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Víctor Vela
Miércoles, 27 de abril 2016, 13:40
Madame Côcô es una títera («no un títere, una títera») con pelo naranja, acento francés, piel de esponja y una mano por corazón. La mano pertenece a Silvia Plana trabajadora en la recepción del centro que Asprona tiene en Viana, quien despierta su vena creativa cuando sale de paseo con Madame Côcô (habría que escribirlo con dos puntitos a modo de ojos en el centro de las letras o).
Esta mañana se han acercado las dos hasta el colegio Rafaela María(calle Fray Luis de León), como respuesta a la llamada de Luna Rodríguez-Carretero, estudiante de quinto de Primaria, quien tuvo una idea que quiso compartir con el resto de su cole: «¿Por qué no explicar a los compañeros que no lo sepan en qué consiste la marcha Asprona?». Ella no solo la conoce, sino que incluso ha participado como andarina. «Es un poco larga, son muchos kilómetros, pero el esfuerzo merece la pena cuando ayudas con algo tan sencillo como caminar», explica Luna. Le contó su inquietud a Amaya Pajares, su profe, tutora de quinto, y el colegio vio muy pronto la posibilidad de ahondar en los mensajes de «tolerancia, respeto y diversidad social, que son algo transversal».
Fue así como el Rafaela María contactó con FundaciónPersonas para que un grupo de profesionales acudiera a las aulas para explicar en qué consiste la marcha Asprona. Y ese equipo de expertos está compuesto por Silvia y Madame Côcô.
¿Qué es la marcha Asprona?, pregunta la marioneta francesa.
Yentonces, varias manos piden turno en el salón de usos múltiples de la escuela.
Es una marcha, pero también una especie de manifestación, apunta Lucas, de la clase de sexto.
Es una caminata para que todos seamos iguales respetando la diferencia, subraya Sergio, apuntando directamente al centro de la diana.
«Eso es felicita Madame Côcô, el respeto desde la diferencia».
Cuenta que no es bueno hablar de discapacitados, sino de personas con discapacidad, «porque todos tenemos carencias. Es más importante lo que sabemos hacer que aquello que no podemos hacer». «Si elaboramos un listado de todas aquellas cosas que no podemos hacer, entonces no acabaríamos nunca. Imaginad que mañana vamos a vivir a China. No tenemos ni idea del idioma. ¿Somos por eso discapacitados?No, no lo somos. Porque tenemos otras muchísimas capacidades. A uno se le da bien cantar, a otro bailar, a otro dibujar o diseñar. La suma de todas esas capacidades es lo que construye una sociedad inclusiva. Y todos juntos, nuestras diversas capacidades unidas, nos hacen mejores».
Ese compromiso de unión, de trabajo compartido y en comunidad, empapa el logotipo que este año identifica a la marcha:unos corazones que se forman con la unión de las manos. «Es el modo de crear conexión entre las personas», explica Silvia. E invita a los chavales a dibujar en unas hojas de papel un corazón, para incluir dentro aquello que no quieren para ellos solos, sino que necesitan compartir con los demás.
¿Y qué os gustaría compartir?, pregunta Madame Côcô.
La felicidad, responde Ana.
Los juegos y la amistad, contesta Amina.
El respeto, apunta Daniel.
La igualdad, añade Lucía.
Sara se ha atrevido con una frase: «No importa de qué color seas, siempre serás bienvenido». Y Sergio se lanza con una poesía:«Eres mi sol, eres mi luna, y como tú no hay ninguna». Palabras, en fin, para respaldar una marcha que recaudará fondos para Asprona-Fundación Personas. El dinero de este año y entre los escolares está Aimar, madrugador en su inscripción a la marcha se destinará a financiar un programa de autonomía personal para personas con discapacidad intelectual. Inscripciones: en las casetas (Santiago, Gondomar, Mantería, plaza del Carmen y Juan de Austria), además de en Vallsur y las tiendas Justo Muñoz.
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