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Un grupo de productores, artesanos y agricultores de la colmena vallisoletana, en la reunión de los miércoles en Vía Lab.
Una colmena en Internet para mejorar las ventas

Una colmena en Internet para mejorar las ventas

29 agricultores y artesanos integran una red de comercio de proximidad con 685 clientes registrados

v. M. vela

Lunes, 6 de febrero 2017, 20:31

Hay abejas que embotan mermeladas y abejas que hornean pastas veganas. Hay abejas que cultivan setas, que cuidan gallinas, que han ideado una bebida espumosa de zanahoria. Hay abejas que deshidratan frutas, que curan quesos, que recolectan castañas y venden escarolas. Y el enjambre todo ha encontrado un rico panal en Internet en el que apoyarse para mostrar su labor. Se llama ¡LaColmena Que Dice Sí!, es una iniciativa que pegó sus primeros aleteos en Francia y que desde hace meses ofrece en Valladolid un espacio para poner en contacto a estas abejas productoras (pequeñas granjas, artesanos, explotaciones de hectáreas mínimas) con clientes que quieren disfrutar del sabor de su trabajo.

Cada miércoles, la colonia de abejas se reúne en Vía Lab, el espacio de coworking de la estación de trenes. Allí, a media tarde, se encuentran las abejas productoras con los clientes que han comprado sus productos a través de Internet. Y tiene lugar la entrega de las mermeladas, de las pastas veganas, las setas, quesos, castañas, escarolas. Productos con un sello artesanal, ecológico, de proximidad o todas las etiquetas juntas.

Abilio Merino, que es agente de desarrollo local en Sahagún y el responsable de la colmena en Valladolid, explica su funcionamiento. «¡La Colmena Que Dice Sí! es una página web en la que los artesanos y productores locales presentan, ofrecen y venden sus productos». Los consumidores que lo desean se pueden inscribir de forma gratuita y acceder cada semana a la página de Internet (desde el jueves hasta el lunes por la noche)para conocer qué ofrecen las abejas y comprarlo. El pago se hace con tarjeta y luego, con el resguardo, se acude el miércoles por la tarde al Vía Lab para recoger el pedido directamente de manos del productor.

Es la forma de ponerlos en contacto, de que se conozcan, de que sepan cómo se elabora o cultiva el producto, cuáles son sus características o qué procesos se han seguido hasta lograr el resultado final. «Buscamos que la oferta sea de productos ecológicos y que respeten el medio ambiente, que no sean fáciles de conseguir por otras redes de distribución, que primen el género de temporada y de productores locales». Hay ahora adheridas a la colmena 29 suministradores de productos, «todos ellos locales o de proximidad. Lo más alejado son las castañas, que nos llegan de Palacios del Sil, pero la mayor parte de los productos se encuentran a una distancia de entre 35 y 40 kilómetros».

Subraya Abilio Merino que esto es importante, porque con esta iniciativa se persigue promocionar a emprendedores locales que hallan aquí un canal de venta para darse a conocer. A cambio, el cliente (hay 685 inscritos en la iniciativa, cerca de 50 compradores al mes, veinte de ellos fieles todas las semanas)sabe que consigue alimentos de calidad. «Cada vez hay una mayor sensibilidad por estos modelos de compra alternativa:los mercados ecológicos, los grupos de consumo...», explica Merino, quien subraya la importancia de que el consumidor conozca los pasos seguidos en el proceso de producción. «Una de las cosas que más nos comentan es que han vuelto a descubrir el sabor de ciertos alimentos. Y es verdad.

La gente ya no está acostumbrada al sabor real. Pasa con la leche o con el pollo. Siempre te dicen:Sabe muy fuerte. Y no, sabe como tiene que saber».Aquí, dicen, no hay tomates que no sepan a tomate... aunque para ello haya que esperar a la temporada. «Eso es importante. La tierra es sabia.Sabe lo que tiene que ofrecer en cada momento.Si comiéramos más de temporada, tendríamos mayor bienestar. Seguro».

Huevos y compotas

Entremos en la colmena. Allí encontramos a Faustino López. Una vida dedicada a la remolacha, los trabajos agrícolas hasta que. «Dispuse de una tierra de mi padre. Dos hectáreas en Alaejos, muy bien orientadas, al sur, algo que es fundamental».¿Para qué?Pues para desempeñar la labor con la que está entusiasmado desde el pasado verano. «Mi primera intención era criar gallinas camperas... pero después de estudiarlo nos decidimos por la ecológica. Quinientas gallinas. Las alimentamos con cereales libres de transgénicos, si se ponen enfermas no les suministramos antibióticos». El resultado son unos «huevos riquísimos» que vende (cuatro euros la docena)a través de ¡La Colmena Que Dice Sí! «Esta iniciativa es fantástica y necesita que se conozca más. Creo que esto tendría mucho más eco si en vez de en una ciudad ocurriera en un pueblo», asegura Abilio. ¿Yeso?«En la ciudad al final todo se diluye, apenas hablamos con los vecinos. Pero en un pueblo a lo mejor invitas a alguien a tomar unos huevos fritos a casa y te dicen... ¿dónde has comprado estos huevos tan buenos?».

