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VIDA Y OCIO

Sexy a los cincuenta

Cada día más mujeres se apuntan a la revolución de las 'maduritas estupendas'

ARANTZA FURUNDARENA

Domingo, 23 de marzo 2008, 01:24

Sharon Stone acaba de cumplir medio siglo. Y como diría Jane Fonda en su famoso anuncio de cremas: «No está mal, ¿verdad?». No, no lo está. Y ella jura además que no ha pasado por el quirófano. ¿Miente la Stone? Seguramente, no. En la era del ácido hialurónico, del bótox, de la mesoplastia, de las enzimas y del entrenador personal, el sueño de llegar a los cincuenta manteniendo intacto el 'sex-appeal' de los treinta es ya una realidad al alcance de muchas mujeres; incluso,una necesidad que empieza a extenderse como una mancha de aceite (de onagra, o de omega-3) entre las maduritas que se resisten a ser 'invisibles'. Son tantos los tratamientos, tanta la oferta cosmética y tantas las posibilidades para 'congelar el tiempo' que Dorian Gray podría haberse ahorrado el retrato hoy.

«La que hoy tiene cincuenta y tantos y está vieja y fea es porque quiere, porque no tiene humor, o porque carece de tiempo o dinero...» La frase puede sonar algo cruel, pero procede de Estrella Pujol, una enfermera que lleva un cuarto de siglo trabajando en el mundo de la estética y ha visto de todo. Por ejemplo: «Abuelas de setenta y muchos que aparentan cincuenta y tantos, porque empezaron a cuidarse a buena edad». Tal vez sean excepciones, pero de hecho hoy en día ya es un dicho popular eso de que los 50 de ahora equivalen a los 40 de antaño. Es verdad. La gente vive más años y aparenta menos. Sin embargo, mantener el atractivo es otro cantar. Requiere esfuerzo, disciplina y un desembolso notable.

Sharon Stone y Melanie Griffith ya tienen cincuenta (menos que sus novios o marido). Madonna, casada con un hombre diez años menor, los cumplirá este verano. A Demi Moore, un auténtico 'cañón' para muchos chicos, entre ellos su novio de 30, le caerán 46 antes de que acabe el año. Kim Basinger tiene 54. Ana Rosa Quintana, 52 y, además de ser madre de dos mellizos de sólo tres años, presenta un aspecto bastante más atractivo que hace veinte años. Y no olvidemos a la que quizá sea la más espectacular de todas: la inmutable Isabel Preysler. Ella acaba de cumplir 57 sin haber perdido un ápide de su belleza ni de su embrujo oriental, lo cual le permite mantener vigente el suculento contrato que firmó hace décadas como imagen de una firma de azulejos y posar sin desmerecer junto a un apuesto George Clooney.

De acuerdo, son mujeres que viven de cara al público y en las que su éxito y su sustento depende en gran medida de su imagen. Pero cirujanos plásticos, entrenadores personales, dietistas, esteticistas y hasta psicólogos coinciden en que ellas representan hoy día el espejo en el que desean mirarse muchas de sus contemporáneas. «Vienen a la consulta y te dicen: ¿Qué se ha hecho la Preysler? ¿Qué tratamiento de belleza sigue Ana Rosa...? Bueno, pues yo quiero eso mismo, quiero que me dejes así de guapa», apunta el cirujano plástico catalán Ramón Vila-Rovira.

Pero no. No nos encontramos en la era de la cirugía estética a gran escala. El 'lifting' y la silicona ya no están de moda. Los defenestró la revolución silenciosa e incruenta del ácido hialurónico y el bótox. ¿Podríamos poner la mano en el fuego y asegurar que todas las famosas mencionadas más arriba siguen estos tratamientos? Podríamos. Hay cadenas de televisión convertidas, según los que trabajan en ellas, «en una auténtica mina de bótox». El bótox es en realidad un derivado de la toxina botulínica. Se aplica mediante pequeñas inyecciones y consigue la parálisis selectiva de ciertos músculos del rostro para que el paciente no vuelva a usarlos. Con ello se evita la formación de arrugas. Pero algunas esteticistas no están muy de acuerdo con ese sistema «porque -dicen- resta expresividad a la cara».

