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Postal de principios del siglo XX que muestra la estatua a Colón. ARCHIVO MUNICIPAL
El industrial que entregó su tiempo y su dinero para traer la estatua de Colón
Historias de nuestra historia

El industrial que entregó su tiempo y su dinero para traer la estatua de Colón

Marcos de la Fuente Caballero, propietario de un importante almacén de pieles y concejal republicano, viajó a Madrid y Sevilla para reclamar el monumento

Enrique Berzal

Valladolid

Domingo, 1 de diciembre 2024, 08:35

La historia es conocida. La estatua de Colón, que hoy puede contemplarse en la plaza que lleva su nombre, frente al Campo Grande, iba destinada, en un primer momento, al Paseo Central de La Habana con motivo del IV Centenario del Descubrimiento de América (1892). Obra del genial escultor sevillano Antonio Susillo, el monumento fue fundido en bronce en París por los hermanos Thiebaut. Pero cuando se procedía a su embarque con destino al Parque Central de La Habana, se produjo la rebelión de los independentistas cubanos; este hecho, y la posterior pérdida de la isla, en 1898, truncaron el destino proyectado. El monumento se dividió entonces en dos partes: las figuras de bronce, que quedaron en París y se exhibieron en la Exposición Universal de 1900, y los sillares del basamento, confinados en Pontevedra.

Al saber que regresaría a España, el Ayuntamiento de Sevilla no tardó en reivindicarlo. También la ciudad de Madrid, con objeto de ubicarlo en el Paseo de El Retiro. La opinión pública vallisoletana se movilizó con fuerza, liderando El Norte de Castilla la demanda: «Solo una ciudad cuyo nombre va unido al nombre de Colón, carece de un monumento que perpetúe su memoria en ella. Esta ciudad es Valladolid, donde murió Colón el 21 de mayo de 1506. Ningún sitio mejor para levantar ese monumento», podía leerse en este periódico el 20 de febrero de 1901.

La ciudad celebró la noticia seis días después: el Consejo de Ministros, «haciéndose cargo de la justicia de nuestra pretensión», había decidido conceder por unanimidad la estatua a esta ciudad. A pesar de las presiones sevillanas («la Comisión Sevillana que se encuentra en esta corte persiste en reclamar el monumento de Colón concedido a Valladolid, afirmando que ellos son los únicos con derecho a tenerlo», informaba El Norte el 14 de marzo), el ministro de Obras Públicas reiteró que mantendría la decisión a favor de Valladolid. Pocos saben, sin embargo, que hubo una persona excepcional a quien se debe mucho de este alegre acontecimiento.

Se trata de Marcos de la Fuente Caballero, un destacado industrial enamorado de la gesta colombina que puso dinero de su propio bolsillo para viajar a Sevilla y Madrid con objeto de ganarse la voluntad de los Susillo y del gobierno de la nación. Natural de Villarramiel, donde nació en 1842, Marcos de la Fuente vivió la mayor parte de su vida en Valladolid, donde desarrolló su actividad industrial relacionada con la lana y las pieles, llegando a hacer una pequeña fortuna que invirtió, en gran medida, en obras culturales y benéficas. Tenía su almacén en el número seis de la calle Gabilondo. De filiación política republicana (en 1901 ocupó el cargo de tesorero del Casino Republicano) en 1898 resultó elegido concejal del Ayuntamiento vallisoletano, cargo que repetiría en 1909. Buen amigo y compañero de colegas de ideología como los Taladriz, Guillén, Fernández Cubas y Pasalodos, también tuvo buena relación con el arzobispo Gandásegui.

Como concejal, además de encargarse de todo lo relacionado con el Mercado del Campillo, el de Villarramiel se preocupó por las gestiones de la estatua de Colón. De hecho, al saber que Sevilla pujaba por quedarse con el monumento, no lo dudó un instante y decidió viajar a la capital del Guadalquivir para entrevistarse con los familiares y herederos de Susillo (el escultor se había suicidado en 1896) para tratar de convencerlos. Lo mismo hizo en Madrid, cerca del Gobierno. Y siempre se costeó los traslados de su propio bolsillo. A él se debió el compromiso del gobierno de abonar 50.000 pesos para transportar las grandes piezas de bronce fundidas en Paris hasta traerlas a Valladolid.

Después de muchas dificultades (el Ayuntamiento de Valladolid tuvo que pagar a los Susillo 15.000 pesetas por los sillares del pedestal), el 13 de septiembre de 1903, aprovechando la primera visita de Alfonso XIII a la ciudad, se colocó la primera piedra del monumento, que no se inauguraría hasta dos años después. Curiosamente, el lugar de emplazamiento se decidió después de una famosa encuesta a la población impulsada y publicada por El Norte de Castilla. Entretanto, Marcos de la Fuente seguía con sus negocios, con sus obras benéficas (miembro de la Sociedad Filantrópica, en 1904 aportó una gran suma de dinero para los vecinos de San Ildefonso que perdieron sus casas en una gran tormenta) y afrontando trances del destino tan trágicos como la muerte de una hija en 1903 y el asesinato de un hijo al año siguiente. Casado con Simona Salcedo, el matrimonio tuvo otros seis hijos. El industrial falleció en esta ciudad, donde está enterrado, el 11 de diciembre de 1930, a los 88 años.

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