Veinte años de memoria
Mañana se cumple el vigésimo aniversario del fatídico accidente que costó la vida a Rosa Manzano, Alberto Acítores y Santiago Amón
JOSÉ MARÍA DÍAZ
Domingo, 29 de junio 2008, 03:31
«Cuando comenzó el acto oficial y vi que todavía no habían llegado, ya me di cuenta de que algo no iba bien. Rosa me había asegurado esa misma mañana que iban a venir en helicóptero y no era normal que tardasen tanto», rememora Agustín Manrique, quien fuera secretario particular y hombre de confianza de Rosa de Lima Manzano durante su etapa como goberandora civil de Palencia (de diciembre de 1982 a diciembre de 1987).
Pero en aquellos primeros momentos del 30 de junio de 1988, nadie podía imaginar que se había producido la terrible tragedia que se conoció en la madrugada siguiente. Rosa de Lima Manzano, en aquel momento era directora general de Tráfico, había anunciado su presencia en Aguilar de Campoo para asistir a la entrega del premio Europa Nostra a la Asociación de Amigos del Monasterio de Santa María la Real, acto que presidió la Reina, Doña Sofía.
La directora de Tráfico partió de Madrid a primeras horas de la mañana en un helicóptero, acompañada del diputado socialista y secretario provincial del PSOE palentino, Alberto Acítores, y del escritor y crítico de arte Santiago Amón, quien al igual que sus dos acompañantes estaba profundamente vinculado a Palencia. En la aeronave viajaban también los pilotos de la Dirección General de Tráfico Santiago Aizpurúa y Manuel Moratilla.
Se esperaba su llegada a Aguilar de Campoo hacia las 11 de la mañana, pero cuando a mediodía comenzó el acto oficial, y no habían hecho acto de presencia, los más allegados comenzaron a inquietarse, aunque en aquel momento fueron los menos quienes estaban verdaderamente preocupados. «A la hora de la comida, ya no podía aguantarme, y comencé a llamar a Madrid, a Tráfico, pero nadie sabía nada. Yo estaba con Lagunilla -diputado socialista-, con Esteban Egea, que era goberador civil y con Domingo Ferreriro, que era el delegado del Gobierno, y todos me decían que estuviera tranquilo, que no había pasado nada, pero yo sabía que algo iba mal», explica Agustín Manrique, que en aquel momento era también secretario de Organización del PSOE.
La confirmación llegó de madrugada, hacia las cinco y cuarto, cuando los equipos de rescate consiguieron localizar los restos del aparato y de sus cinco ocupantes en una zona escarpada de Guadarrama, a 70 kilómetros de Madrid. Pero, ya desde la medianoche, en la Subdelegación del Gobierno en Palencia se tenía constancia de que se había producido la tragedia. «Nos pasamos toda la tarde y toda la noche pegados al Ericcson, el teléfono que teníamos para hablar con los ministerios. Y a medianoche ya sabíamos que había habido un accidente, pero no se hizo oficial y se divulgó hasta que se localizaron los restos, ya muy de madrugada», explica Manrique, quien recuerda aquella jornada como una auténtica locura de llamadas cruzadas, en las que nadie parecía saber nada.
Palencia despertó el 1 de julio de 1988 conmocionada por la noticia. Habían muerto, no sólo el líder de los socialistas, sino también quien durante los últimos cinco años había sido la gobernador civil y uno de los mayores intelectuales de la provincia, ya que aunque nacido en Baracaldo, el propio Santiago Amón, no dudaba en reconocerse a sí mismo como un «palentino hijo de la emigración».
Hoy, veinte de años después, la memoria de los tres fallecidos sigue viva entre la sociedad palentina, del mismo modo, que aún permanecen con total vigencia algunos de los proyectos que comenzaron a impulsar desde sus respectivas responsabilidades profesionales. Algunos, de plena actualidad, como el soterramiento del ferrocarril o la transformación en autovía de la carretera a la localidad zamorana de Benavente.
Los funerales por los cinco fallecidos se convirtieron en verdaderas muestras de dolor, pero a la vez de cariño y consuelo hacia las familias. En Torquemada, villa natal de Alberto Acítores, miles de palentinos se dieron cita para despedir al diputado y secretario general del PSOE. A ellos, se unieron algunos de sus grandes amigos, como los entonces ministros José Barrionuevo y Javier Sáez Cosculluela, además de la esposa de Felipe González, Carmen Romero.
Rosa de Lima Manzano, fue enterrada en Burgos, con una importante presencia de miembros del Gobierno, mientras que tanto Santiago Amón, como los dos pilotos del helicóptero recibieron sepultura en el cementerio madrileño de La Almudena.
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