«El estado actual del saneamiento en Valladolid no puede ser más deplorable. En la mayor parte de los casos las materias fecales y aguas sucias de las viviendas van a parar a pozos negros colocados o en la vía pública, o en los patios interiores de las fincas». Así comenzaba el proyecto de saneamiento general de Valladolid redactado, en 1890, por el ingeniero del Cuerpo Nacional de Caminos, Canales y Puertos Recaredo de Uhagón Vedia. La situación, en efecto, era deplorable, si bien la ciudad del Pisuerga no era una excepción en relación con el resto del país.
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Eran tiempos muy diferentes a los actuales. Los poderes públicos solían desentenderse de este menester y, para colmo, la legislación vigente tampoco ayudaba demasiado, más bien todo lo contrario. La proliferación de aguas insalubres y ciertas prácticas ciudadanas, tan arraigadas como poco recomendables desde el punto de vista de la salud pública, acrecentaban los niveles de mortalidad hasta extremos preocupantes. Ya en 1854 se trató el problema y algunos concejales propusieron colocar alcantarillas. Sorprendentemente, el alcalde se opuso arguyendo que eran perjudiciales y antihigiénicas.
La situación en Valladolid adquiría mayores niveles de gravedad debido al foco de infecciones que representaba el Esgueva, cuyos dos ramales atravesaban la ciudad de este a oeste y en ellos se arrojaban basuras sin control. A ello se sumaba la presencia de todo tipo de industrias altamente contaminantes en sus márgenes, que también arrojaban sus desperdicios al río. Aunque en 1883 se propuso redactar un completo proyecto de saneamiento, este no vio la luz hasta 1890. Era el segundo que se elaboraba en España después del de Barcelona.
Uhagón, su autor, había nacido en Madrid en 1848 y era uno de los especialistas más reputados en el tema. Ingeniero de profesión, ingresó en Obras Públicas en 1870. Luego pasó al Ministerio de Hacienda, fue nombrado jefe del Departamento Hidrológico y se encargó de los proyectos de saneamiento de Bilbao, Valladolid, Córdoba y Huelva. También fue responsable de la construcción del Canal del Duero y de otras obras ferroviarias. Ocupó la Cátedra de Mecánica de la Universidad Central de Madrid, donde falleció en 1912. En su propuesta para Valladolid, Uhagón también denunciaba la existencia de alcantarillas construidas espontáneamente por vecinos de casas próximas a los ramales del Esgueva, sin orden ni concierto y sin seguir los procedimientos reglados, por lo que en realidad actuaban como «pozos filtrantes». En total, había unos seis kilómetros de esta infraestructura. Las viviendas también carecían de «cierres interceptores en los retretes, sumideros de las cocinas y desagües de los patios interiores», y las aguas de lluvia debían recorrer largos trayectos por la vía pública hasta encontrar sumideros que las condujesen a las alcantarillas citadas más arriba, muy escasas, por lo que la mayor parte del agua se filtraba en el empedrado, acelerando con ello su deterioro y dejando las calles completamente encharcadas hasta que mejorara el tiempo.
El proyecto de Uhagón para Valladolid fue, junto con el de Bilbao, fechado este en 1893, modelo a seguir por los ingenieros higienistas españoles. En marzo de 1894, un informe de la Junta Provincial de Sanidad reproducía sus razonamientos: había que acometer el alcantarillado general de la ciudad si de verdad se pretendía mejorar la salud pública de los vallisoletanos: «La construcción de un sistema general de alcantarillado con arreglo a los conocimientos actuales, mejoraría las condiciones sanitarias de la Capital descartando no escaso número de enfermedades infecciosas, que en la actualidad son endémicas por tales causas».
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El ingeniero madrileño, como ha estudiado Fernando Rosell, proyectaba una red de saneamiento asentada en tres pilares: desviar el cauce del río Esgueva para adaptarlo a la zona más poblada, crear un sistema de alcantarillado para recoger y sanear aguas pluviales y residuales de las casas, y depurar las aguas resultantes de este proceso. Las obras comenzaron el 31 de diciembre de 1903 en el Paseo de las Moreras. Valladolid se convertía así en una de las primeras ciudades de España, junto con Barcelona, Bilbao, Zaragoza, Sevilla y Alicante, en acometer esta urgente medida.
«Los azadonazos que se den mañana para abrir la zanja del futuro alcantarillado son el principio del fin de una campaña, larga y difícil, que el actual Ayuntamiento ha logrado coronar felizmente», celebraba El Norte de Castilla el 30 de diciembre de 1903. Tomando como base el proyecto de Uhagón, el arquitecto municipal, Juan Agapito y Revilla, redactó unas «Notas para un proyecto de alcantarillado» que optaba por el sistema de circulación no interrumpida y el tubular. El presupuesto ascendía a 16 millones de pesetas de la época. Entre 1908 y 1912 fueron sustituidas todas las acometidas de las viviendas que iban directamente al río, para lo que se construyeron varios ramales atravesando la ciudad de este a oeste, cuyos colectores confluían en el Poniente. Las obras afectaron al centro capitalino. A los barrios no llegarán hasta los años 30.
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