Peleas y berridos
Numerosos visitantes recorren estos días la reserva natural de Fuentes Carrionas para presenciar la berrea de los ciervos
NURIA ESTALAYO
Viernes, 12 de octubre 2007, 03:07
El periodo de celo del ciervo está llegando a su fin y con el, la denominada berrea. El balido de los machos y la lucha por conservar su territorio y su harén de hembras cesará en los próximos días.
Desde mediados de septiembre, las montañas de la Reserva de Fuentes Carrionas, en el norte palentino, retumban con el potente sonido emitido por los ciervos. Muchos son los curiosos que se desplazan para escucharlo, observar a los machos, difíciles de ver en otros periodos, y si tienen suerte, ser espectadores de la feroz pelea entre dos ejemplares.
La berrea es el periodo de celo del venado, en que emite un sonido gutural o berrido que se escucha durante tres o cuatro semanas, desde la segunda quincena del mes de septiembre hasta las primeras semanas de octubre. En ocasiones el berrido puede oirse a varios kilómetros de distancia.
Los machos tienen mucho que decir con este sonido. Tienen que hacerse notar y dejar bien claro quién es el más enérgico y gallardo del monte. «El berrido es señal de poderío, presencia y autoridad», explica Félix Paredes, técnico de Medio Ambiente de la Junta. El sonido va dirigido tanto a las hembras como a otros machos. Lo emiten para demostrar a las hembras su grandeza y para avisar a otros machos que tanto el terreno como el grupo de hembras que le acompaña ya tienen dueño.
Lucha por el territorio
Durante el periodo de celo los machos intentan adueñarse de un territorio y de un harén de hembras, a las que deben atraer y mantener unidas. Dependiendo del macho, el harén es más o menos numeroso. Cuanto mayor sea su estrato social mayor número de hembras le acompañan. Aún cuando lo más común es estar acompañado por cuatro o cinco hembras, a veces el grupo aumenta hasta quince. «Los venados son como los hombres cuando son buenos ejemplares no hace falta que luchen por las hembras, ellas solas se le acercan», bromea un agente medioambiental de Fuentes Carrionas.
Pero en la berrea, lo normal es que los machos luchen con otros por hembras y territorio. Normalmente suele realizarse un juego de amenazas que tiene por objeto evaluar la potencia de los rivales y abandonar la reyerta antes de que se convierta en pelea.
Un macho que se siente inferior deserta. De este modo, puede evitar heridas graves e intentar en otro sitio u ocasión reunir un harén para aparearse. Sin embargo, un macho de similares características se enfrenta a la pelea. A veces, la contienda es tan brutal que se produce la muerte de uno o de ambos. «Algunos compañeros se han encontrado con cadáveres de ciervos que tenían un agujero en el cráneo. Esto es debido a que uno de los cuernos de otro macho le ha atravesado durante la lucha», explica Agustín Cabeza, agente medioambiental de Fuentes Carrionas.
En Fuentes Carrionas no se han encontrado con dos muertes conjuntas, pero la pelea de dos ciervos que se enganchan con su cornamenta termina con el fallecimiento de los dos por inanición. Un macho puede pesar 200 kilogramos, el doble de la hembra. Sin embargo, durante la berrea los machos se alimentan poco y no paran de desgastar energía, entre peleas y apareamientos, por lo que pierden parte de su peso. «Para garantizar la transmisión de sus genes, montan a la hembra varias veces y no tienen tiempo de comer mucho», apunta Paredes.
La berrea es crepuscular. Se produce en las primeras horas de la mañana y al empezar la tarde. Con ello, evitan las horas de calor, huyen de un mayor hostigamiento de los mosquitos, y tratan de no exponerse a posibles depredadores en las horas de claridad.
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