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Nicanor Remolar García. UNIVERSIDAD DE VALLADOLID
Historias de nuestra historia

El médico que dio su vida combatiendo el cólera

A Nicanor Remolar no le hicieron caso cuando propuso potenciar la higiene pública ante la devastadora epidemia de 1885

Enrique Berzal

Valladolid

Lunes, 18 de noviembre 2024, 07:09

«Con sentimiento participamos a nuestros suscritores el fallecimiento del acreditado doctor y catedrático de medicina, nuestro querido amigo don Nicanor Remolar, ocurrido anteayer por la tarde después de una penosa enfermedad contraída hace un mes y a la que, acaso, no habrán contribuido poco las injustas apreciaciones con que la calumnia, ya que no la envidia, calificaba la conducta que dicho señor ha tenido en la cuestión sanitaria, a la que dedicaba constantemente su celo e inteligencia». Era el obituario-protesta publicado por El Norte de Castilla el 3 de octubre de 1885, dos días después del fallecimiento de Nicanor Remolar García.

Médico de formación y profesión, catedrático también de Medicina en la Universidad de Valladolid, ciudad donde había nacido en 1837, Remolar ha pasado a la historia como prestigioso y, a la vez, incomprendido higienista, que dio la vida combatiendo la terrible epidemia de cólera que asoló la provincia vallisoletana en el verano de 1885. Fue facultativo en Toro y en varios pueblos de la provincia vallisoletana (Mojados, Torrecilla de la Orden, Medina del Campo, Fuentesaúco), así como médico del ferrocarril de Medina del Campo a Zamora antes de ejercer como médico titular de Mojados, donde combatió con eficacia la epidemia de fiebres tifoideas que habían acabado con la vida de su antecesor.

En 1874 obtuvo por oposición la Cátedra de Higiene Pública y Privada de la Facultad de Medicina de Valladolid y, poco después, era elegido para formar parte de la Junta Provincial de Sanidad. A ella seguía perteneciendo cuando irrumpió la terrible epidemia de cólera de 1885, la cuarta que sufría nuestro país en el siglo XIX. Comenzó en marzo en Valencia y de ahí se extendió a toda la Península, dejando 335.986 invadidos y 120.000 muertos. Los primeros síntomas en Valladolid aparecieron ya en la primavera de ese mismo año, tornándose preocupantes a finales de julio en Cabezón, Alcazarén y otros pueblos de la provincia, donde se registraron los primeros muertos.

Un año antes, Remolar había alertado del peligro en diversas cartas publicadas en el diario vallisoletano 'La Libertad', instando a las autoridades locales a tomar medidas cuanto antes, sobre todo de carácter higiénico. Pero no solo no tuvo suerte, sino que, al igual que le ocurrió cuando insistió en fomentar la higiene pública ante la insalubridad de instalaciones como los mercados de hierro o el matadero, y crear un centro de vacunación contra la viruela, los máximos responsables se mofaron de él. De ahí los estragos causados por la epidemia de cólera de 1885, que, como han escrito Elena Maza y Alberto Llorente de la Fuente, comenzó el 12 de julio de 1885 en Tordesillas y se extendió hasta el 15 de octubre de ese mismo año. El río Esgueva no tardó en convertirse en un peligroso foco de infección para toda la provincia. Especialmente grave fue el impacto del cólera en el partido judicial de Valoria la Buena, con 1.856 invasiones y 394 muertes.

Mapa del cólera en 1885.

Cuando las autoridades, lideradas por el alcalde Félix López San Martín, se aprestaron a tomar medidas de corte higienista, ya era demasiado tarde. Nicanor Remolar llevó a cabo una actividad febril desde la Junta Provincial de Sanidad. Difundió unas «Breves instrucciones para preservarse contra el cólera y para combatir sus primeros síntomas», visitó varios pueblos, atendió a contagiados, hizo otro tanto en el hospital de coléricos de San Isidro, en el lazareto, la prisión y el manicomio, y se reunió en repetidas ocasiones con las juntas locales de Sanidad.

En la capital, la epidemia comenzó a decrecer a mediados de septiembre: de hecho, en las actas municipales aparece como prácticamente finalizada el día 18. El 12 de octubre, una multitud acudió al Te Deum celebrado en la Catedral «en acción de gracias por la terminación de la epidemia en esta ciudad». Pero los resultados fueron terribles. Contaba entonces la provincia de Valladolid 247.458 habitantes. Según el Boletín Oficial de Estadística Sanitario-Demográfica, el cólera se extendió a todos los partidos judiciales, invadiendo a un total de 7.578 personas; el número de fallecidos, siempre a tenor de las cifras oficiales, fue de 2.401, es decir, un tercio de la población afectada.

Mucho más impactantes fueron los datos registrados en Valladolid capital, donde fallecieron 791 de 796 afectados, es decir, más del 90,5%. Las consecuencias fueron devastadoras en los núcleos más insalubres y peor acondicionados (ramal sur del Esgueva, barrios de San Andrés, Santa Clara, Tenerías…), y, en términos absolutos, las calles con más víctimas fueron Panaderos, Labradores y Santa Clara Los principales estudiosos cifran la incidencia del cólera en torno al 1,01%-1,32% de la población capitalina, mientras que el número de fallecidos oscilaría entre el 0,92% y el 1,2% de la población. Uno de ellos fue el propio Remolar, que falleció el 1 de octubre de 1885 de la misma enfermedad que tanto había combatido.

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