Andy Cartagena, espectacular y a hombros en la Feria de San Isidro
BARQUERITO
Domingo, 18 de mayo 2008, 02:23
No fue corrida espectacular ni propicia. Tomaba antigüedad la ganadería, San Pelayo, tercero de los hierros de la familia Capea. Moura trajo a pista un tordo llamado Castelo,que le puso al toro los pechos en el hocico y toreó por delante con elasticidad notable. Cuatro embroques de muy alto nivel. El cuarto, reunido en el mismo platillo, sobresaliente.
Hubo un alcance del caballo en la salida de la tercera farpa. Por exceso de confianza y de calma. A toro apagado, Moura tuvo que meterse en su terreno. Lo hizo con un caballo de subyugante belleza, el bayo Girasol. Una estocada atravesada y cinco descabellos, y sólo por los descabellos pie a tierra se quedó sin reconocimiento faena tan distinguida. Un pinchazo, una estocada, un descabello. Y una idea clara: al cabo de treinta años en el oficio y el tajo, Moura padre no ha perdido ni la ilusión ni el estímulo.
A los dos toros de su lote Moura los cambió de tercio con sólo un rejón de castigo. Tanto Pablo Hermoso como Cartagena apuraron el cupo de dos. Antes o después, esos otros cuatro toros se acabaron parando o viniendo abajo. El primero de Pablo, de indefinida querencia pero muy distraído, pegó arreones.
Cartagena tenía ganada y bien ganada una oreja del tercero, el único toro de la corrida que se vino arriba en banderillas, pero una estocada caída provocó vómito horrendo y se arruinó la fiesta. El cotarro se alborotó durante la lidia del sexto. Andy batió en raros escorzos forzados y en tablas. Esperó entonces el toro. La tercera farpa la clavó Andy tan a la grupa y tan despegado que salió rebotado. Pero de pronto hubo un golpe de teatro.
Andy lleva en la cuadra un seductor caballo tordo vinoso llamado Pericalvo, que es el nombre de una finca de bravo de Salamanca. El caballo se queda con la gente: porque se balancea mientras piafa en el mismo sitio como si contoneara retorciendo los remos. Un aire muy heterodoxo. Se puso incandescente el ambiente. Una farpa en todo lo alto, desplantes, descolgadas de Andy. Y, luego, las cortas al violín sobre el infalible Carioca. Y una estocada sin puntilla. Dos orejas.
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