

París de Noia inyecta verbena en vena en la Plaza Mayor de Valladolid
La orquesta gallega pone a bailar a la ciudad, con tres horas de canciones y exitazos, en el día grande de su patrón
Que nadie te engañe. El gran triunfo en el mundo de la música no está en vender millones de discos, en llenar 'wizins', sonar en ... radiofórmulas, conseguir un porrón de 'me gusta' en el spotify. La señal inequívoca de que has llegado a lo más alto (más incluso que a petarlo en el youtube) es que tu canción se convierta en carne de verbena, tu tema suene en la plaza del pueblo, una peña con el nombre hecho de iniciales (PRF, KLS, KSYO) saque brillo a tu estribillo, entre cachi y calimocho, a las tres de la mañana y sin afán de madrugar. Ahí sí que sí. Si tu canción suena entre 'Follow the leader' y 'Paquito chocolatero', lo habrás conseguido. Misión cumplida. Habrás entrado en el selecto club de los hits de verbena. Y, con un poco de suerte, tardarás años en salir de ahí.
Fíjate en 'Dolores se llamaba Lola', de Los Suaves (1989). En el infalible 'I will survive' de Gloria Gaynor (con su 'looo lo lo lo ló' de 1978). En 'Felicitá' de Al Bano y Romina Power (1982). Estas canciones forman parte, todavía hoy, del repertorio de París de Noia, la orquesta gallega que juega en la 'champions' de la verbena y que este martes, con sus ratillos de chirimiri, le puso banda sonora a las fiestas del patrón.
Comenzó el maratón de éxitos, cuando la noche todavía era tarde, con uno de esos temas que parecían olvidados y resucitan en cuanto una banda de versiones los saca a pasear. La cosa se llama 'Gangsta's Paradise' y su autor, una lágrima en el océano musical, podría ser una de esas preguntas difíciles que ponen en el rosco de 'Pasapalabra' para que ni Rosa ni Manu se lleven el bote aún. «Con la ce, nombre del rapero que hace treinta años popularizó la canción 'Gangsta's Paradise'». La respuesta correcta es Coolio, pero seguro que casi nadie lo conoce (algún listillo habrá que levante el dedo con un 'yo sí, yo sí'), porque otra de las grandes paradojas de los temas de verbena es que, casi siempre, las canciones sobreviven a los cantantes que las hicieron famosas. Así de frágil, ay, es la vida del artista.
El caso es que comienza la velada con esta canción, que se viste con coros épicos y bien de percusión porque hay que darle empaque al inicio del concierto. Unos telones se levantan, se despeja el escenario, los focos escupen luces verdosas y, a continuación, las pantallas proyectan imágenes como de panal de abejas para que la fiesta comience de verdad.
Y entonces, bajan unas escaleras con cantante. Ojo, no baja un cantante por las escaleras. Bajan las escaleras (la estructura móvil, con focos incrustados, no parará quieta en toda la noche) y encima de ellas hay un cantante, con aparatosa chamarra de floripondios blancos, que canta 'Lose control', de Teddy Swims, mientras una bailarina hace acrobacias en un aro. Continúa el concierto con 'Entra en mi vida', una balada del grupo Sin bandera que ingresa en el repertorio verbenero con ese truquito que emplean muchas canciones para triunfar en una fiesta patronal: convertirse en merengue. Si tu tema puede disfrazarse con ritmos latinos, tendrás más posibilidades de que París de Noia se fije en ti. Porque a veces el éxito viene acompañado de su meneíto de cadera.

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Y para rematar el arranque (y presentar a los artistas), ocho mujeres con lentejuelas rosas y bastoncitos en la mano cantan un 'medley' de Jennifer López ('Dance again', 'Ain't your mama' o ese 'On the floor' que es la lambada tuneada). O el 'Madrid city' de Ana Mena, con esa estrofa innegociable para las veladas que se están dando bien: «Quisiera que esta noche no se acabe».
Así que, para alargarla y animarla (durante tres horas), París de Noia recurre a popurrís variados. El primero dura más de veinte minutos y enlaza canciones de Pitbull, Bizarrap, el 'Samba de Janeiro', el 'Mandanga style' de Amador Rivas y el 'Mama mama' de Rigoberta Bandini. El combo es brutal. ¿Que no las tocamos juntas? Sujétame el cubata. Hay otro que reúne a Lola Índigo ('La reina'), otra vez Ana Mena ('Cara triste') o Karol G ('Si antes te hubiera conocido'), que despierta furor en un grupo de Erasmus de Alemania, mientras en la pantalla se proyecta el emoticono gigante de un sol y las cantantes (ahora de blanco) se ponen un sombrero a lo 'Yellowstone'. No falta el guiñito a Eurovisión (con Melody), el tributo a Sebastián Yatra ('Vagabundo') ni esas canciones donde el lirismo se escribe en 'spanglish'. «Hay una party en la calle, mándame la ubi, que esto es otra movie», se dice en el 'Uh nana', de Daniela Blasco.
Y si la música no es suficiente para animar el cotarro, Paris de Noia viene con acróbatas, coreografías agotadoras, gogós en pasarelas que parecen trampolín, un socorrido «izquierda-derecha, eo» que invita a mover los brazos y coletillas animosas que suenan entre estrofa y estrofa de la canción. «Ey ey ey, que no pare la fiesta», dicen. «Mira mira mira, dale dale dale, oye, sube, increíble, qué rico». En ese plan.
Como de vez en cuando hay que tomar un respiro, hay momentos para las baladas, como cuando (con coros inspirados) un cantante con kilt escocés y corbata entona el 'Whitout you' de Harry Nilsson y a continuación el tema se hermana con 'Tienes que saber' de Abraham Mateo. Hasta hay tiempo para el 'Son de amores' de Andy y Lucas y el 'Cielito lindo' que un cantante invita al respetable a corear y es preámbulo para un paréntesis de rancheras. Con estas mezclas lisérgicas que pudieran parecer imposibles, París de Noia demuestra –con un espectáculo medido como reloj suizo, con una veintena de artistas que entran, salen, saltan y desaparecen con trampillas del escenario– que lo suyo es puro 'show', verbena en vena, un fiestón donde hay canciones para todos y hasta bien avanzada la noche.
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