Carlos do Carmo, Mariza y Camané traen el pasado y el presente del fado a Valladolid
Intérpretes de 'Fado', de Carlos Saura, actúan en el Centro Miguel Delibes con las entradas agotadas hace ocho días
A. CORBILLÓN
Miércoles, 14 de noviembre 2007, 01:39
Con el taquillaje agotado desde hace más de una semana, el pasado, el presente y el futuro del fado portugués, es decir, Carlos do Carmo, Camané y Mariza, actúan esta noche en la Sala Sinfónica del Centro Cultural Miguel Delibes. El concierto se enmarca en la gira que desarrollan por toda España después de presentar (y actuar también) en el Kursaal de San Sebastián la película 'Fado', el homenaje de Carlos Saura a este género.
El director aragonés le pidió a su tocayo Carlos do Carmo que fuera su principal asesor para captar la esencia fadista de su 'catedral': Lisboa. Lógico, porque este artista, hijo de la mítica Lucília do Carmo, representa más de cuatro décadas de fado. Con el tono de este palo musical incrustado en los genes, ya había grabado un disco a los 9 años, e inició una prolífica carrera en 1964.
Camané (nombre artístico de Carlos Manuel Moutinho) supone la madurez de un género al que le ha demostrado que no está anclado y puede evolucionar. Acaba de coronar 25 años de carrera musical con su espectáculo 'Como sempre... como dantes' que ha recibido el premio Amalia Rodrigues como mejor cantante masculino de fados. Su último disco 'Na linha da vida' (2006), viaja en esa línea de continua renovación musical, en la que le acompaña el compositor José Mário Blanco.
El poderío vocal y vital de Mariza, la reina indiscutible de la entrada del fado en el siglo XXI, llevó a Carlos Saura a llamarle «la María Callas del fado». Lleva un año de exitosa gira mundial después de grabar su última cedé 'Transparente', que le ha permitido ser nominada a los premios Grammy que se fallaron el pasado fin de semana.
Alma
Su visión cosmopolita de la música va en paralelo a su biografía. De padre portugués y madre mozambiqueña (nació en el país africano en 1973), Mariza se crió en Mouraria, algo así como el 'Triana' del fado en Lisboa. En la película de Carlos Saura interpreta uno de los temas más emotivos y más 'pinchados', 'Meu fado meu', un dueto con la voz flamenca de Miguel Poveda cargado de emoción y sentimiento.
Una unión que demuestra el parentesco del canto luso por excelencia con otras músicas de raíz, a ras de tierra. El fado en otros lugares se llama blues y tango o, en España, flamenco. Y, aunque los buenos fadistas dicen que «es sentimiento en estado puro», hay una palabra que acierta con su definición: 'saudade'. Esa melancolía del ser y estar de un pueblo como el portugués. En el silabeo musical de los temas que se escucharán esta noche, palabras como 'peito' (pecho) o 'coraçao' (corazón) se repiten de forma continua.
Mariza supone la reconciliación de las nuevas generaciones con el fado, despreciado durante décadas al identificarlo con la protección que le dio la dictadura de Salazar. Aunque Amalia Rodrigues fue para muchos la cara amable de la dictadura, definió como nadie su cante en su tema 'Todo esto es fado': «Amor, celos,/ceniza y fuego,/dolor y pecado./Todo esto existe./Todo esto es triste./Todo esto es fado».
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