El rock del suburbio
Cinco zonas del extrarradio concentran la oferta de locales de ensayo en Valladolid, la mayoría mal acondicionados, sin higiene ni seguridad
ANTONIO VALSECA
Domingo, 2 de marzo 2008, 01:46
Hablar de Valladolid es hablar de una de las ciudades con más formaciones musicales de España, y sin duda la más prolífera de toda Castilla y León. Cuenta con cientos de bandas de diferentes estilos musicales (Rock, Pop, Metal, Fusión, Jazz, Flamenco ) que tienen que repartirse en menos de unas decenas de locales de ensayo repartidas por el extrarradio de la ciudad.
Cuando la gente escucha un disco, asiste a un concierto o ve una actuación por televisión de algún grupo, ve un producto final ya terminado, algo que está listo para ser presentado al público, pero nadie cae en la cuenta de que esas canciones han seguido un largo y duro proceso de elaboración por parte del artista; proceso que, en la mayoría de los casos, se desarrolla en un local de ensayo.
Pocos son los grupos que cuentan con un lugar propio acondicionado y preparado para desarrollar sus aptitudes musicales. Aunque existen ciudades con más de veinte complejos preparados para albergar ensayos, o incluso sitios donde las propias instituciones facilitan gratuitamente lugares donde los músicos puedan ensayar, la realidad vallisoletana es bien distinta.
El principal problema a la hora de ensayar es el ruido que se produce al tocar sus instrumentos, lo que impide a las bandas encontrar locales donde poder practicar sin molestar a vecinos o transeúntes. Existe una rigurosa normativa sobre a qué horas se puede hacer ruido dentro de la ciudad, por ese motivo es imposible que un grupo pueda ocupar un local céntrico y ensayar en diferentes momentos del día. Rebasarían con creces el nivel de decibelios permitido.
Por esa razón los músicos de la ciudad se ven relegados obligatoriamente a ocupar habitáculos situados en las afueras de la misma donde no molestan a nadie y pueden hacer todo el ruido que quieran a las horas que quieran.
Esto ha sido así prácticamente desde siempre, y hay gente que ha sabido aprovecharse de la situación para enriquecerse a costa de los músicos ofreciendo sus propiedades para que éstos puedan practicar en ellas sin preocuparse de que éstas estén acondicionadas para dicha actividad o de que cumplan unos servicios mínimos de higiene, todo ello dentro de la ilegalidad.
Actividad no declarada
En Valladolid hay cinco complejos de locales de ensayo, aparte de todos los lugares sueltos repartidos por la urbe donde ensaya un solo grupo. A la hora de buscar testimonios de arrendadores y de inquilinos de estos complejos existe un tabú difícil de traspasar. A los dueños no les interesa hablar de sus propiedades ni dar la cara, puesto que se trata de explotaciones y de dinero no declarado; y por su parte, a los alquilados no les conviene hablar demasiado ni dar demasiadas pistas sobre sus locales por posibles represalias del dueño o por miedo a que los ladrones sepan dónde guardan los instrumentos.
«Esto es lo que hay. Siempre ha sido así y siempre lo será. Me parece estupendo que se conozca la situación a la que nos vemos obligados los que tocamos algún instrumento a la hora de ensayar pero ni ninguno de los músicos ni yo estamos dispuestos a dar la cara y a tirar piedras sobre nuestro propio tejado. Todos sabemos que los locales son cutres, que no están preparados y que está todo lleno de mierda, pero es lo único que tenemos. Si yo digo del dueño de los míos que es un tal y un cual por no limpiar nunca y encima sacarnos la pasta cada mes al día siguiente de leerlo me pone de patitas en la calle, como es lógico. Y a mí, como ocupante, tampoco me interesa decir en qué sitio exacto guardo mis cosas, mis instrumentos, porque me ha costado mucho poder comprarlos y algún hijo de su madre iría allí a robármelos», declara I. G., músico que frecuenta uno de estos complejos de locales.
La media de edad a la que se empieza a tocar un instrumento como la guitarra eléctrica o la batería son los 16 años, por lo tanto, cuando hablamos de un grupo primerizo hablamos de personas que no alcanzan la mayoría de edad, con poco poder adquisitivo y que tienen que buscarse la vida a la hora de comprar los instrumentos o pagar el alquiler de los locales.
En principal inconveniente de estos lugares es la distancia. Todos los locales están situados a varios kilómetros del centro. «Tienes que ir en coche. A pata es una paliza», señala J. M., otro músico que asegura «ahora que tenemos coches podemos ir sin problema, pero hemos estado años andando varios kilómetros de ida y varios de vuelta con los instrumentos colgados a la espalda». Los sistemas de seguridad de los locales son prácticamente inexistentes. «Han robado muchas veces. No hay seguridad, ni vigilancia. No se hace nada para remediarlo. La seguridad es como tú te busques la vida», declara J. M. Normalmente los grupos tienen que procurarse un simple candando para cerrar las puertas de sus locales y mantener sus posesiones a buen recaudo.
Pero sin duda el tema más denunciable y alarmante es el de la higiene. Hay para todos los gustos. «Hay un baño para los cinco locales. Se encuentra en condiciones deplorables y no se limpia nunca», señala M. M. Esta suele ser la nota dominante, un solo baño para todos los usuarios que nunca se limpia; aunque también existen algunas excepciones donde el dueño suele mantener un mínimo de higiene en ellos y los dota de papel y jabón. Pero en algunos otros «¿No hay baño, tío! Ja, ja, ja. El que quiera hacer algo a la calle», comenta G. C.
Si algo tan esencial como el baño no se mantiene en condiciones, las zonas comunes no iban a ser menos. M. N. cuenta que los pasillos de sus locales «no se limpian nunca. Hay heces de paloma en toda la zona común (pasillo, escalera y baños) ya que las ventanas están rotas y se cuelan los pájaros». Algunos dueños ponen papeleras para poder tirar la basura y mantener la zona limpia, incluso hay quienes cobran un suplemento por, supuestamente, mantener todo limpio. Dentro de cada local son los propios grupos quienes han de encargarse de la higiene y limpieza del mismo, en cualquiera de los complejos.
Poca potencia eléctrica
Por último, hay que hacer referencia al problema de los sistemas de electricidad de los que están dotados éstos locales. En su mayoría se trata de instalaciones obsoletas que no soportan que se enchufen varios instrumentos a la vez y que se desconectan con facilidad. «Cuando nos juntamos a ensayar más de seis ó siete grupos salta el diferencial por que no puede con tanto. Algo habitual los fines de semana», «tú te tiras los cables desde el diferencial y te lo curras todo» o «ante la limitada potencia contratada es imposible poner una estufa o radiador ya que salta el sistema y por eso en invierno se pasa mucho frío».
«El local es una cuadra, es decir, eran cuadras para caballos a las que les pusieron luz y ya está. Cuatro paredes con el techo de chapa y una puerta de cuadra. Prácticamente hace la temperatura que hay en el exterior, en invierno mucho frío y en verano mucho calor. Tenemos problemas de ratones, hormigas... Eso aparte de que seguro que no tardando mucho nos echarán a todos porque están construyendo viviendas por allí», es el resumen que hace J. M. sobre las prestaciones de los locales de ensayo en Valladolid, lugares que hay que aceptar al no haber más sitios equipados para ello y que no facilitan precisamente el desarrollo de los futuros músicos de la ciudad.
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