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Fachada de la catedral de Valladolid con la torre en construcción. ARCHIVO MUNICIPAL
Solo una torre para la catedral de Valladolid

Solo una torre para la catedral de Valladolid

Aunque a mediados del siglo XIX se planteó construir las dos tras el derrumbe de 1841, finalmente se erigió la actual, inaugurada con problemas en 1885

Enrique Berzal

Valladolid

Lunes, 11 de noviembre 2024, 07:19

Como es bien sabido, el arquitecto Juan de Herrera concibió la catedral de Valladolid con cuatro torres, dos situadas en las esquinas de la fachada de los pies y otras dos, más pequeñas, en la fachada de la cabecera. Pero solo construyó las dos primeras, por lo que las torres de la fachada principal tuvieron que construirse siglos más tarde. La primera, la del lado del Evangelio, se levantó a principios del XVIII, aunque comenzó a dar problemas muy pronto. Para colmo, el terremoto de Lisboa, ocurrido en 1755, la dañó considerablemente, por lo que fue necesario acudir al arquitecto Ventura Rodríguez para reforzarla. Pero solo duró hasta el 31 de mayo de 1841, cuando, en medio de un terrible temporal, la torre se derrumbó llevándose consigo la bóveda de la capilla del Sagrario, otras muchas construcciones y el antiguo rollo conocido como el león de la catedral. Aun así, no hubo que lamentar víctimas mortales, solo dos heridos: el campanero Juan Martínez y Valeriana Pérez, su esposa, que vivían, precisamente, en un cuarto junto al campanario.

La catedral de Valladolid se quedó entonces sin torres, sin campanas y sin reloj. A mediados del siglo XIX hubo un intento de reconstruir la torre derrumbada y, de paso, completar el proyecto original, creándose incluso una comisión de arquitectos, pero la falta de fondos lo impidió. A lo más que se llegó fue a construir, en esa misma centuria, la torre del lado de la Epístola. La decisión se tomó en 1878 y contemplaba suprimir un cuerpo para hacerlo más económico. Dirigido el proyecto por el arquitecto Antonio Iturralde Montiel, las obras, que fueron adjudicadas al cantero Jacinto Peña, comenzaron en 1880. Las piedras se apilaron en la Plazuela de Santa María y tuvieron que emplearse dos máquinas de vapor para poder subirlas.

Los trabajos avanzaron notablemente durante todo ese año, pero la falta de fondos los paralizó hasta 1884. Al finalizar el verano ya estaba concluido el segundo piso hasta la barandilla. En otoño e invierno siguieron las obras y se construyó el cuerpo octogonal. Las campanas se subieron el 27 de marzo de 1885. «Buen número de personas se hallaba ayer tarde contemplando el ascenso de una de las campanas que han de colocarse en el segundo cuerpo de la torre de la catedral, y que merced al celo de nuestro ilustre prelado, del cabildo de la diócesis y de la inteligente dirección del arquitecto D. Antonio Iturralde, anunciarán a los fieles las próximas pascuas da resurrección», informaba este periódico, que no ocultaba su alegría ante tal acontecimiento: «De modo que lo que hace poco parecía un imposible, va convirtiéndose en realidad merced al celo incansable de nuestros Prelados, a la cooperación del Cabildo Metropolitano y del Clero de la Diócesis y a la inteligencia del Arquitecto de la misma, nuestro amigo D. Antonio Iturralde». Aunque en un principio se proyectaba rematar la torre con una cúpula, esta no se construyó. La inauguración, celebrada el Sábado Santo de 1885 (4 de abril), se completó en agosto con la finalización de los ocho arcos proyectados y la colocación de todas las campanas. Las críticas, sin embargo, no se hicieron esperar.

La torre, así inaugurada, era demasiado baja y las campanas no se oían lo suficiente, por lo que Iturralde se vio obligado a realizar nuevas obras que añadían dos cuerpos más, nuevos arcos y otra sala de campanas. «Con verdadera satisfacción vemos avanzar las obras de la Torre de la Catedral. Se han colocado las primeras piedras de la cornisa, que a juzgar por las ya labradas tiene que responder a la grandiosidad del templo. Sobre dicha cornisa, va una magnífica balaustrada de piedras que completará la esbeltez de la obra. Nuestra felicitación al virtuoso Prelado, a los bienhechores Sres. D. Francisco Herrero y D. Rufino Pérez, y a su Director, el arquitecto señor Iturralde», señalaba El Norte de Castilla en febrero de 1888.

Finalizada esta segunda fase en torno a 1897, la torre quedó inicialmente sin cúpula (se remató con un tejado) y con otros detalles pendientes, como la balaustrada y una linterna proyectada inicialmente. Hasta 1910 no se instaló el reloj. Trece años después se construyó la cúpula y, a iniciativa del arzobispo Remigio Gandásegui, se coronó con la estatua del Sagrado Corazón de Jesús en lugar de la linterna. Al año siguiente se colocaba el pararrayos.

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