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La Plaza Mayor con el edificio consistorial aún en obras. ARCHIVO MUNICIPAL
La casi inauguración del nuevo Ayuntamiento
Historias de nuestra historia

La casi inauguración del nuevo Ayuntamiento

A punto de finalizar las obras, el Consistorio acogió los impactantes actos conmemorativos del Dos de Mayo de 1808

Enrique Berzal

Valladolid

Miércoles, 4 de diciembre 2024, 06:48

«El pueblo fue el héroe; fue soldado y caudillo de sí mismo; hizo la guerra y la dirigió. El amor de la patria, que es consubstancial en el pueblo, fue el impulsor de la contienda heroica. Y la patria salió libre del zarpazo formidable con que Napoleón quiso agarrarla para uncirla al bélico carro de sus conquistas». El llamamiento, henchido de patriotismo, abría las páginas de El Norte de Castilla aquel 2 de mayo de 1908, primer centenario de la Guerra de la Independencia. Con ser ya relevante, la fecha tuvo otra derivada curiosa: aquel día tendría lugar el primer acto oficial en la nueva Casa Consistorial después del derribo del viejo Ayuntamiento en 1879, en tiempos de Miguel Íscar.

Lo curioso del caso es que aún no estaba finalizado. De hecho, la inauguración no se verificaría hasta el 19 de septiembre, coincidiendo con el primer día de las ferias y fiestas de la ciudad. La circunstancia no podía ser más inverosímil, pues habían pasado más de diez años desde que el arquitecto Enrique María Repullés presentó el proyecto, y más de siete desde que comenzaron las obras. Ni más ni menos que nueve alcaldes se sucedieron desde entonces: Moisés Carballo, Mariano González Lorenzo, Enrique Gavilán, Alfredo Queipo de Llano, Casto González Calleja, Pedro Vaquero Concellón, Antonio Bujedo Cepeda, Manuel Semprún Pombo y Eduardo Romero Fraile, durante cuyo mandato se celebraron los actos conmemorativos del Dos de Mayo.

Estos, anunciados el 30 de abril a través del pertinente bando, comenzaron a primera hora de la mañana con un vistoso recorrido de las bandas del Regimiento de Isabel II y del Hospicio Provincial, que interpretaron con éxito el pasodoble «El Dos de Mayo», de Federico Chueca. Pero el momento culminante se desarrollaría en la Plaza Mayor. Esta amaneció abarrotada de gente y con los balcones engalanados con adornos, colgaduras y banderas nacionales para asistir, a las diez y media de la mañana, al descubrimiento de la lápida que aún hoy puede contemplarse en la parte izquierda de la fachada, y que reza: «El Excelentísimo Ayuntamiento de Valladolid a los mártires de la Independencia Española en el primer centenario». Bajo la misma se colocó una corona de flores con lazos rojos, gualdas y morados.

Acto seguido se celebró la misa de campaña, para la cual se colocó en el balcón del Ayuntamiento un altar improvisado, adornado con plantas y trofeos, bajo dosel de rojo damasco. Oficiada por el cardenal Cos y Macho, la eucaristía fue seguida por las principales autoridades de la provincia, para las que se dispusieron dos tribunas en el centro de la Plaza. El Norte de Castilla destacó la presencia de importantes mandos militares, como los generales y coroneles Beleña, Salinas, Carbó, Kindelán, Nanetti, Muñoz, Villaverde, Martín Arrúe, marqués de Casasola, Arce, Romero Marchent, Irugorri, y Arce. Entre los asistentes figuraba también el señor Velarde, descendiente del general Blake, las comisiones del cuerpo escolar y los alumnos del Colegio de Huérfanos de Santiago. Las bandas del Regimiento de Isabel II y del Hospicio Provincial tocaron la Marcha Real. Al terminar la misa «se organizó el desfile en columna de honor ante el capitán general de la región, señor González Parrado, quien con su Estado Mayor se situó dando frente al Ayuntamiento», informaba este periódico.

Los actos finalizaron con un desfile doble: el militar, por parte de todos los regimientos y de los alumnos de la Academia de Caballería, y el de los alumnos del Instituto de Segunda Enseñanza y de las Facultades de Medicina y de Derecho con sus respectivas banderas. A las siete de la tarde, la banda de Isabel II volvió a dar un concierto en la Plaza, y se lanzaron unos vistosos fuegos artificiales. «Uno de los cohetes disparados explotó antes de ascender, cayendo al suelo y siendo milagroso no hiriera a un municipal que resultó con el cabello chamuscado», informaba el periodista, que no registró más incidentes que el desfallecimiento de un soldado del regimiento de Isabel II por insolación. La guinda festiva la puso una función de gala en el Teatro Calderón, a las nueve de la noche, en la que los actores de la Compañía interpretaron las obras «El noveno mandamiento» y «La décima musa», y leyeron poesías Miguel de San Román y Rosario Pino.

Como era un día especial, la mayoría de los comercios cerraron y el Ayuntamiento ofreció una comida extraordinaria a los pobres del Asilo de Caridad y a los presos de la cárcel de Chancillería. Además, se repartieron gratificaciones de 100 pesetas a aquellos vecinos de Valladolid que cumplieran 100 años el 2 de mayo y fueran pobres, o, en su caso, a quienes también los cumplieran ese día y llevaran, al menos, diez años residiendo en Valladolid.

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