En la era de los 'pequeños arreglillos', lo que impera es la cirugía menor, la prevención -hay mujeres que ya piden bótox a los treinta- y los tratamientos destinados a retrasar el envejecimiento. Esta pasará a la historia como la década de la mesoplastia. Consiste en rejuvenecer el rostro, borrando por ejemplo el llamado 'código de barras', por medio de infiltraciones de ácido hialurónico con un combinado de vitaminas. Entre las señoras bien se ha convertido en religión. Y su principal profeta es el iraní doctor Chams. Por su consulta de París o Madrid han pasado desde Ira de Furstemberg a Isabel Preysler, considerada una de sus «primeras y más exigentes clientas». Quienes lo han probado aseguran que después de una sesión con Chams (unos mil euros), el rostro resplandece como si le hubieran quitado 15 años. Hay que repetir el tratamiento en varias sesiones y los efectos duran hasta doce meses. Chams, cómo no, aconseja a las mujeres empezar cuanto antes, y les promete mantenerlas alejadas del quirófano «hasta diez años».

«Pero todas acaban recalando aquí», apunta el cirujano Vila-Rovira, «porque tarde o temprano descubren que esa ceja caída no la levanta ni el bótox ni los pinchazos de vitaminas». Este médico niega que los nuevos tratamientos le hayan quitado trabajo. «Al contrario, es como si al traje le hubieran confeccionado unos complementos. La moda de mantenerse joven aumenta a pasos agigantados y hay faena para todos». De hecho, entre sus pacientes de cuarenta y muchos a cincuenta y tantos, la operación más común es la blefaroplastia, que consigue rejuvenecer la mirada quitando piel y grasa de los párpados. Cuesta entre 3.000 y 5.000 euros y en el 80% de los casos es una intervención ambulatoria. «Además -aclara el cirujano- en estos últimos diez años los especialistas en estética hemos mejorado mucho y ya no le dejamos a la paciente ojos de pescado».

Entrenador personal

Y es que no hace falta dar nombres para que nos vengan a la mente rostros famosos dignos de figurar en el Museo de Cera de Madame Tussaud por culpa de una cirugía mal hecha. «Mal hecha o demasiadas veces repetida», matiza el médico. Será por eso, y por los espectaculares avances experimentados por la cosmética, que hoy las mujeres prefieren gastarse la herencia en cremas rejuvenecedoras (hasta 500 euros por un minúsculo tarrito a base de extractos de caviar), antes que pasar por el quirófano. Marcas como L'Oréal o Kiehl's, muy apreciada por las actrices de Hollywood, hace tiempo que cuentan con gamas específicas para las pieles maduras. Son cremas a base de calcio (como la que anuncia Jane Fonda), vitamina C, oligopéptidos, hialuronatos... Y un sinfín de nuevas sustancias para hidratar y redensificar los estragos que causan en la piel los años y la menopausia. Para la esteticista Conxita Corbeto, con treinta años de experiencia, en la belleza existe «un antes y un después del ácido glicólico, que exfolia la piel en profundidad y la dota de un esplendor increíble».

Pero a los 200 ó 300 euros mensuales que gasta de media en tratamientos faciales una mujer madura con aspiraciones a Sharon Stone hay que añadir lo que se deja en la nutricionista o el gimnasio. «Las de esa edad no quieren un cuerpo diez. Quieren verse bien, sí, pero también encontrarse bien por dentro. Y eso pasa por el aqua-gym, el pilates, el 'spa', el yoga...», explica Carmen Barceló, relaciones públicas de una potente cadena barcelonesa de clubs de fitness. «Son señoras con un poder adquisitivo alto, que trabajan dentro y fuera de casa, están estresadas y necesitan desconectar». Y ahí entra el último grito. Algo que de nuevo nos llega de Hollywood: el entrenador personal. Que se lo pregunten si no a Madonna, a Griffith e incluso a Ana Obregón... «Hasta hace poco era un lujo, pero hemos decidido popularizarlo», asegura Barceló. Un bono de diez sesiones con entrenador personal sale por 330 euros a los que hay que sumar los 50 ó 60 de cuota mensual. Y la que no pueda permitirse un 'míster' privado tampoco está condenada. Puede consolarse con innovaciones gimnásticas muy de moda entre las yanquis como el 'body-balance', el 'body-pump'... O, si de verdad tiene marcha y ritmo, apuntarse a clases de 'Zumba', una especie de aerobic latino inventado, según dicen, por el coreógrafo de Shakira.

Pero no existe juventud sin salud. Y como somos lo que comemos, la base de la salud se asienta en un peso correcto y una dieta equilibrada. También en el campo de la nutrición nos llegan de Estados Unidos tratamientos destinados a prolongar la juventud. La doctora Montse Folch, desde su consulta de la clínica Teknon, ha sido pionera en introducir en España el método 'Anti-Aging' a base de enzimas. Las enzimas son las responsables de una digestión correcta, pero el estómago va perdiéndolas. Su tratamiento dura seis meses, cuesta 2.000 euros y comienza por un análisis que descubre la verdadera edad fisiológica del paciente. El objetivo es invertir los términos. Es decir, que nuestro cuerpo sea más joven que nuestra edad.

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