Lo anunció con regocijo El Norte de Castilla el mismo día de su estreno, el 6 de diciembre de 1861: «la función inaugural del Teatro de Lope es digna del alto objeto a que se destina». El Lope de Vega, uno de los tres teatros ... más antiguos y emblemáticos de la ciudad, no pudo ser posible sin el concurso de dos avispados industriales y propietarios de la ciudad: José León y Saturnino Guerra.
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Hoy puede sonar extraño, pero en aquellos momentos el teatro era decisivo para ocupar el tiempo de ocio de la burguesía, y constituía un instrumento de primer orden para difundir la cultura. Además de zarzuelas, en los teatros se representaban comedias y dramas, pero también ópera. Y Valladolid sufría un déficit sangrante en ese sentido, toda vez que el Teatro de la Comedia, propiedad del Ayuntamiento desde finales del siglo XVIII, tuvo que ser clausurado por su pésimo estado de conservación.
Para paliar en lo posible esta grave carencia, José León y Saturnino Guerra, a través de la sociedad 'José León y Compañía', tomaron la iniciativa de construir un nuevo coliseo. La historia ha sido injusta con ambos emprendedores, pues apenas se tiene constancia de su trayectoria y de sus diversas iniciativas empresariales, más allá de la loable decisión de erigir el teatro Lope de Vega. Las pocas noticias existentes demuestran, sin embargo, la pujante trayectoria de la sociedad constructora.
Se sabe, por ejemplo, que algunos de los terrenos que ocupaban la manzana correspondiente a la calle María de Molina, ronda de Doctrinos, carretera del Espolón y la calle Veinte de Febrero eran de su propiedad, y que José León era una figura importante de la industria textil vallisoletana. En efecto, a mediados del siglo XIX, la sociedad 'José León y Compañía' era propietaria de una potente fábrica de tejidos de lino ubicada en el ex convento de la Trinidad Calzada, en la actual calle de María de Molina. Contaba con 150 obreros y tenía instalados 100 telares. Para agrandar su negocio, se asoció con Hilario González, otro potente empresario textil que hacia 1852 había adquirido 'Solá y Coll', una empresa que se dedicaba a la comercialización de tejidos de algodón en Castilla. González logró que León orientase su producción hacia el algodón.
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La potente sociedad 'José León y Compañía', que diversificó su negocio hasta el extremo de adquirir la fábrica de tabaco «La Hija del Toro», en Buenos Aires, contaba como segundo socio principal con el industrial y comerciante Saturnino Guerra Canillas, natural de Villarramiel de Campos, que en la década de los 60 había contribuido a crear la sociedad Crédito Castellano y el Banco de Valladolid, y que también participaría en pingües negocios vinculados a la construcción del tejido ferroviario. De ideario progresista, Guerra participó incluso en la Junta revolucionaria local de 1868. Ambos tomaron la iniciativa de construir el nuevo teatro, confiando las obras al arquitecto Jerónimo de la Gándara, que era de su máxima confianza. Estas comenzaron en abril de 1861, y El Norte de Castilla no pudo por menos que elogiar una iniciativa que, a su juicio, remediaba una carencia preocupante: «Privado Valladolid hace algún tiempo de los espectáculos teatrales y sin esperanzas, al menos por el pronto de ver reedificar el antiguo teatro declarado ruinoso, ninguna duda queda de la importancia que tiene este día para la historia local, cuando puede contar con un nuevo edificio, que aparte de su belleza artística, reúne el tan loable objeto á que está destinado».
Las primeras descripciones del edificio, aparecidas en la prensa, hacían hincapié en el buen acabado y la belleza del futuro coliseo: «La sala, decorada con blanco y oro y cubiertas las paredes de papel carmesí, ofrece un aspecto tan sencillo como elegante. La planta baja, además de las butacas y doce palcos de platea, tiene seis filas de gradería; veinte y tres palcos, el piso principal; doce el segundo, y en el centró cinco filas de asientos numerados; en el tercero cuatro palcos laterales y el resto de gradería componen las localidades, pudiendo contener según nuestros cálculos de 1700 a 1800 personas bien acomodadas», aseguraba El Norte en su edición del 6 de diciembre de 1861, el mismo día de su inauguración.
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Esta resultó fastuosa: «El salón resplandeciente de luz y de oro abrigaba en su seno lo más notable de la población y las celebridades literarias expresamente llegadas de la Corte para solemnizar el acto con su presencia». Una vez descorrido el telón y tras la marcha real, interpretada por la banda militar del regimiento de Almansa, se descubrió el retrato de la reina Isabel II. Antes de dar comienzo la comedia 'El premio del bien hablar', de Lope de Vega, Ventura de la Vega recitó una composición en honor al 'Fénix de los ingenios'. Una vez terminada la representación, «los señores Hartzembusch, Rossell, Núñez de Arce, Palacio, Correa, Mobellan, Losada, Santos, Tournelle, Campuzano y Alba» dedicaron poemas a Lope.
Además, el arquitecto Jerónimo de la Gándara recibió el cumplido homenaje mediante una sonada ovación y una corona de recuerdo, lo mismo que los impulsores del coliseo, José León y Saturnino Guerra. El baile 'Los ventorrillos de la puerta de tierra de Cádiz' puso fin a la función inaugural. Hasta 1864, año en que comenzó a funcionar el Teatro Calderón, el Lope de Vega disfrutó del monopolio de la representación teatral en la ciudad.
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