«¿Qué riesgo veo yo? Que me puedo cortar un dedo con las tijeras»
S. A.
Domingo, 3 de febrero 2008, 02:04
«Me levanto a las siete y cuarto de la mañana. Desayuno a las ocho y salgo de casa un poco después, porque empezamos a trabajar a las nueve. Lo hacemos ocho horas y nos dan incluso el almuerzo. Después vuelvo al pueblo. Hago algo de compra y llego a casa». Así explica Ovidio Pop -no sin dificultades a la hora de comunicarse en castellano- su vida en Quemada, un pueblo de la provincia de Burgos en el que vive desde «el año pasado».
Mauricio, un viticultor de esta zona de la Ribera del Duero, le contrató desde ese momento «para hacer la poda en verde, cuidar la viña, cortar las ramas...», según la explicación del joven rumano que insiste en que su tarea tiene que ver con todo lo que suponga cuidar las vides y preparar lo que puede después ser una buena cosecha. «Trabajamos en la viña con tijeras, pero no electrónicas sino normales. Y nos ponemos además guantes». Con este material «cortamos y podamos la viña», afirma.
Cuando se le pregunta si sabe qué son los riesgos laborales dice sin pensar «sí, claro. ¿Es el riesgo con peligro!. ¿Sabes que riesgos veo yo en mi trabajo? Pues que existe la posiblidad de que nos cortemos los dedos con la tijera pequeña». No obstante, Ovidio asegura que toma todas las precauciones para que esto no ocurra y afirma además que le ayuda el guante que lleva puesto en la mano.
Enamorado del trabajo
Trabajar como viticultor no es para Ovidio algo nuevo. «Ya en Rumanía trabajaba en el cultivo de hortalizas, con patatas e incluso con maíz» y dice que de hecho está enamorado de su trabajo. «Me encanta la agricultura y me gusta mucho el campo», reconoce sin pudor, antes de explicar que no se plantea un futuro inmediato sin dedicarse a ella. «No diseño un plan de futuro porque, ¿qué puedo pensar? De momento, en tener un trabajo, ganar algo de dinero y después ya veremos».
Sin embargo, tampoco se olvida de su hijo, que vive todavía en Rumanía, y es uno de sus recuerdos diarios y el de su mujer, con la que vive en Quemada. «Me siento bien, tranquilo y estoy a gusto», asegura y por eso se alegra de que un día un amigo suyo le hablara de España y le ayudara a llegar hasta este país con la única compañía de su mujer.
Esto ocurrió hace dos años y no sabe por cuánto tiempo se prolongará. No descarta volver a su país aunque no en un futuro cercano, porque se siente cómodo trabajando en la agricultura y viviendo en España.
Tampoco Ovidio conoce aún la guía que repartirá Asaja entre los profesionales agrarios pero se le alegra la voz cuando le explican que podrá utilizarla porque está traducida al rumano. Cree que es una muy buena iniciativa porque puede ayudar «y mucho» a sus compatriotas al llegar a este país.
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