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Enfrentamientos en Valladolid entre tropas gubernamentales y voluntarios de la libertad en enero de 1874. EL NORTE
Historias de nuestra historia

El sueño de un cantón castellano independiente

Planeado por los republicanos federales en junio de 1873, englobaría a las nueve provincias que hoy forman Castilla y León más Logroño y Santander

Enrique Berzal

Valladolid

Jueves, 7 de noviembre 2024, 06:59

La noticia salió publicada a mediados de junio de 1873: los diputados de las once provincias que entonces se consideraban castellano-viejas (las nueve actuales más Logroño y Santander) se reunirían para formar el Cantón de Castilla la Vieja, soberano e independiente, pero dentro de una España federal. Era una de las notas características de la primera experiencia republicana en España, iniciada en febrero de 1873 después de que Amadeo I de Saboya se viera obligado a abdicar debido al fraccionamiento de la coalición gubernamental entre seguidores de Sagasta y partidarios de Ruiz Zorrilla.

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Amadeo salió de España al día siguiente de proclamarse, por 258 votos contra 32, la I República española (11 de febrero de 1873), cuyo primer presidente sería el republicano federal Estanislao Figueras. Nacía el nuevo régimen político asediado por problemas internos y externos. La crisis económica mundial se sumaba, en efecto, a las divisiones internas entre federalistas de Pi i Margall, radicales y unitarios de Salmerón y republicanos conservadores liderados por Castelar, pero también a la inquina de monárquicos, conspiraciones cantonalistas y algaradas carlistas.

Fueron once meses convulsos en la ciudad, que incluso registró sucesos trágicos. Las máximas autoridades locales fueron el liberal Mariano Barrasa Díez, alcalde desde el 15 de febrero de 1872 hasta el 24 de agosto de 1873, y Manuel Pérez-Terán, conocido por su radicalismo y su fe republicana-federal, que se mantuvo en la alcaldía hasta el 4 de enero de 1874. A Barrasa le tocó lidiar con un suceso violento: dos personajes bien conocidos en la ciudad, José Zabalbeitia y José González, apodado «el Trapero», intentaron asaltar el Ayuntamiento porque lo consideraban demasiado apegado aún a las tendencias monárquicas. Aunque fueron rápidamente detenidos, poco después salieron en libertad y se supo que andaban recorriendo diversas ciudades de España para recabar apoyos a los movimientos cantonalistas.

Ya entonces se habían publicado más llamamientos a favor del cantón castellano. El más relevante, sin duda, fue el Manifiesto lanzado el 17 de julio por la Junta local federal, presidida por Manuel Pérez-Terán, en el que se reiteraban los esfuerzos por conseguir la formación de un cantón castellano con autonomía e independencia propias, aunque, eso sí, dentro de la República Federal española. Curiosamente, tres días después, Zabalbeitia y González eran sorprendidos por Voluntarios de la Libertad en compañía del capitán que mandaba la Artillería en la ciudad, Antolín Sánchez. Con la excusa de viajar a Madrid, planeaban bajarse a los pocos minutos en una zona cercana a la antigua prisión, prender fuego a las tierras colindantes, alertar con ello a las fuerzas de orden público y tener las manos libres para acometer la insurrección en Valladolid.

Conducidos a través del Campo Grande hacia dependencias policiales, protagonizaron un forcejeo y Sánchez intentó salir huyendo. Fue el primer abatido por los disparos de los voluntarios. Pocos minutos después corrió la misma suerte Zabalbeitia, que había intentado arrebatar el revólver al comandante del primer Batallón de Voluntarios. «Semejante acontecimiento, a la vez que servirá de severa lección a los que mal aconsejados conspiran sin descanso para introducir la perturbación y la anarquía, demostrará a la Nación que en la capital de la Vieja Castilla, tierra clásica de la honradez y la hidalguía, jamás tendrán cabida los que con la tea del incendiario y el puñal del asesino traten de poner en práctica tan desalmados planes que tratan de destruir la sociedad y sembrar el luto y la desolación en el seno de las familias». Era la advertencia del alcalde.

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Aun así, los republicanos federales seguían trabajando para crear un «cantón castellano» formado por representantes de once provincias: las actuales de Castilla y León más Logroño y Santander. Una empresa harto complicada, si tenemos en cuenta, por ejemplo, que ese mismo mes de julio se estaba preparando el «cantón federal de Ávila» y que el 22 se hizo público que Salamanca y Béjar se habían declarado en cantones independientes. Además, desde León ya se anunciaba que no formarían parte del mismo, pues su propuesta era que se reconociera el viejo reino leonés, formado por León, Zamora y Salamanca. Todo esfuerzo, sin embargo, fue en vano. El último llamamiento para crear el cantón castellano aparece fechado a principios de agosto. Se habló incluso de una reunión de representantes de las 11 provincias para el día 5, pero no hay constancia de que llegara a buen puerto. El Diario de Sesiones de las Cortes tampoco es prolijo en este sentido. Tan solo recoge que el 18 de agosto de 1873, el diputado José María Orense desvelaba la idea de un representante burgalés de crear un cantón de Castilla la Vieja con capital rotatoria entre Valladolid y Burgos.

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