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Fernando Guillén, en una escena de 'El vals del adiós'. / JOSÉ RAMÓN LADRA
«Aunque ya estoy retirado, en Valladolid me despido definitivamente del teatro»
FERNANDO GUILLÉN ACTOR

«Aunque ya estoy retirado, en Valladolid me despido definitivamente del teatro»

Después de 55 años de una carrera llena de éxitos, el intérprete sube mañana por última vez al escenario del Calderón con 'El vals del adiós'

MARÍA AURORA VILORIA

Viernes, 1 de febrero 2008, 01:34

«Valladolid ha sido siempre una de mis ciudades favoritas», dice Fernando Guillén al comenzar la entrevista. Luego, cuando le recuerdo una de sus grandes interpretaciones, la de una obra de Jean-Paul Sartre que acogió el Lope de Vega, contesta inmediatamente: «'Los secuestrados de Altona'. La hice con mi mujer, Genma Cuervo, y es uno de los personajes que más me han marcado. Por él recibí el Premio Nacional de Teatro en 1972. La verdad es que tengo todos los premios del mundo», añade. El último, el Especial Chivas Telón de Artes Escénicas, se lo entregaron hace unos días dos de sus tres hijos, Natalia y Fernando, y se ha unido a los numerosos galardones que ha recibido este interprete que mañana se subirá al escenario del Calderón para representar por última vez 'El vals del adiós' -inspirado en un texto de Louis Aragón- y recibir el homenaje del teatro, que presentará el cineasta Vicente Aranda.

«Pero uno de los premios que más aprecio y guardo como un tesoro es la Medalla de Oro de Valladolid. Me la dieron en 1976 por 'Equus' -obra que representó durante tres temporadas seguidas en Madrid, dirigido por Manuel Collado-. Era una medalla muy elitista, la teníamos muy pocos pero la codiciaban muchos. Para cualquier actor estar en Valladolid, una ciudad con gran tradición teatral, era una prueba de fuego. Nos pasaba lo que a los toreros con algunas plazas, porque el público era muy exigente, muy entendido, muy sabio y, por lo tanto, era un riesgo», afirma. Después recuerda que estuvo muchas veces, sobre todo en Ferias, «cuando funcionaban varios teatros, Calderón, Lope de Vega, Zorrilla, Carrión».

-¿Por eso ha elegido Valladolid para despedirse de los escenarios?

-Estoy desde hace meses retirado del teatro y ésta es una función excepcional que hago y que, desde luego, no tenía planeada. El pasado junio me despedí en la sala pequeña del Teatro Español de Madrid, el mismo en el que empecé hace 55 años, y no pensaba volver a un escenario, pero me lo pidió Mercedes Guillamón, que quería hacerme un homenaje, y accedí. Así que mi definitiva retirada tendrá lugar mañana en Valladolid y en el Teatro Calderón, que ha sido y es después de restaurado uno de los más bellos de España.

-'El vals del adiós', la larga carta de un escritor, ¿era el texto ideal para abandonar el teatro?

-La elección ha sido casual, porque días antes de debutar en Madrid estaba repasando el texto y me pareció que yo también debía bailar este vals, que era un buen momento para decir adiós. Aunque sólo me despido del teatro, ya que continuaré haciendo cine y televisión, porque estos medios son diferentes y te exigen otro trabajo y una responsabilidad distinta.

-El protagonista de la obra de Aragón repasa su vida en el texto, ¿usted también al decirlo?

-Me vienen a la cabeza montones de recuerdos de mi vida de actor desde que empecé con José Tamayo, algunos maravillosos. Y sobre todo al hacerla en Valladolid, donde tantas veces he actuado en el Lope de Vega y donde se celebra la Semana de Cine, un festival único al que también he venido en muchas ocasiones.

-¿No sentirá nostalgia de las candilejas?

-Me he dado cuenta de muchas cosas y he asumido que debía retirarme en plenitud de facultades. Sé que los actores mueren con las botas puestas pero ya tengo 76 años -nació en Barcelona el 29 de noviembre de 1931- y no quiero arrastrarme por los escenarios.

-¿Aunque le ofrezcan un gran papel?

-Me siguen ofreciendo cosas maravillosas pero las he rechazado todas, porque el teatro te exige un extraordinario trabajo en el tiempo previo al estreno con el estudio del texto y los ensayos. Es un periodo muy hermoso de creación pero supone un gran estrés emocional. Además, yo llevo ahora una vida muy tranquila, con un perro y una bicicleta, lectura y película todas las noches, porque el cine es mi pasión.

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