«Joven industrial, activo y laborioso». Así definía El Norte de Castilla a Eustaquio Sanz-Tremiño Pasalodos, candidato republicano a las elecciones municipales de 1895, en las que obtuvo su primera acta de concejal. Repetiría en 1903 y en 1922. 36 años después, concretamente el 14 de abril de 1931, Eustaquio volvía a salir en el periódico en primera plana, pero por un motivo diferente: los Comités republicano y socialista le habían encomendado proclamar la República desde el balcón del Ayuntamiento. Como reconoció él mismo dos años después, fue el día más feliz de su existencia.
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Porque Sanz-Tremiño Pasalodos, nacido en 1864, llevaba prácticamente toda la vida luchando por una España republicana. Dueño de una famosa droguería en la calle Teresa Gil, comenzó a militar en las filas republicanas en 1888, convirtiéndose muy pronto en uno de los representantes más destacados a nivel local junto a correligionarios como José Muro, Ángel María Álvarez Taladriz, Pedro Regalado Elósegui, Mariano Álvarez, Vicente Pinedo, Domingo Tarazona, Justo Esteban, Fidel Recio, Mariano Fernández Cubas, Marcos de la Fuente y Miguel Marcos Lorenzo. Fue miembro del partido republicano federal de Ruiz Zorrilla, en 1901 presidió el comité local de la Unión Nacional Republicana y en 1931, en las postrimerías de la Segunda República, fue elegido presidente honorario de Alianza Republicana. Con el bagaje de haber sido concejal en tres ocasiones y miembro de la junta directiva del Casino Republicano durante mucho tiempo, cuando el 14 de abril de 1931 se conoció en Valladolid el triunfo de las candidaturas republicanas y socialistas, salió a la calle junto a un gran gentío dando vivas al nuevo régimen. Fue aquella una manifestación espontánea, pacífica y esperanzada.
A las ocho de la tarde, los Comités republicano y socialista le encomendaban declarar proclamada la República desde el balcón del Ayuntamiento por ser el republicano más veterano de la ciudad. Lo hizo en medio de una jornada realmente festiva, en la que no faltó el disparo de cohetes, la iluminación de la fachada del Consistorio y el izado de la bandera tricolor. Eustaquio arengó a los reunidos recomendando «la más absoluta serenidad, para que sirva de garantía, respeto y honradez al nuevo régimen». La multitud siguió sus directrices y se disolvió de manera ordenada.
A las once y veinte de la noche se celebró sesión extraordinaria de los concejales elegidos por sufragio universal -treinta y siete en total, pues siete se ausentaron- para constituir el nuevo Ayuntamiento. Presidida la votación secreta por el monárquico Manuel Carnicer, por ser el concejal de mayor edad, la sesión se abrió con calurosos vivas a España y a la República. Por treinta y seis votos a favor y uno en blanco, los reunidos eligieron como alcalde al socialista Federico Landrove Moiño.
En esta su segunda juventud, Eustaquio Sanz-Tremiño Pasalodos presidió el Casino Republicano y lideró en Valladolid el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux, al que, en más de una ocasión, manifestó verdadera admiración y rindió pública pleitesía. Fue el candidato de esa formación a las elecciones generales de 1931, quedando segundo tras José Garrote, socialista, con 19.768 votos. Dos años después, concretamente el 11 de octubre de 1933, era elegido para presidir la comisión gestora de la Diputación Provincial en sustitución de Gil Baños. Desde esta responsabilidad destacó por sus esfuerzos, en 1934, para llevar a cabo un ambicioso plan de defensa de la Cuenca del Duero junto al resto de provincias castellanas y leonesas. En un banquete que la juventud republicana radical organizó en su honor, en julio de 1933, en el restaurante «El Edén», en el que se le regaló un busto modelado por el correligionario Trapote, el veterano republicano recordó los numerosos ataques políticos sufridos tiempo atrás y dio por bien invertido todo el dinero que había entregado generosamente a la causa republicana, especialmente a los «expatriados».
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Pero entonces sobrevino el peor momento de su carrera política, y quizás de su vida. En abril de 1935, coincidiendo con los escándalos de corrupción que asediaron al Partido Republicano Radical a escala nacional, se hizo público un desfalco de 700.000 pesetas en los fondos de la Diputación Provincial de Valladolid por parte del depositario, y militante del PRR, León del Río Hortega. Eustaquio Sanz, contra el que se dictaría auto de procesamiento, suspendió de inmediato de empleo y sueldo a dicho diputado y el 27 de abril dimitió como presidente de la comisión gestora de la Diputación. Este triste episodio marcaría el final de la vida política de este veterano republicano de Valladolid.
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