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Patxi Martín
Lunes, 24 de marzo 2008, 01:20
Es temporada de pasos, de formaciones de penitentes, de movimiento de nazarenos, de pasión, dolor, recuerdo e imágenes en llanto. Salen los capirotes, se preparan los cilicios, los uniformes se desempolvan, las insignias se alzan. En contraste, muchos de los que desfilan marcharán descalzos para enmendar culpas, representar el dolor del Cristo o para seguir tradiciones inmemoriales. Pienso en ellos cuando transito por las calles, con mis pies bien protegidos gracias a unas botas de cuero de gruesa suela, pero que hasta me parece insuficiente al observar la cantidad de porquería que los humanos desparramamos por los suelos. ¿Pies descalzos frente a superficies vestidas de heces, chicles, papeles, vidrios, grasa? Tal vez se desprenda cierto simbolismo de la estampa. La humildad cristiana frente al despilfarro capitalista; la concentración introspectiva frente al desdén inconsciente; la emulación del dolor contra la ansiosa búsqueda continua de la felicidad... Posiblemente a nadie satisfaga esta reflexión pero, en cualquier caso, ¿con qué ahínco ensuciamos las calles!
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