Unamuno marca el rumbo
Un biznieto del escritor bilbaíno reúne los artículos que publicó en El Norte de Castilla durante la Segunda República
A. CORBILLÓN
Martes, 13 de mayo 2008, 02:43
La sombra que aún proyecta la imagen del Miguel de Unamuno más castellano ha tapado en ocasiones su visión abierta, comprometida y plural del tiempo que le tocó vivir. Del pensador bilbaíno, enamorado de aquella «Castilla, madriguera de recios hombres», ha calado en algunos círculos una imagen mitificada, definida por algunos episodios lapidarios, como aquel «venceréis, pero no convenceréis», que espetó al general de la Legión Millán Astray el 12 de octubre de 1936 en Salamanca, apenas mes y medio antes de morir en la misma ciudad.
Para derribar parte de lo que pueda quedar de ese mito están sus muchas colaboraciones con la prensa en España y el extranjero, que poco a poco, se han ido recuperando. Ahora le toca el turno a las que realizó en EL NORTE DE CASTILLA.
Mariano del Mazo de Unamuno, palentino, biznieto e hijo de periodista, ha recopilado sus trabajos en el periódico, que publicó entre el 30 de octubre de 1931 y el 23 de mayo de 1934. Son 22 artículos a los que se suma otro iniciático de 1912, así como siete conferencias pronunciadas en Valladolid y Palencia. Hay en los textos una visión un tanto agónica de un tiempo, la Segunda República, en la que ya se afilaban los cuchillos de lo que iba a ser la sangría nacional a partir de 1936. A la excepcionalidad de aquel trozo de historia, se añadía el drama de la propia vida de Unamuno, que sufrió en aquel intervalo la muerte de su hija Salomé (1933), a la que siguió la de su mujer, Carmen Lizárraga (1934).
«A mi bisabuelo le motivó a publicar en prensa el descontento de los intelectuales de la época, pero también la rebeldía frente al poder», resume Mariano del Mazo. Pero hubo un matiz pecuniario. «Esas colaboraciones en prensa eran lo que económicamente salvaba a la familia -continúa-, ya que sus libros no fueron rentables hasta después de su muerte».
Dolor patrio
Don Miguel, atormentado por sus dudas religiosas, se rebela en sus opiniones sobre lo terrenal como un hombre combativo y lejos del 'chaqueteo' político de aquella época. En el primer artículo de aquella serie, publicado en EL NORTE el 30 de octubre de 1931, habla Unamuno de lo que llama el 'español de cemento', para referirse al adoctrinamiento social de los republicanos. «Me da miedo ese español de santo y seña, de disciplina, de partido, que me dicen que está fraguando la República, esta quisicosa ya casi mítica».
De hecho, Mariano del Mazo considera que «muchos de sus artículos tienen vigencia y pueden citarse hoy para discutir temas actuales sin que hayan envejecido». Textos en los que floreció un periodismo literario como prolongación de sus ensayos. Unamuno llevó a ras de tierra su «me duele España», el lamento de lo que fue antes el país (dictadura de Primo de Rivera) y en lo que se estaba convirtiendo: un país, dos Españas, de las que una mitad iba a helar el corazón de la otra.
El azote nacionalista, el laicismo, el idioma, el derrotismo político... A veces con aire un tanto mitinero o mesiánico (propio por otra parte de los articulistas de la época), nada escapa al análisis mayestático de Unamuno. «¿Que qué partidos formarán en el Gobierno de aquí a un año? Esto no importa a lo sumo sino a los partidarios y acaso ni a éstos. Partidos, por lo demás, que no son sino nominales. Los programas se reducen a nombres y luego los nombres a fórmulas casi algebraicas: PRR, PRRS, FAI, CNT...», afirma en 'Profecías', en la edición de EL NORTE del 13 de enero de 1933. Cambiando las siglas ¿acaso no valdría en el discurso político actual?
Por eso, el autor y editor de esta recuperación de los artículos unamunianos (que publica la editorial palentina Región Editorial) considera que el acercamiento a estos textos es «un instrumento para el debate y el pensamiento actual», concluye Mariano del Mazo de Unamuno.
Hay además en ellos una recurrente temática castellana sobre despoblación y abandono de los campos. Otro tema contemporáneo convertido en agenda por todos los gobiernos regionales modernos aunque después nunca lo desarrollen-. Lógico en un hombre que siempre dijo «contarme como un castellano».
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