Borrar
Una Estación digna y moderna, al estilo francés

Una Estación digna y moderna, al estilo francés

Las protestas por el raquítico edificio hicieron que 'Norte' encargara a Enrique Grasset una instalación más digna, concluida en octubre de 1895

Enrique Berzal

Valladolid

Domingo, 24 de noviembre 2024, 11:31

Valladolid no se merecía un edificio tan raquítico. Era la opinión generalizada cuando, a principios de la década de los sesenta del siglo XIX, la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España, más conocida como «Norte», culminó el edificio de la estación del ferrocarril. No conviene olvidar que la compañía, creada en 1858 por la Sociedad de Crédito Mobiliario para una más eficaz gestión y explotación de sus intereses ferroviarios, había decidido centralizar en Valladolid todos los servicios de la red, estación, oficinas, almacenes, la Dirección General (que en 1866 pasaría a Madrid) y, sobre todo, los Talleres Generales de Reparación. Fundados en 1861, su construcción fue determinante para la disposición general del resto de las instalaciones, especialmente de la Estación, en funcionamiento desde 1864.

Pero ésta era a todas luces insuficiente. De hecho, se reducía a una galería de una sola planta, cubierta construida de madera y piso asfaltado. Según Casimiro González García-Valladolid, poseía tres salas de descanso, una de equipajes, cobertizo para los carruajes, despacho de billetes, telégrafo, despacho del jefe, café-restaurante y escusados. También disponía de un pequeño ramal destinado a la conducción de locomotoras a las cocheras para el lavado y mantenimiento de las máquinas. El lugar escogido para su ubicación fueron las huertas del convento de los Capuchinos, cedido en 1856 y derribado cuatro años después. En 1865, esta antigua «Estación del Camino de Hierro del Norte» ya funcionaba a pleno rendimiento con 82 empleados, si bien albergaba a un total de 954 personas.

La opinión pública vallisoletana no tardó en protestar. Muchos consideraban que Norte maltrataba a Valladolid con raquíticas instalaciones en comparación con las que tenía en Madrid, como bien lo demostraba aquella Estación. Hasta el senador José de la Cuesta y Santiago instó al Gobierno, en 1886, a presionar cerca de la Compañía para que mejorase el proyecto y construyese una Estación digna en la capital vallisoletana. La insistencia dio fruto. Tres años después, el ministro de Fomento, José Álvarez de Toledo y Acuña, primer conde de Xiquena, realizó a la ciudad una oferta concreta que, paralizada por la reestructuración ministerial llevada a cabo en ese periodo, adquirió nuevos bríos merced a la petición del senador por Valladolid, José de la Torre y Villanueva.

La ciudad recibió con alborozo el anuncio de Fomento de mayo de 1891: la capital del Pisuerga contaría con una nueva Estación de la Compañía Norte, más amplia y moderna, acorde con la envergadura de esta determinante infraestructura. El autor del proyecto no podía ser más adecuado: se trataba de Enrique Grasset y Echevarría, ingeniero de caminos de origen franco-español, nacido en 1870 y autor, asimismo, de las Estaciones de ferrocarril de Madrid, Burgos, Medina del Campo, antigua de Santander y Valencia, entre otras. El presupuesto de las obras era de 650.000 pesetas y se adjudicaron al constructor Felipe Asensio, vecino de Madrid pero relacionado con Valladolid, con una rebaja del seis por ciento. El coste se fijó por tanto en 591.575 pesetas con 88 céntimos. Como solía ser habitual en este tipo de trabajos de Norte, Grasset trabajó junto con el arquitecto-jefe de Estudios y Dibujo de la Compañía, Salvador D'Armagnac. La obra comenzó en mayo de 1891 y avanzó lentamente debido a que la piedra elegida procedía de Segovia y era bastante costoso acarrearla hasta Valladolid. El 13 de septiembre de 1894 se derribó totalmente el edificio antiguo para colocar la marquesina del nuevo.

La Estación estuvo lista el 19 de octubre de 1895. El estilo arquitectónico fijado por Grasset no podía ser otro que el establecido por «Norte» para el resto de capitales, esto es, un eclecticismo francés de tipo clasicista basado en una combinación de sillería y ladrillo, madera y hierro, escasos elementos decorativos y una imponente marquesina de hierro, obra ésta de Salvador D'Armagnac, con piezas traídas de Bilbao. La estructura también reproducía el esquema propio de las estaciones proyectadas por el ingeniero franco-español: pabellón central, dos cuerpos laterales y dos pabellones extremos.

La decoración de la nueva Estación fue encomendada a Ángel Díaz Sánchez, profesor de la Escuela de Bellas Artes de la ciudad y autor, entre otros detalles, de las figuras de la Industria y la Agricultura, situadas a ambos lados del frontón que remata la fachada principal, y en el que puede contemplarse el escudo de la ciudad. Grasset, por su parte, siguió escalando puestos en la Compañía. Ingeniero-jefe de Vías y Obras en las primeras décadas del siglo XX, fue nombrado subdirector poco después y culminó su profesión como director general entre 1934 y 1939.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla Una Estación digna y moderna, al estilo francés