VALLADOLID

Las Arcas Reales están semiderruidas y llenas de pintadas pese a su rehabilitación

El paraje del arca principal, merendero habitual en los años ochenta, es ahora un basurero y la maleza cubre estas joyas del siglo XVI en las que se invirtió un millón de euros en el 2003

J. SANZ J. S.

Domingo, 11 de noviembre 2007, 13:18

Si Felipe II y su arquitecto real Juan de Herrera levantaran la cabeza e intentaran pasear por el entorno de las Arcas Reales, el histórico sistema hidráulico que abasteció la ciudad entre 1589 y mediados del siglo XX, lo tendrían más que complicado para encontrarlas y seguir su trazado -al menos de las 13 de las 26 originales que aún se conservan-. El recorrido por las que siguen con mayor o menor fortuna en pie ofrece hoy un estado lamentable sólo cuatro años después de que concluyeran su labor las dos escuelas taller encargadas de rehabilitarlas entre 1999 y el 2003.

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Más de un millón de euros invirtió el Ayuntamiento en adecentar una obra de ingeniería catalogada como monumento histórico artístico cuyas piezas fundamentales son ahora un monumento a las pintadas, a la basura acumulada en su interior y a la maleza salvaje que las recubre.

El denominado Viaje de Argales -recorrido que hacía el agua desde el manantial benedictino de Argales hasta el convento de San Benito- comienza desde el Arca Real que da nombre a la histórica infraestructura. Allí, al margen de no haber ni un panel indicativo de lo que ve el viandante, destacan las pintadas contra los 'represaliados de la LOU' que cubren las inscripciones que hacen alusión al monarca de la 'España en la que no se ponía el sol' e, incluso, han desaparecido algunas de las losetas de acceso al aljibe. Pero si algo llama la atención en este punto es el estado incalificable del entorno del acueducto aéreo entre el Arca Real y la número 2 -el resto de la conducción es subterránea- que en los años ochenta ocupaba un popular merendero con chiringuito. Matorrales tapando el canal junto a basuras y restos de hogueras es lo único que van a encontrarse los domingueros nostálgicos que acudan ahora al entorno.

El recorrido prosigue en paralelo a la verja de Renault rumbo a la Ronda Sur y allí se observa el estado de abandono de un paseo «recuperado para el disfrute ciudadano» allá por 1999 -son palabras del entonces concejal de Cultura, Alberto Gutiérrez-. Las malas hierbas impiden asomarse a una arcas -entre la 2 y la 5- sin portezuelas que impidan tirar dentro toda clase de desperdicios.

La avenida de Zamora (Ronda Interior Sur) impide seguir el paseo de Argales al tozudo visitante de la infraestructura, que debe rodear hasta el paseo de peatones de la carretera de las Arcas Reales para seguir su rumbo. Los depósitos del 6 al 10 son los mejor conservados -se está urbanizando el área-, aunque el último carece de la bovedilla de ladrillo y todos lucen más de un 'graffiti'.

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Llegados a la décima arca la aventura se complica hasta hacer casi imposible encontrar las tres restantes. Y ni siquiera es culpa de la ausencia total de carteles explicativos sino fruto de que los depósitos 11, 12 y 13 fueron abandonados a su suerte al quedar fuera del programa de rehabilitación.

Sus restos se encuentran al otro lado de la carretera de Madrid -es más que complicado atravesarla a la altura del viaducto que salva las vías del tren- diseminados por el camino de Juana Jugan que desemboca en el Benito Menni. Sólo los habitantes del histórico poblado chabolista situado junto a los campos de fútbol conocen su ubicación exacta y ejercen de guías para el ya a esas alturas más que despistado visitante. No en vano, el arca 11 está completamente tapada por árboles y su interior lleno de basura; del 12 queda sólo el 'chasis' y es ahora la caseta del perro que vigila los chamizos de la familia del patriarca Antonio Barrul, y el 13 lo desmontaron hace años -queda algún resto- «para llevarse las piedras».11Felipe II concedió en 1984 a su cuidad natal la construcción de un sistema de conducción del agua a la ciudad desde el manantial benedictino de Argales -junto al Arca Real- hasta la ciudad a lo largo de cinco kilómetros en un recorrido denominado Viaje de Argales.

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El arquitecto real Juan de Herrera supervisó las obras ideadas por el ingeniero Benito de Morales y que consistirían en la extracción del agua y en su conducción elevada inicialmente -a través de un acueducto entre el Arca Real y la número 2- y soterrada hasta llegar a cuatro fuentes que surtirían durante siglos a la capital del Pisuerga distribuidas en el entorno de la actual calle de la Estación, el Campo Grande, San Pablo y el convento de San Benito. 25 arcas -arquetas que regulaban el paso del agua a través de compuertas- con aliviaderos y registros intermedios canalizarían y eliminarían las impurezas del agua salvando los desniveles hasta llegar a un arca distribuidora -en la calle de la Estación- de la que salían dos ramales hacia San Benito y el Campo Grande.

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