasiones daños mayores»

El telón del Principal se alzará hoy, a partir de las 20,30 horas, para recibir al actor Juan Luis Galiardo, que regresa al Festival de Teatro Ciudad de Palencia con la obra 'Humo', donde también es el productor. El actor comparte escenario con la actriz Kiti Mánver, y ambos son dirigidos por Juan Carlos Rubio. 'Humo' cuenta la historia de Luis Balmes, un hombre que se gana la vida ayudando a todo el que pague por ello a librarse de la peligrosa adicción al tabaco.

-Vuelve usted al Festival de Teatro Ciudad de Palencia con 'Humo', tras haber acudido con 'Las últimas lunas' y '10'. ¿Tiene para usted el Festival de Palencia algún significado especial?

-Palencia desarrolla una gran labor teatral desde hace muchos años, y este festival, en concreto, da vida a una vocación que es el teatro. Además, el público de la capital es un público entendido en los aspectos y matices teatrales, porque muchas veces encuentras espectadores que han perdido el hábito de ir al teatro y lo ha sustituido por ver la televisión. Hay franjas narrativas del sainete y la comedia que están ocupadas por la televisión en el consumo de los espectadores. El teatro no es un bien de primera necesidad, pero es una disciplina que ayuda a ser humano, a saber escuchar.

-¿Cree que el Festival Ciudad de Palencia ha ido cogiendo prestigio con el paso de los años?

-Sin duda alguna. Los festivales de teatro son los únicos que pueden hacer frente a la televisión, ya que crean una programación continuada que permiten al espectador renovar el hábito de asistir al teatro.

-¿Y Palencia, tiene para usted la ciudad un significado especial?

-Yo estoy vinculado a esta ciudad a través de la actriz palentina Elena Anaya, una mujer encantadora. Mi vínculo con Palencia es a través de las personas. Aunque acudí a una de las piscinas de la capital y las personas me atendieron muy bien.

-¿Qué le atrajo de 'Humo' cuando decidió aceptar el papel de Luis Balmes?

-El tema de las apariencias y las mentiras que aborda la obra, porque yo he tenido que trabajar bastante para salir de una vida llena de mentiras de todas las clases. En algunos aspectos, sí me parezco al personaje de Luis. Para mí, esta obra es un trabajo de crecimiento humano y una terapia, porque en la actualidad es así como concibo a este arte.

- La obra 'Humo' habla la necesidad de mentir que tiene el ser humano. ¿Cree que es necesario mentir para poder sobrevivir en la sociedad?

-Es necesario mentir, pero hay que hay que ser consciente de que se está mintiendo. La mentira es necesaria para evitar, en algunas ocasiones, daños mayores. Lo que pasa es que vivir instalado en la mentira es un acto de locura.

Satisfecho con la obra

-¿Cree que la obra refleja bien la situación de la sociedad actual en la que la apariencia no se corresponde en muchos de los casos con el carácter real de las personas?

-Absolutamente. Uno de los grandes problemas del ser humano es que no acepta su destino que es la muerte. No aceptamos nuestras limitaciones y vivimos en una sociedad que nos obliga a hacer más de lo que podemos. El ser humano habla muy poco con él mismo, vivimos muy hacia fuera, y esta es la causa de la tragedia de la apariencia. Mi vida ha sido muy dolorosa durante mucho tiempo por no escucharme y aceptarme tal como soy.

-En la obra se entremezclan la risa y el llanto. ¿Qué es más difícil: hacer reír o emocionar a los espectadores?

-Lo más difícil es hacer sonreír al público. Para llegar al llanto hay caminos más fáciles para un actor.

--Usted también es el productor de la obra. ¿Cómo compagina los dos cargos?

-Desde hace muchos años tengo que producir muchas de las obras que hago. Cuando se tiene una determinada edad es inevitable ser productor, ya que es una manera de hacer lo que te gusta. En ocasiones no puedes estar en el mercado de la oferta y de la demanda, tienes que convertirte tú en ley de oferta y demanda. He cambiado el sentido de mi vida muchas veces, también para convertirme en productor, así que cuando me hablan de la reencarnación, yo les digo que soy un propio reencarnado.

-¿Qué tal ha sido la experiencia de ser dirigido por el escritor y actor Juan Carlos Rubio, que se pone al frente de la dirección por primera vez?

-Ha sido una experiencia hermosa, no exenta, como siempre, de tensiones. Hemos tenido que transitar hacia profundidades del alma que a veces son fuertemente dolorosas.

-¿Y compartir escenario con la actriz Kiti Mánver, con la que vive una historia de amor en la obra? ¿Hay química con ella?

-Hay mucha química con ella. Desde hace tiempo andaba buscando una compañera como ella. Yo perdí cuando era muy joven a mi madre, y ello me llevó a unos desgarros emocionales y a unos enfrentamientos con la vida y con mi familia. Para mí, la mujer siempre ha sido un marco de referencia de una enorme fuerza, pero también de una enorme distorsión, ya que muchas veces, en el pasado, cuando creía que buscaba una pareja, estaba buscando una madre, lo que me creó muchas confusiones. Por eso, en el escenario buscaba a una mujer profunda, y en Kiti Mánver la he encontrado.

Una persona diferente

--Como actor que ha trabajado tanto en cine, teatro y televisión. ¿Qué le aportan los escenarios que no le aporten los otros dos medios?

-El teatro para mí es una terapia profunda a través de los personajes que interpreto. Si llevara una tarjeta de visita sería actor de teatro, ya que trabajar en el cine y en la televisión en un pseudo-oficio.

-¿Por qué ahora se eligen a tantos actores conocidos por la televisión para hacer papeles para el teatro?

-Hay que tener cuidado con estos actores, ya que algunos son pan para hoy y hambre para mañana. Muchos empresarios quieren tener un gran impacto con muchos actores televisivos y no siempre lo consiguen. Hay trabajos interpretativos que requieren madurez, y muchos actores jóvenes no la tienen. Con los años se gana en sentimientos, como yo, que soy un ser renovado.

-Tras más de cuarenta años en los escenarios y en los platós de cine y televisión. ¿Le queda algún personaje que le gustaría interpretar?

-Interpretar a un anciano digno que se quiere marchar de este mundo con la satisfacción del deber cumplido