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Anuncio de una función en el Teatro Zorrilla en 1915. EL NORTE
Historias de nuestra historia

El arquitecto que levantó el Teatro Zorrilla en solo seis meses

Nacido en Torrelavega, Joaquín Ruiz Sierra es autor de obras tan célebres como la estatua de Cervantes o los mercados de Campillo, Portugalete y Val

Enrique Berzal

Valladolid

Domingo, 17 de noviembre 2024, 08:32

Su nombre ha pasado inadvertido en la historia reciente de la ciudad, ocultado sin duda por otros más célebres como, por ejemplo, Jerónimo Ortiz de Urbina, con quien mantuvo arduas disputas, o Antonio Iturralde. Pero Joaquín Ruiz Sierra atesora también una obra importante, y a veces polémica, como arquitecto municipal de Valladolid, sobre todo durante el tiempo en el que estuvo al cargo de la alcaldía Miguel Íscar Juárez. De hecho, a Ruiz Sierra se debe, por ejemplo, el proyecto para edificar los tres mercados de hierro más imponentes en su momento, pioneros de este tipo en España: el del Campillo, el de Portugalete y el del Val. De esta manera, traía a Valladolid las líneas arquitectónicas y estilísticas más avanzadas de Europa.

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Nacido en Torrelavega en 1850 y licenciado en Ciencias, Ruiz Sierra se tituló en 1873 y ese mismo año fue nombrado arquitecto municipal de Valladolid. Poco tiempo después, el alcalde le encargaba los proyectos de mercado ya citados, que fueron, sin duda, un auténtico hito artístico en el Valladolid de la época, además de una necesidad muy sentida tanto por la población en general como por el comercio en particular. A Ruiz Sierra, que también impartió clases de dibujo en el Colegio de Santo Tomás, se debe la construcción, en 1877, del antiguo matadero municipal, un edificio de tres naves, de estructura de ladrillo edificado en el Paseo del Prado de la Magdalena, cerca del Hospital Provincial.

Y suyas fueron, además, las obras de cantería y el pedestal de la estatua de Miguel de Cervantes, levantada en 1876, así como varios proyectos de apertura y alineación de calles del casco histórico, como el de la calle Regalado, o el proyecto de alineaciones de las calles Sandoval, Manzana, Cebadería, Jesús y Plaza de la Rinconada, necesario por la construcción del mercado del Val, que propició la construcción del nuevo Ayuntamiento a costa de demoler parcialmente la iglesia de Jesús Nazareno. Él mismo se encargó de cerrar la parte que pervivió del templo con la fachada de ladrillo que hoy puede contemplarse. Este proceder hizo que fuera conocido en algunos ambientes como «arquitecto hábil e inteligente, maestro en su profesión, pero poco amante de los monumentos históricos». De hecho, la reforma que en 1879 acometió en el Hospital de Esgueva (antiguo Palacio del Conde Ansúrez), especialmente en su parte exterior, fue contestada por no respetar, se decía, las trazas y el aspecto primitivo del edificio.

Pero su realización más relevante en esta ciudad fue la construcción del Teatro Zorrilla, que venía a completar la oferta del Lope de Vega y del Calderón. Las noticias comenzaron a difundirse en torno a 1883, cuando se supo que un grupo de empresarios llevaba tiempo planeando crear un tercer coliseo. Todo fue muy rápido. En mayo se creó la pertinente sociedad anónima como como paso previo a la compra de los terrenos situados entre el número 23 de la Acera de San Francisco y el 5 de la calle Constitución, y encargaron los planos al arquitecto municipal. Las obras comenzaron el 26 de mayo. A finales de junio ya se había derribado la finca existente en la zona, de modo que tres meses más tarde las obras se encontraban muy avanzadas. Finalizado en octubre de 1884, la culminación de los trabajos se celebró con una salva de cohetes y la colocación de un pendón morado de Castilla en la fachada principal. Cuando llegó el día de la inauguración, el 31 de octubre, no hubo entradas suficientes. El mismo Zorrilla asistió a un espectáculo imponente en el que se puso en escena su obra 'Traidor, inconfeso y mártir', y leyó una composición poética titulada 'Nadie es profeta en su patria'.

Un año después, en diciembre de 1885, Ruiz Sierra se trasladaba a Santander para sustituir a Casimiro Pérez de la Riva como arquitecto municipal, después de que este perdiera la confianza del Ayuntamiento. A pesar de lo convulso de esta etapa (Pérez de la Riva pleiteó sin cesar y fue sustituido y repuesto en el cargo al menos cinco veces), Ruiz Sierra permanecerá en la capital cántabra hasta su muerte, ocurrida el 29 de septiembre de 1893. También fue catedrático de Dibujo del Instituto Carbajal. Entre sus obras santanderinas más relevantes figuran la reforma y ampliación del Hospital de San Rafael (1890), actual sede del Parlamento de Cantabria, la restauración del Teatro -incluido el alumbrado de gas-, la reforma del cementerio de Ciriego, la obra de la Rampa de Sotileza, la construcción de templetes en el Sardinero, la Alameda Segunda y la Plaza de la Libertad.

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