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Manolo Sánchez y su cuadrilla, en el coche de caballos, minutos antes del comienzo del desfile. / HENAR SASTRE
CONTRAPORTADA

Un paseo en carruaje

Manolo Sánchez fue el único diestro que acudió en coche de caballos a la plaza de toros de Valladolid

CRISTINA VASCO

Lunes, 12 de mayo 2008, 03:41

A las puertas del hotel Recoletos de Valladolid, frente al Campo Grande, tres carruajes esperaban ayer a los valientes que se jugarían la vida ante los astados en la Corrida Goyesca que se celebraba una hora después.

Eran las cinco de la tarde -la hora más taurina del día- y una pequeña multitud se agolpaba en el Paseo de Recoletos. En el público se mezclaban los vallisoletanos contemporáneos con algunos que habían regresado del siglo pasado para presenciar la salida de los toreros del XXI. Entre ellos, un sacerdote -con su sotana abotonada desde el cuello hasta el suelo-, varios caballeros -tocados con altísimas chisteras-, un pastor y algunas campesinas -con sombreros de paja-. Para pasar el rato, y guiados por la curiosidad, los más pequeños se acercaban a los caballos que tiraban de los carruajes. Los más atrevidos, incluso los tocaban. Los mayores curioseaban los tres coches de época -un Rolls Royce, un Wolseley y un Delehaye de principios del siglo pasado- que cerraban el desfile. Todo ello con un ojo puesto en la puerta del hotel -y las manos en el teléfono móvil- esperando a las verdaderas estrellas de día.

Y los astros no se hicieron esperar. Al menos no todos. La cuadrilla de Manolo Sánchez fue la primera en aparecer. El vallisoletano salió poco después. Entre aplausos, el diestro subió al carruaje, desde donde se dejó fotografiar mientras saludaba al público.

El primer carruaje avanzó y el segundo grupo de banderilleros traspasó la puerta del hotel. Momentos después la comitiva recorría el Paseo Recoletos, con el tercer coche de caballos vacío y dejando a los asistentes con la boca abierta. «¿Dónde está El Juli?», preguntaban, «¿y Talavante?». Los curiosos no sabían que ambos toreros habían declinado la invitación de acudir a la plaza en carruaje y que llegarían en su propia furgoneta. Manolo Sánchez, por su parte, disfrutó del recorrido por el paseo de Zorrilla, en el que vio y pudo ser visto por los vallisoletanos. Un buen comienzo para una tarde que terminó con su salida por la puerta grande.

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