La hija del 'monstruo de Amstetten' exculpa a su madre de los abusos
Elisabeth Fritzl declara que pasó los primeros nueve meses del cautiverio atada con una cuerda y que los niños fueron testigos de las violaciones en el zulo
ENRIQUE MÜLLER
Domingo, 4 de mayo 2008, 02:30
En la noche del 28 de agosto de 1984 y mientras el resto de su familia dormía plácidamente, Josef Fritzl se dirigió a la habitación de su hija Elisabeth, la despertó y le ordenó, en voz baja, que le acompañara hasta el sótano. Cuando llegaron a una habitación habilitada como dormitorio, el hombre la anestesió con éter y la mantuvo esposada a una cañería durante los dos primeros días de su largo calvario. El sábado pasado, Elisabeth logró salir de la cárcel que su padre construyó para mantenerla encerrada como esclava sexual y cuando supo que ya no corría el peligro de regresar al sótano, relató a la Policía su larga historia de terror.
La edición electrónica de la revista 'Der Spiegel' reveló ayer algunos detalles de la confesión de Elisabeth que ofrecen una nueva muestra de la brutalidad de su padre a quien todo el mundo conoce como el 'monstruo de Amstetten'. Según la mujer, durante nueve meses estuvo atada con una cuerda que le permitía alcanzar el inodoro. Los primeros nueve años de su cautiverio transcurrieron entre cuatro paredes y sólo en 1993, su padre habilitó otras habitaciones en el zulo. «Los tres niños que nacieron en el sótano fueron testigos de las violaciones», señala la revista.
Durante su primera y última declaración a la Policía, Elisabeth exculpó a su madre del calvario que sufrió durante 24 años y reveló que siempre había recibido alimentos y vestidos de su padre. Según el protocolo de la confesión, Elisabeth habría señalado a la Policía que su madre no sabía nada de su calvario y, por lo tanto, no tiene nada que ver en la tragedia. «No se por qué mi padre me escogió. Desde que tenía 11 años siempre abusó de mi en la casa, en el sótano y en el coche», declaró Elisabeth, cuando las autoridades le prometieron que nunca más volvería a ver a su padre.
Al día siguiente, Josef Fritzl confesó sus pecados, reconoció la paternidad de los hijos que dio a luz Elisabeth en el sótano, pero dijo que había encerrado a su hija para protegerla de las drogas y que siempre había sido una niña muy difícil.
Permiso para reforma
La tesis policial es que, tras obtener la autorización para llevar a cabo la reforma de su casa, el 'monstruo de Amstetten' construyó más de lo permitido, pero tapó luego lo que no estaba en los planos, por lo que en la habitual inspección realizada posteriormente no se descubrió nada. «Imagínese la pared de un sótano y le dicen que ahí se termina. Pero detrás de la pared había más», explicó un responsable de la inspección.
Hasta el pasado domingo Amstetten lucía con orgullo el título de ser el municipio más innovador de todo el país. Ahora, el sótano de la Ybbstrasse quedará grabado para siempre en la historia de la ciudad.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.