Secciones
Servicios
Destacamos
Era agosto de 1897. Habían pasado cuatro años y ocho meses desde de la muerte del gran poeta vallisoletano, José Zorrilla, cuando El Norte de Castilla festejaba la noticia: gracias a las gestiones de Emilio Ferrari, vate y cronista local como aquel y, en ese momento, presidente de la sección literaria del Ateneo de Madrid, la ciudad del Pisuerga contaría con un monumento dedicado al autor del 'Tenorio'. «En breve podrá Valladolid realizar un proyecto digno de loa y que venía acariciando desde la muerte de nuestro gran poeta D. José Zorrilla: Dedicar a éste una estatua que perpetúe la admiración de los vallisoletanos hacia su hijo predilecto. El Ateneo de Madrid, que acariciaba igual idea, ha recaudado la importante suma de veinte mil pesetas y presentándosele dificultades para terminar el proyecto, ha acordado ceder esa cantidad a Valladolid para que esta capital ejecute más fácilmente lo que tenía pensado».
Ferrari, en efecto, tenía mucho que ver en la decisión del organismo cultural madrileño, que se creía con todo el derecho para levantar la estatua por haber muerto Zorrilla en la capital de España: «He aquí, pues, cómo muy pronto veremos realizado el sueño que acaricia todo vallisoletano entusiasta del gran Zorrilla; porque encomendado el asunto a las grandes iniciativas del señor Ferrari, éste con su clarísimo talento, con su extraordinaria actividad, con su influencia grande, llegará a desmoronar en breve tiempo los vetustos obstáculos que la incuria y la falta de dinero oponían a la erección de la estatua».
Hubo que esperar, no obstante, a marzo de 1899 para que el Ateneo hiciera públicas las bases del concurso, que partía con un presupuesto ajustado de 23.366 pesetas. Se presentaron seis proyectos. El ganador fue Aurelio Rodríguez Carretero, célebre escultor nacido en Medina de Rioseco y artífice, entre otras obras, de los monumentos al Conde Ansúrez (Plaza Mayor) y al ex alcalde Miguel Íscar (jardines del Campo Grande). Rodríguez Carretero hacía gala de un brillante currículo, no en vano había obtenido una mención honorífica en la Exposición Nacional de 1895 y una tercera medalla en la de 1897 por la escultura titulada 'Lamentos', que, adquirida inicialmente para El Museo de Arte Moderno de Madrid, terminará en el Prado.
Rodríguez Carretero comenzó la obra el 14 de julio de 1899 y la finalizó el 1 de noviembre de ese mismo año. Un mes antes, la prensa nacional avanzaba así la majestuosidad de la talla: «El escultor ha sentido al poeta y ha esculpido hasta los menores detalles en el barro. Mientras en el cartel enlutado de la Comedia sentimos al poeta muerto, en el estudio de Carretero vemos a Zorrilla vivo, con un manojo de cuartillas en una mano, disponiéndose a recitar de aquella inimitable manera que suena todavía á voz del cielo en nuestros oídos».
Iniciada la fundición en enero de 1900, a finales de julio ya estaba lista. Para dejarle espacio fue necesario derribar previamente la fuente que existía a la entrada del Campo Grande. La estatua es de bronce fundido y, como informaba este periódico en su edición del 15 de septiembre de 1900, el material procedía «de dos antiguos cañones que en tiempos de Carlos III estuvieron en la maestranza de Cartagena». Según parece, dichos cañones, cedidos por el Ministerio de la Guerra, eran tan gruesos que no se les pudo trocear a base de dinamita, como solía hacerse, por lo que tuvieron que ser fundidos en un horno de reverbero construido expresamente en los talleres de Ignacio Arias.
Junto a Rodríguez Carretero figuraba, como tercer nombre a destacar en la realización del monumento, el «inteligente cantero de esta capital Benito Rodríguez, conocido como 'El Negris'», que también participará en el monumento a Colón, pues, auxiliado por Mariano de la Cruz, «ha construido toda la parte de piedra»; además, «todos los trabajos de la elevación de la estatua fueron dirigidos por don Lesmes Fernández». El monumento mide tres metros y representa al poeta en posición de recitar sus composiciones, vestido con larga levita abotonada y, sobre ella, un gabán ligeramente desabrochado. Está situada sobre un pedestal que primitivamente tenía zócalo y dos cuerpos; el tercero se añadió en 1929, según trazas del arquitecto local Juan Agapito y Revilla. En el segundo cuerpo, en forma de pirámide truncada, puede contemplarse el escudo de Valladolid, diversas inscripciones y una estatua de bronce de una doncella sentada, con alas de mariposa, que en una mano lleva una lira y con la otra adelanta el oído en actitud de escuchar al poeta. Es, claro está, la representación de la Poesía.
Aunque la falta de liquidez impedía obtener los materiales con los que montar el andamio necesario para elevar las últimas piezas del pedestal, finalmente, el Ayuntamiento pudo salvar dichos inconvenientes y la estatua quedó colocada el 18 de agosto de 1900 en la plaza que ahora lleva su nombre. Casi un mes después, el 14 de septiembre, primer día de las ferias y fiestas de la ciudad, se celebró el solemne y multitudinario acto de inauguración, precedido de una misa de diez en la iglesia de San Benito, que ofició el cardenal de Valladolid, Antonio María Cascajares y Azara. El encargado de descubrir la escultura fue el ministro de Instrucción Pública, Antonio García Alix.
Publicidad
Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.