Juanjo Guijarro es otra de las abejas de esta particular colmena. Tercera generación (sus abuelos abrieron la tienda en 1924)de la Confitería Guijarro, en Tudela de Duero. Ha aunado las recetas tradicionales que heredó de la familia con nuevas creaciones, como los dulces veganos (sin productos o mantecas animales)en los que el azúcar se ha sustituido por dátiles o harina de chufa, ideales para diabéticos o alérgicos al gluten. El próximo reto, cuenta Juanjo, es idear algo con harina de avena.

Sus pastas comparten mostrador con las compotas y conservas de Ana Ruiz. Ella también ha excavado en las raíces de su árbol genealógico para hallar inspiración. Hace tres años abrió La Tía Jacinta, un negocio que recupera la pasión que su abuelo Antonio Serrano puso en una empresa de conservas vegetales artesanas en Almería, con la fritá (tomate y pimiento)como principal reclamo.«He rescatado el pisto y otros productos tradicionales, con un enfoque innovador». Como la confitura de naranja a la vainilla, la compota de manzana con jengibre o la mermelada de cerveza.

Ana tiene la sede de La Tía Jacinta en Artis, el centro provincial de artesanía de Portillo, donde comparte instalaciones con David Tardón, creador de Artezana, una bebida espumosa de zanahoria que es única y exclusiva. «Tuve una novia a la que no le gustaba ni el vino ni la cerveza... y así empezó la historia. Me puse a hacer pruebas de fermentación y el resultado fue este». Una bebida alcohólica (8,2 grados), semidulce, «que mezcla los procesos del vino, el cava y la cerveza» y que se elabora a partir de zanahoria.

El futuro de la Red

También en Portillo está Salvatore Voccia, quien desde hace apenas un par de meses promueve Zucca, una línea de quesos que se pueden comprar a través de las dos colmenas abiertas en Valladolid (la de la capital y en Boecillo). «En Italia la mayor parte de los quesos son de vaca y algo de búfala. Aquí los preparamos con leche de oveja de La Pedraja de Portillo», explica Salvatore, quien ha acudido a Vía Lab con sus creaciones de queso fresco (en trenza), curado (con forma de calabaza), yogures y requesón.

Pedro Antonio López ha venido desde Tordesillas para recoger su pedido.«Probé este queso durante un viaje aBarcelona, me pareció fantástico y luego lo encontré por Internet», explica. Lo hizo a través del canal de ventas de ¡La Colmena Que Dice Sí! «Internet se está demostrando como una vía fantástica para que los productores se den a conocer; aunque todavía hay mucho potenial sin utilizar. Habría que aprender a usarlo de una forma más eficaz, tanto para el comprador como el vendedor».

Los quesos de Voccia no son los únicos que se pueden adquirir en la colmena vallisoletana. También están la creaciones que Miguel Pérez prepara en La Quesería de Rueda, nueve años en los producto artesanos elaborados de oveja.«Estudié en Inglaterra un peritaje técnico de alimentación en productos lácteos», indica Pérez. «Para los que somos productores lo más complicado es la distribución. Por eso son importantes estas iniciativas en las que, además, puedes conocer a compañeros de otros gremios», indica.

Una de esas colegas es Sandra de Blas, de Natur Snacks, una iniciativa de alimentos deshidratados. «Estudié Forestales en Madrid, me fui a Finlandia, allí hice prácticas en una empresa de mi sector y, al volver a España, participé en el proyecto Empresa del Ayuntamiento. Me compré un deshidratador pequeño, empecé a elaborar esta idea y me instalé en Pedrajas, en una antigua carnicería».Cuenta Sandra que los principios fueron difíciles, que después de dos años no veía salida y que estuvo a punto de cerrar... hasta que apareció Martín, un alemán que le hizo un encargo de fruta deshidratada y que con el tiempo se convertiría en su socio. Ahora ofrecen no solo la fruta deshidratada (las que más tirón tenen son manzana, pera, naranja y kiwi), sino también chips de kale (un snack elaborado a partir de col rizada).

De setas

Javier Casares cultiva setas en Viana de Cega. Usa para ello pacas de paja, esterilizadas para la incubación de setas shiitake, pleorotus, champiñones portobella. «El cultivo es más habitual en Cuenca o La Rioja», explica Casares, un antiguo delineante proyectista que, empujado por la crisis, decidió volver a las raíces agrícolas de su padre para sacar adelante esta campaña de setas que ha tenido que afrontar un primer año complicado por culpa de la meteorología. Pero aquí está, con sus producción de setas, recién cortadas para su venta en esta colmena que reúne a productores locales, juntos y unidos para mejorar sus ventas gracias a Internet.

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